viernes, 23 de diciembre de 2011

LLAMA UN INSPECTOR (Septiembre 2011)


LLAMA UN INSPECTOR.

Teatro de La Latina.

Autor: John Boynton Priestley.

Director: José María Pou.

Intérpretes: Carles Canut, Victòria Pagès, Rubén Ametllé, Paula Blanco, David Marcé y José María Pou.

LA LLAMADA DE LA CONCIENCIA.

La hipocresía se viste de gala la noche en que la hija de los Birling se comprometerá con un joven apuesto y de buena familia. La hipocresía descansa en las paredes de la elegante mansión de la adinerada familia; en la falsa tranquilidad del hombre que se preocupa de sí mismo; en la falsa solidaridad de la mujer que preside una caritativa asociación destinada a ayudar a quienes lo precisan; en la ilusoria fidelidad de un novio amante que para acallar su deslealtad le regala a su prometida el anillo que esperaba; en el doloso silencio que esconde la realidad por la que camina a trompicones el más joven de los Birling...

... Pero esa noche el rostro de la mentira, de los falsos cimientos sobre los que descansan la nueva sociedad cosida con los retales malolientes del egoísmo quedarán al descubierto... Esa noche un hombre extraño hará una visita a los Birling... Entrará en su casa sin que nadie abra la puerta y de una manera casi hipnótica, hará admitir, suave pero firme, la responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de esa familia, en el suicidio de una joven llamada Eva Smith.

Ese hombre extraño, ese inspector que intenta encontrar el porqué de la conducta de la joven, hace su aparición en las postrimerías de una cena salpicada por las capitalistas teorías del patriarca familiar. Ese hombre, ante el que el tiempo se detiene, ante el que la voluntad se derrumba, ante el que las paredes de la inconsciencia caen, ante el que de nada vale eludir la responsabilidad de una vida que transcurre en colectividad, irá interrogando uno a uno a todos los miembros de esa familia; venciendo su débil resistencia... Hasta quedarse en el espíritu concienciado de la “prometida” que verá cómo su compromiso se diluye al igual que un papel ahogado en el agua sucia de la mentira...

... Nada será igual tras la visita de ese ser enigmático, aunque así lo pretendan dibujar el miedo y la indiferencia... Nada sería igual aunque el teléfono no hubiese sonado y una voz avisase de la próxima visita de, esta vez sí, un inspector de policía.

El Teatro de la Latina inicia su temporada con una de las obras más celebradas del autor británico J.B. Priestley, en un montaje que ha tenido ya un notable éxito en Barcelona, bajo la dirección de José María Pou, que interpreta al misterioso inspector que esa noche irrumpirá en las vidas de los Birling. El montaje es realmente sobrio y está cuidado al milímetro. Me han gustado los detalles que muestran al público, quizá más profano, “la naturaleza” de esa visita. El hecho de que cuando ese inspector entra en la casa deje de llover o que la puerta se abra y cierre sola, nos indica que el tiempo se ha parado, que lo que está ocurriendo es una especie de paréntesis en la noche, en la cena, en los postres, en la conversación de los seres que en esa velada dejarán su pasado, sus circunstancias o un capítulo de ellas, a la intemperie.

Las interpretaciones son impecables. Carles Canut está espléndido como cabeza de familia, intentando de un modo casi intransigente y dictatorial, imponer su filosofía en la juventud alocada e insegura de su hijo. Victoria Pagès es de un modo más que notable la mujer preocupada por la apariencia, por parecer digna de la asociación que preside, por mantener el buen nombre y la honorabilidad de su familia, incapaz de ver la viga que ciega sus ojos mientras señala acusadora la paja en los ajenos. José María Pou es el inspector que con una firme serenidad irá dejando al descubierto y sin más defensa que la propia responsabilidad, las conciencias de los comensales.

Rubén Ametllé, Paula Blanco y David Marcé completan un reparto sobresaliente, en un montaje magnífico.

Sofía Basalo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

LA ALEGRÍA DE VIVIR (Octubre 2011)


LA ALEGRÍA DE VIVIR. (DESIGN FOR LIVING)

Teatro Galileo.

Autor: Noel Coward.

Versión: José Ramón Fernández.

Dirección: Francisco Vidal.

Intérpretes: Candela Serrat, Francisco Vidal, David Villanueva, Fernando Escudero y Lorena Jiménez.

LA ALEGRÍA DE SER LIBRE.

Canta Serrat “A menudo los hijos se nos parecen”... Y en este caso tiene razón. Candela Serrat, la menor de sus vástagos, ha debutado en el teatro con una comedia elegante, optimista, rompedora y absolutamente feliz. La joven actriz se ha preparado de forma concienzuda antes de dar este gran paso y el resultado ha sido más que positivo.

Candela Serrat da vida a Gilda. Una joven llena de energía. A veces seductoramente déspota, otras enigmáticamente dulce y siempre inspiradora, capaz de enamorar a todo aquel que se enfrente a sus ojos brillantes, retadores e irresistibles.

“La alegría de vivir” o “Design for Living” como la tituló su autor en 1933, es un canto a la vida, a la libertad, a la valentía de ser quienes somos independientemente de lo que puedan decir, pensar o juzgar los demás. Noel Coward se encontró con la imposibilidad de mostrar su obra en la mojigata sociedad británica de los años treinta; no pasó lo mismo en Estados Unidos, lugar donde, de la mano de Ernest Lubisch y el séptimo arte, pudo ver la luz. Los tres vértices de este atractivo triángulo fueron Gary Cooper, Fredrich March y Miriam Hopkins. Los tres nos regalaron un film inolvidable e intemporal.

Dicen que quienes ponen reglas al juego del amor es porque no se han atrevido a jugar. Francisco Vidal, recordando que el teatro es también un juego, ha decidido llevar a escena este clásico de Noel Coward, con la versión de un autor más que solvente, José Ramón Fernández.

El resultado es sobresaliente. Si Candela Serrat nos muestra todo lo que puede llegar a ser, no son menos los jóvenes que la acompañan en este recorrido emocionalmente vital, David Villanueva y Fernando Escudero. Los tres intérpretes llenan con su energía y vitalidad un escenario dispuesto en tres partes, en tres momentos, en tres etapas, que quizá nos habla de cada una de las partes de este triángulo, de cada una de las fases que va recorriendo una mujer que quiere ser “normal” dentro de una sociedad “aburridamente costumbrista” y que al final de este camino descubrirá que ser así no es ser mejor, que amar a dos hombres al mismo tiempo no es ningún error si este amor la hace crecer, la hace mejor persona, y a un tiempo hace grandes a aquellos a quienes ama; que el verdadero error es pretender ser aquellos que no somos a sabiendas, pretender actuar como quieren que lo hagamos, pretender adaptarnos a unas normas que no nos hacen felices...

“La alegría de vivir” es un canto a la vida, a la felicidad, a la libertad... Y así lo ha transmitido una compañía que ha respetado en todo momento la clase y la elegancia que caminan de la mano de la alta comedia.

Sí, desde luego, la única regla que pone Coward y que reflejan los artífices de este proyecto la dice el personaje de Gilda, interpretado por Candela Serrat: “Ese juego me tiene que hacer mejor”. Ahí está la sabiduría del autor inglés. Ahí está la sabiduría del ser humano que de un modo valiente y decidido es él mismo y no lo que pretenden los demás, anclados en unos usos rancios... respetables sí, pero nunca obligatorios.

Sofía Basalo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

CRIMEN PERFECTO (Septiembre 2011)

CRIMEN PERFECTO.

Teatro Reina Victoria.

Autor: Frederick Knott.

Director: Víctor Conde.

Intérpretes: María Castro, Jorge Sanz, Pablo Puyol y Antonio Albella, entre otros.

Escenografía: Ana Garay.

... ESCENOGRÁFICO HOMENAJE AL CINE...

No podemos negar que el homenaje al cine está logrado. Sobre todo si nos quedamos en lo accesorio, en lo que para quien escribe es accesorio: La escenografía, la puesta en escena. El público asiste al rodaje de una película. El público es testigo de la creación de cada escena, de la preparación de los personajes, de lo que se respira entre las bambalinas de un estudio cinematográfico. Nada podemos objetar a este planteamiento, original, bien trabajado y estéticamente impecable. Aunque en alguna ocasión los diversos paneles que recrean las paredes del apartamento de los “Wendice” sean un poco pesados y “chirríen” (literalmente) dificultando la audición en algunos momentos; (pocos momentos, la verdad).

Sin duda, el valor de esta propuesta es la admiración que el conductor de este montaje siente por el director de la genial película, Alfred Hitchcock.

Pero, si nos introducimos en el aspecto verdaderamente importante de una obra de teatro, aparte del texto, la valoración es un poco distinta.

No sé si la iniciativa de “imitar” a los intérpretes de la película ha sido del director, o de los propios actores. De cualquier forma, considero que ha sido un auténtico error.

María Castro, no me gustó en La Ratonera, y ahora sigue sin gustarme. Me parece absurdo pretender emular a Grace Kelly en “su dulzura y elegancia al caminar”, como ella misma ha admitido en algún medio de comunicación, entre otras cosas porque no logra ser ni un poquito dulce y mucho menos elegante.

Me parece absurdo que Pablo Puyol, admita en el mismo medio de comunicación que al ver la película tomó la decisión de interpretar a un “Tony” diferente, porque el actor original le pareció un poco soso. Me parece absurdo porque entre otras cosas, Pablo Puyol (al menos en esta obra) resulta precisamente insípido.

En la pareja clandestina de “Crimen Perfecto” no hay pasión, no hay verdad, no hay atracción, no hay feeling... Pero seamos sinceros, tampoco lo hay con Jorge Sanz, quien se ha afanado sobremanera en “imitar” en todo, absolutamente en todo, a Ray Milland. Vuelvo a reiterar el error que me parece esta opción, aunque en el trabajo de Jorge Sanz hay algo de calidad. El actor tiene cierta presencia sobre el escenario y defiende de una forma aceptable el rol del marido que pretende eliminar a su mujer para hacerse con su fortuna.

El primer acto, se hace largo, pesado, aburrido... Características que desaparecen casi por completo en una segunda parte que levanta de una forma notable la intervención de Antonio Albella, recreando a un inspector de policía, agudo, perspicaz, con un humor ácido e inteligente. Este actor ha huido de la imitación, creando un personaje nuevo, con total acierto.

No podemos echar por tierra esta propuesta, seríamos injustos. Sin embargo, nuevamente, echamos de menos la materia prima, la presencia actoral, el buen hacer de unos intérpretes que quizá pretende quedar “oculto” tras una puesta en escena elaborada, original y estéticamente perfecta.

Sofía Basalo.

martes, 22 de noviembre de 2011

UNA VISITA INESPERADA. (Septiembre 2006)


UNA VISITA INESPERADA.

Teatro Real Cinema.

Autora: Agatha Cristhie.

Director: Gerardo Malla.

Intérpretes: Jaime Blanch, Charo Soriano, César Diéguez y Lola Casamayor, entre otros.

TEATRO Y SUSPENSE.

Por segundo año consecutivo, el nombre de la gran dama del suspense es protagonista en la cartelera teatral madrileña, donde ha recalado tras obtener en San Sebastián una gran aceptación.

“La Ratonera” constituyó la pasada temporada un rotundo e incontestable éxito, por esta razón, ha sido la misma productora, la que ha decidido, llevar a escena otro de los títulos más acabados de Agatha Cristhie, “Una visita inesperada”.

Ramón Barea, ha cedido la batuta de la dirección a Gerardo Malla, mientras Jaime Blanch, continúa prestando su rostro y su nombre al protagonista de unos relatos que logran conducir a la lectura al más reacio.

Esta obra, tiene una estructura circular. Comienza con lo que, en teoría, se corresponde con el final o desenlace de una novela de suspense, policíaca o de detectives: Un asesinato.

La incógnita: Descubrir el sujeto activo; el autor del crimen.

La trampa o cebo para los avezados sabuesos por dos horas: La resolución la tenemos ante nuestros ojos, a medida que la trama se desarrolla, nos puede parecer demasiado clara. Los personajes y la misma autora, se encargan de hacernos desconfiar de la primera y, a la postre, acertada impresión.

Ingredientes más que atractivos para una estupenda jornada teatral.

La acción se sitúa en una mansión de Gales. Es de noche. Una tupida niebla provoca el extravío de un turista foráneo que, en una inesperada visita, descubre el cadáver de un marido más que indeseable y a una asustada esposa que, junto al finado, porta en sus manos “el arma homicida”. Éste es el punto de arranque de una puesta en escena notable, llevada a cabo por unos intérpretes solventes que saben responder al tono de una acción que concentra toda la tensión, en la palabra y en el modo de decirla.

Estos intérpretes la saben decir y, de igual manera, aciertan a mantener la curiosidad del espectador en todo momento.

Jaime Blanch ha manifestado que “Una visita inesperada” es una obra de teatro puro y duro. Sin duda, lo es, ya que el actor y sólo él, es, en este caso, quien quita o da, cuerpo a un texto, como decíamos en un principio, acabado, bien concebido y perfectamente estructurado.

Por último debemos destacar el regreso a la dirección de Gerardo Malla; siempre perfecto en su labor, ya sea sobre o detrás del escenario. Su visión, cuidada al máximo, se deja notar en un engranaje perfecto que sabrá poner en marcha, la capacidad de deducción del público madrileño en la nueva temporada teatral.

Sofía Basalo.

sábado, 19 de noviembre de 2011

OJOS VERDES. MIGUEL DE MOLINA, IN MEMORIAM. (Septiembre 2011)


OJOS VERDES. MIGUEL DE MOLINA IN MEMORIAM.

Teatro Fernán Gómez.

Dramaturgia y dirección: Marc Vilavella.

Dirección musical: Marc Sambola.

Intérpretes: Marc Vilavella, Gracia Fernández, Anaïs López y Nacho Melús.

Guitarra y Oboe: Marc Sambola.

Piano: Gerard Alonso.

... SIN RECOMPENSA...

Más de dos años de gira. Más de dos años reivindicando el nombre y la figura de uno de los grandes de la copla. Más de dos años liberando de políticos prejuicios a un género mal ligado al franquismo. Más de dos años recordando a Miguel de Molina “¡El que tuvo que marcharse!”. Más de dos años haciendo memoria histórica conjugada en una primera persona a la que se quiso resarcir de la humillación, del exilio, de la vejación, del olvido... “con una simple medallita”...

Más de dos años caminando por la historia de un país en cuyo suelo quedaron grabadas las huellas de unas canciones capaces de hacer olvidar las heridas de la guerra, a las tropas de un determinado bando, en este caso, el republicano. Más de dos años vistiendo la piel de un malagueño que nacía el 10 de abril de 1908; la piel de un niño que se crió entre mujeres, que fue a un colegio de curas, que emigró a Madrid, que pudo ponerle un pisito a su madre, que descubrió el teatro y que jamás pudo separarse de su magia... Aunque le obligaron a separarse de su patria, una patria que aún en el exilio alargaría sus brazos prolongando la sombra de la humillación y la crueldad...

Marc Vilavella, director y protagonista de este musical, es también Miguel de Molina. Lo es, con una autoridad absoluta. Canta, adopta el acento andaluz, se mueve sobre el escenario y todo lo hace siguiendo fiel la sombra luminosa del artista. De hecho es el actor catalán el autor de una dramaturgia que hila inteligentemente la música y la biografía del personaje.

A Vilavella lo acompañan Gracia Fernández, Anaïs López y Nacho Melús, quienes a lo largo de la hora y cuarenta minutos que dura el espectáculo, darán voz a las personas que fueron importantes y formaron parte de la vida de Miguel.

Podemos decir que la propuesta tiene dos partes, emocionalmente hablando. La primera, hasta que comienza la guerra. Ésta transcurre con alegría, con optimismo, con la fuerza y el ímpetu de un joven lleno de energía y ganas de aprender, de descubrir el mundo, de descubrirse a sí mismo en la intimidad y sobre las tablas. En la segunda parte la contienda ha teñido de un color gris la vida de este hombre incapaz de disparar un fusil, de tomar parte activa en una lucha entre hermanos. Los cuatro intérpretes sobre el escenario, la España en guerra, cantan “¡Ay Carmela!” mientras van cayendo y dejando desolada sobre el suelo la bandera de la España republicana. Las tropas franquistas han vencido. Y la carrera de Miguel de Molina está sujeta a un contrato injusto del que sólo podrá librarse pagando con su vida y su integridad. Esto nos es explicado utilizando unos títeres, mientras un oficial franquista nos habla de la homosexualidad, enfermedad indigna y que debe ser erradicada de la España grande y libre del Caudillo. Miguel de Molina paga el precio de su libertad: El exilio. Las melodías de “Suspiros de España” y “El Emigrante” sobrecogen al público que llena la Sala II del Centro Cultural Fernán Gómez... Como lo hace el último acto de rebeldía que, en forma de canción, lleva a cabo este hombre, cuyos restos descansan en Argentina. En esta propuesta “La bien Pagá” es España, el pueblo, sus autoridades... que olvidaron a una gran figura de la copla, cuyas canciones le fueron adjudicadas a Concha Piquer, Doña Concha Piquer... Un país, como lo definía Camus “donde los hombres aprendieron que es posible tener razón y, a pesar de ello, sufrir la derrota; donde la fuerza puede vencer al espíritu y donde hay momentos en que el coraje no tiene recompensa...”

... Son hermosos estos Ojos Verdes que nos ayudan a mirar desde el punto de vista correcto, justo y ecuánime un pasado... Nuestro propio pasado... Si miramos y logramos ver, ésta será sin duda la única recompensa.

Sofía Basalo.

viernes, 4 de noviembre de 2011

19:30. (Diciembre 2010)


19:30

Naves del Español. Sala II

Autor: Patxi Amezcua.

Director: Adolfo Fernández y Ramón Ibarra.

Intérpretes: Adolfo Fernández, Fernando Cayo, Antonio Molero, Ángel Solo, Ramón Ibarra, Sonia Almarcha, Nerea Garmendia, Óscar Sánchez Zafra y Rafael Martín.

REALIDAD GRIS…

Ríes, piensas, sospechas, deduces… En una propuesta teatral de plena actualidad, de pasmosa actualidad, de rabiosa y cruda actualidad. Una propuesta teatral que coloca sobre la mesa los restos de una ética malherida por el “ligero” peso de cinco millones de euros encontrados en un maletín que portaba un político cuando fue hallado desnudo y borracho en plena calle, a altas horas de la madrugada. Una propuesta teatral que pone sobre la mesa los restos de unos principios olvidados entre los documentos de un “amañado” dossier de prensa, obediente a los intereses presupuestarios de un partido político. Una propuesta teatral que deja al descubierto los entresijos de una negociación económica que una bomba informativa de tal calibre puede llevar al traste. Una propuesta casi documental en la que se observa, se analiza, se examina el comportamiento humano; los “porqué” a veces contradictorios e incongruentes que mueven a las personas, que las impulsan hacia un fin u otro, sin tener en cuenta un medio inaceptable, inadmisible y frustrante; un medio justificado por el poder financiero, por el poder mediático... Poder, al fin y al cabo.

Patxi Amezcua ha escrito un texto ágil y nada demagógico. Un texto donde todo está perfectamente expuesto para que el público saque sus propias conclusiones. No se filosofa, no se adoctrina, no se emite juicio alguno. Vemos, observamos, somos testigos de unos hechos que están sucediendo en tiempo real.

El grupo de un partido político, junto a sus asesores, deberá mantener en silencio “El Vesubio” hasta las 19:30. Una dura y costosa negociación con el principal partido de la oposición, está en juego. La verdad no se puede decir, la ética y la política son incompatibles, todos han tenido que dar la espalda a sus principios en un momento determinado… Mientras el asesor más mezquino, más incapaz y más sinuoso hace la cama a su jefe… Mientras el compañero de militancia y corrupción calla su culpa por un buen fin: No perder las dos “Torres” y proteger al “Rey” para que quede intacto en una partida de ajedrez corrompida desde el momento en el que el primero de los contrincantes movió ficha.

Adolfo Fernández y Ramón Ibarra han dirigido a un elenco que realiza una labor magnífica, en una obra coral y tremendamente viva que nos mantiene en continua tensión el tiempo que dura la agonía de un partido político en el que respira el alma de todos y cada uno de aquellos que han sentido el latido del poder entre las manos.

Sobresaliente pues para una compañía que se sube nuevamente al escenario manteniendo los pies sobre la tierra para poner el dedo en una realidad doliente y maloliente.

Sofía Basalo.

domingo, 23 de octubre de 2011

INCREMENTUM. (julio 2011)

INCREMENTUM.

Naves del Español.

Autor: George Pérec.

Adaptador y director: Sergio Peris-Mencheta.

Intérpretes: María Isasi, Marta Solaz, Rebeca Ledesma, Ainhoa Aldanondo, Lara Cobos, Marta Aledo, Sergio Villoldo y Sergio Peris-Mencheta.

ESPERANDO A... UN JEFE DE DEPARTAMENTO...

Una hipotética y más que improbable subida de sueldo es el punto de partida de la radiografía metafórica de una sociedad enferma, adocenada y alimentada por el miedo, la impotencia y la sumisión consciente, de todos y cada uno de los ciudadanos que en su lucha diaria se conforman con las migajas hipócritas y cínicas que les reparte un determinado jefe de departamento o el jefe de un determinado jefe de departamento.

George Pérec ha escrito un texto envolvente, reiterativo, que avanza casi en espiral y que exige mucho de aquellos que tengan la valentía suficiente como para llevarlo a escena.
Sergio Peris-Mencheta ha tenido el arrojo de adaptarlo, dirigiendo así, una propuesta difícil y arriesgada.

En “Incrementum” no cabe la improvisación. Es un trabajo actoral de primer orden, en el que cada actriz, cada eslabón de esa cadena teatral lleva a cabo un papel muy definido, muy preciso. Un fallo en esa sucesión y la obra podría resentirse de manera clara.

No ocurre esto. Las seis intérpretes conocen a la perfección cada una de sus líneas y aunque en algún momento pueda parecer que un gesto concreto, un modo determinado, obedece a la naturalidad de algo que se improvisa a sabiendas, no es así.

María Isasi brilla de un modo sobresaliente en un reparto más que notable, dentro de una puesta en escena simbólica que de una forma esquemática y exacta nos transmite la sensación de ahogo de un día a día rutinario; nos transmite la realidad automatizada y obediente de los muñecos en los que nos convertimos a sabiendas o no, aceptando la palabrería hueca de un superior que por otro lado, no deja de ser un muñeco más.

Alguien mueve los hilos y nos reparte las migajas de un pastel amargo. Amargo como el transcurrir de un tiempo, de una vida, a la espera de ser recibidos por un jefe de departamento que nunca está, que nunca escucha, que no conoce nuestro nombre, que no conoce nuestras circunstancias... Y a quien le importamos un pimiento.

Claro está, George Pérec y Sergio Peris-Mencheta nos muestran esta realidad con unas gotitas de ironía... Todo es más fácil, todo es más digerible con el dulce y adormecedor sonido de una risa...

Sofía Basalo.

sábado, 15 de octubre de 2011

LAS MÁS FUERTES (Mayo 2011)

LAS MÁS FUERTES.

Teatro Fernando Fernán-Gómez.

Autor y director: Eusebio Lázaro.

Intérpretes: Yolanda Ulloa, Ana Marzoa y Eusebio Lázaro.

REALIDAD Y TEATRO.

A Eusebio Lázaro le interesa el teatro y las relaciones humanas que en su seno nacen, crecen y se desarrollan hasta morir. A Eusebio Lázaro le interesan el mundo del espectáculo en general, sus convenciones, la corrección política que envuelve su realidad y las mentiras que en nombre de esa corrección emponzoñan el rostro que de él recibimos.

En “Las más fuertes” dos actrices, dos mujeres, luchan por hacer visible su trabajo y su nombre. Podrían ser el mismo personaje contemplado en dos tiempos diferentes. El autor, director e intérprete de esta propuesta, ha preferido que no sea así. De esta manera, ha creado dos historias que, unidas, conforman “Las más fuertes”; título que el autor ha tomado de un relato de Strindberg, relato que en el primer acto de la doble propuesta de Lázaro, intenta interpretar Yolanda Ulloa, dando vida a la actriz que pelea por ser “La mujer X” personaje del autor sueco. Durante el proceso de ensayos, el público podrá ir viendo cómo salen a la luz los lazos sentimentales que unieron a esa mujer con el director de la obra. Unos lazos basados en la supremacía del hombre, en el poder y la sumisión. Unos lazos alejados de la igualdad. Los dos personajes debaten sobre esta relación, sobre una sociedad viciada, una sociedad creada por el hombre, para el hombre. La actriz expone la visión femenina de esta realidad; el director rebate esos razonamientos acentuando la posible demagogia de su exposición. El primer acto de esta doble propuesta es quizá una discusión sobre el papel de la mujer, un reconocimiento implícito de lo injusto de una realidad que nos obliga a ser la más fuerte para conseguir algo que el hombre tiene sumamente fácil. Eso sí, un debate que nos llega de la mano del teatro… Teatro que continúa en el segundo monólogo también escrito por Eusebio Lázaro e interpretado en esta ocasión por una soberbia Ana Marzoa. Ella es una actriz en el ocaso. Una actriz que al final de su carrera ha logrado el reconocimiento de sus compañeros, de su gremio. Pero, ¿es este premio un reconocimiento sincero?... En la soledad de su casa, mientras espera la hora de la ceremonia, mientras rebusca en su armario y ahoga los minutos en el alcohol, reflexiona, recuerda sus comienzos, los olvidos, la dureza de una ingrata profesión carente de memoria… Esa actriz cansada de guardar la apariencia, de mantener una corrección política a veces insultante, sube al escenario completamente ebria y recoge el premio. Tira el papel que contenía el diplomático discurso preparado a tal efecto y escupe la verdad que todos saben y callan, que todos sufren y esconden, de la que todos son culpables y se sienten víctimas.

“Las más fuertes” es ante todo, dos grandes actrices. Dos grandes mujeres que realizan un trabajo sobresaliente. Eusebio Lázaro ha sabido dirigirlas de un modo magnífico. Personalmente me ha gustado mucho más el segundo texto. El primero me parece un debate sobre las razones y la justificación del feminismo, de la reivindicación de unos derechos que todavía no son “nuestros”; un debate en el que la postura de la mujer choca, como es habitual, con la de un hombre incapaz de soltar su papel “hegemónico”… Nada más…

Sofía Basalo.

viernes, 7 de octubre de 2011

LA GRAN DEPRESIÓN. (Mayo 2011)

LA GRAN DEPRESIÓN.

Teatro Infanta Isabel.

Autores y directores: Félix Sabroso y Dunia Ayaso.

Intérpretes: Bibiana Fernández y Loles León.

… TODO ES LO QUE PARECE…

… Aunque los autores y directores de este proyecto, escriban en el programa de mano lo contrario…

… Esto parece un reclamo. Lo es.

… Esto parece un texto fácil, reiterativo, sin sustancia. Lo es.

… Esto parece un proyecto única y exclusivamente para lucimiento de dos nombres mediáticos y llenos de carisma que teatralmente tienen poco para dar. Lo es.

… Esto parece una oferta para personas “hipermegafans” de Loles León y Bibiana Fernández a los que poco les importa si son buenas o no, si lo que ofrecen merece la pena o no. Lo es.

… Esto parece la reunión pública de dos amigas. Dos amigas que se cuentan sus cosillas y lo hacen sobre el escenario. Lo es.

…Esto parece una excusa, un paréntesis, una reunión de colegas que desean echar unas risas y ganar un dinerito. Lo es.

… Y es todo eso porque de nada vale buscar algo de calidad en un texto manido, fácil, con chistes vulgares y sin inteligencia; porque de nada vale buscar a la actriz, a la buena actriz que no hay en Bibiana Fernández, preocupada única y exclusivamente en lucir tipazo… Pero tipazo con mayúsculas, todo hay que decirlo; porque de nada vale recordar una y mil veces que los micrófonos, sobre todo en teatros tan pequeños como éste, lo que hacen es poner de manifiesto la falta de profesionalidad y de voz de los que osadamente se suben a un escenario a jugar (de mala manera) a ser actores, actrices en este caso; porque quien lleva la voz cantante (literalmente) en esta reunión de amigos es Loles León, quien por otra parte no hace otra cosa que ser Loles León… Una Loles León ridiculizada (a propósito, supongo) al lado del tipazo de su compañera de reparto.

He intentado localizar alguna crítica del espectáculo… Pero no he encontrado ninguna. Supongo que a nadie le interesa exponer la realidad de un título que cada tarde llena a rebosar un teatro… Por otra parte, tampoco creo que sea de gran importancia lo que una servidora está escribiendo… Pues los aplausos sin venir a cuento se seguirán prodigando, todas las tardes, a lo largo de la hora y cuarto que dura esta… propuesta…

… Alguien me dijo que me iba a reír mucho con estas dos mujeres… Me reí un poco… Pero sólo un poco… Hasta quedar boquiabierta al descubrir que Bibiana Fernández vocaliza mucho mejor cuando “hace de tertuliana” en cualquier programa de radio y televisión que cuando se sube a un escenario…

En fin, supongo que cuando se dice que en medio de la crisis, feroz crisis que nos está envolviendo a todos en el color azul de los “perfectos postulantes”, al teatro le va muy bien, se quiere decir que la cantidad de público que acude a estos recintos (cosa extraña si hay tanta escasez)… es ingente… Pero qué quieren que les diga, nunca me he fiado del criterio del público mayoritario... (Elitista que es una –ironía-).

Sofía Basalo.

viernes, 30 de septiembre de 2011

UN MOMENTO DULCE. LA FELICIDAD. (Junio 2007)


UN MOMENTO DULCE. LA FELICIDAD.

Sala Ítaca.

Autor: José Ramón Fernández.

Director: Luis Bermejo.

Intérpretes: Miguel Barderas, Beatrice Binotti, Luis Crespo, Eugenio Gómez y Aída Villar.

TROCITOS DE CHOCOLATE...

... Es un encuentro entre las dos generaciones. Entre nuestros padres, nuestros abuelos... Un encuentro con nosotros mismos...

Un encuentro con aquellos que fuimos, con aquellos nombres que se han quedado dormidos en el sabor de una magdalena, en una foto en blanco y negro, en un vinilo, en las notas de una canción, en el pegamento solidificado de una chapa en la que figura el rostro de un jugador de fútbol, en las nubes oscuras del primer cigarro, en el sabor húmedo de un beso... quizá el primer beso... siempre fue el primer beso...

Un encuentro con el único instante capaz de sentarse a nuestro lado eternamente; con la única palabra que jamás se alejará de nuestros labios; con la única “intención” que seguirá siendo en potencia a pesar del pasado...

Un encuentro con los momentos que nos eligen para ser memoria. Un encuentro que nos busca en las postales gastadas de un verano... Un encuentro que camina a través de nuestros pasos para recuperarnos en los sueños que una vez pudieron ser...

José Ramón Fernández, con este texto, ha jugado para ganar. No sé si el ser humano es especialmente proclive a mirar hacia atrás, hacia el ayer, no sé si tiene especial interés en recordar con los cinco sentidos... no lo sé... pero es inevitable iniciar el camino cuando la puerta de las emociones queda abierta.

José Ramón Fernández ha abierto la puerta y la compañía Teatro del Zurdo nos ha recibido con los brazos abiertos y con “trocitos de chocolate”... Con la fuerza de los recuerdos...

La puesta en escena es realmente evocadora. Ocho cocinas de distintas épocas. Sobre la más moderna se está haciendo un cocido... sobre la más antigua hay, colocada estratégicamente, una lata de colacao...

La visita de Luis y su mujer, Bea, al padre del primero, enfermo de Alzheimer, es el detonante para que ella organice una reunión de amigos con el fin de recordar, de comprobar, de constatar quizá, que los momentos dulces son los últimos en abandonarnos, los únicos que no desertan, que no nos dejan solos a pesar del tiempo...

La música, los sabores, el amor, la inocencia... Incluso aquello que no fue, pero quisimos creer... Se harán presentes en una reunión verdaderamente cálida.

Los momentos divertidos e informales se mezclan, con total fluidez, con los monólogos más íntimos y reflexivos de algunos personajes... Incluso la biografía de Luis Molowny queda perfecta en el puzzle teatral de recuerdos que esta joven compañía nos ha regalado.

Quizá sea ése el truco... Los recuerdos vienen a nuestra mente sin orden, en un perfecto caos que nos suele hacer sentir... bien... mal... generalmente bien... recordar a veces es reinventar la vida...

Ésta es la propuesta. Un pretexto para detenernos, recordar, saber que fuimos, saber que somos y saber que podremos seguir siendo...

Un pretexto para dejar constancia de que la felicidad es una extraña compañera de viaje, inconstante quizá, pasajera seguro... pero fiel... a su manera... siempre habrá un momento en el que veremos su rostro... sólo hay que ser paciente y no forzarla... le gusta la libertad...

Un pretexto, un bonito pretexto, para descubrir que la eternidad es el presente... Y que sólo en él vivimos la dulzura de un infinito instante...

Un pretexto para no perdernos, para no dejarnos ir, para no dejar nada pendiente, para saborear todos los trocitos de chocolate que se han quedado perdidos en nuestro camino... Un pretexto breve... intenso... que nos deja un sabor dulce... emotivamente dulce...

... A la salida tuve mi momento dulce... en el programa de mano, nos dicen: “Sería un logro que salieran del teatro, comentando un momento dulce... “ pues sí, lo comenté... y se lo comento... puse la radio... (era sábado, 9 de junio, a las 22:00 horas...)... en antena, el carrusel deportivo... viví mi momento dulce... breve... y no dos veces bueno... de repente apareció Tamudo... y rompió la magia... qué voy a hacer... soy culé... no puedo evitarlo.

Sofía Basalo.

sábado, 24 de septiembre de 2011

CAMAS Y MESAS. (Julio 2011)


CAMAS Y MESAS.

Teatro Arenal.

Autor: Emilio Williams.

Directora: Isabel Pintor.

Intérpretes: Isabel Pintor, Juan Antonio Molina, Xavier Olza y Carlos Pontini.

LOS VARIADOS ROSTROS DEL AMOR...

El amor en todas sus formas y en todos sus estados. La amistad, el romanticismo, el instinto, la sublimación... El sexo, la comunicación, la complicidad... La infidelidad, la lealtad, la intimidad, el respeto...

... Y el perdón que envuelve todos los rostros de este sentimiento. La capacidad de perdonar, de valorar la relación que hasta ese momento unía a dos personas imperfectas, a dos seres que, como todos, cometen errores, son imprudentes, se dejan llevar por sus instintos y piensan después... cuando lo hecho, hecho está... cuando nada alcanza a borrar aquello que pudo o no, menoscabar la complicidad, el afecto, o el cariño... si es que algo puede menoscabar esos sentimientos...

El amor entre las camas y las mesas. El amor entre la pasión y la palabra. El amor en continuo desequilibrio. El amor capaz de caminar entre un campo de batalla minado por la rutina, la costumbre y un nocivo silencio. El amor capaz de lograr su plenitud en el idílico paisaje que dibuja una amistad... Una amistad incondicional... No sé si será necesario precisar que en el texto de Emilio Williams, ese hombre es homosexual... No sé si será necesario dudar de la hipotética amistad entre un hombre y una mujer cuando ambos son heterosexuales... Pero no es el caso que nos ocupa.

Esta obra que ha dado el salto de las salas alternativas al escenario comercial del Teatro Arenal, presenta a dos parejas. Una homosexual y otra heterosexual. Entre ellas camina el amor en todas su formas. Camina el día a día, los baches, los dilemas, las incertidumbres, el pasado y sus cenizas... Y un final tristemente feliz que apuesta por el amor incondicional de una amistad, por el amor capaz de acomodarse entre las imperfecciones que nos hacen humanamente perfectos, por el amor capaz de sentarse en el recodo del camino de la vida y después de un rato ponerse en pie y reanudar la marcha joven, dinámico y esperanzado. El amor en definitiva. Pero hasta ese momento, estos cuatro jóvenes se conocerán, se odiarán incluso, dejarán de creer en sí mismos, superarán sus crisis personales y de pareja, y seguirán viviendo.

El valor de “Camas y mesas” es un texto absolutamente humano, real, sencillo e inteligente a un tiempo. Un texto cuidado al máximo por un equipo de profesionales que han apostado por ello. Isabel Pintor ha realizado una labor de dirección extremadamente pulcra. Una labor acentuada por su reciente incorporación al reparto, completando de este modo, un cuarteto realmente notable.

Se ha dicho de este título que ha sido la obra sorpresa teatral del último año. Apostemos pues por las sorpresas tan positivas como ésta. Apostemos por el ser humano, capaz de amar... O de al menos, dejarse parte de la vida en el intento.

Sofía Basalo.

viernes, 16 de septiembre de 2011

CASA DE MUÑECAS (Febrero 2011)


CASA DE MUÑECAS.

Teatro Auditorio Federico García Lorca de Getafe.

Autor: Henrik Ibsen.

Dirección: Amelia Ochandiano.

Intérpretes: Silvia Marsó, Roberto Álvarez, Pep Munné, Ana Gracia, Pedro Miguel Martínez, Mamen Godoy, Ionel Pena y Cuca Villén.

EVOLUCIÓN SIN PORTAZOS…

Amelia Ochandiano afirma que “Casa de muñecas” no es un alegato a favor del feminismo, que “el portazo de Nora” no supone sólo su liberación, sino el principio del cambio de un mundo anquilosado, intransigente, incapaz de comprender… Amelia Ochandiano estima que “Casa de muñecas” es un clásico humanista; pero Henrik Ibsen, en su momento manifestó lo siguiente: “Nuestra sociedad es masculina y hasta que no entre en ella la mujer no será humana”. Me pregunto porqué la directora de este montaje ha precisado lo primero… Quizá no quiera que en un tiempo tan dado a demagogias se limite o menoscabe el mensaje que tan sabiamente nos dejó el autor noruego. Pero “Casa de muñecas” sí es un alegato a favor de la mujer, una mujer que con o sin portazo intentará cambiar el mundo, para hacer de él un lugar más habitable, una mujer que quiere mirar de frente al hombre, sin tener que levantar su cabeza para hacerlo, una mujer que no necesita la protección asfixiante de un hombre que la ve, la mira, la considera una niña eterna. Y en el fondo, creo que así lo piensa la directora, al incluir en el programa de mano la foto de una muñeca que llora. Una muñeca de tela cuya boca está cosida para que no hable, para que no se exprese… Una muñeca sin voz.

Sobre el escenario vemos una casa amplia. Con el mobiliario imprescindible. Varias aves disecadas intentan adornar el lugar. Una de ellas prende del simbólico techo, quiere volar. Es navidad y el matrimonio acaba de mudarse. Nora parece ser feliz, aunque intenta evitar ante su marido algún comportamiento que éste gusta de reprobar. ¿Qué hay tras las carcajadas infantiles de Nora. Qué hay tras el protector amor de su marido? Podríamos preguntarnos… Una realidad pronta a derrumbarse. Sus cimientos son demasiado frágiles como para soportar las mentiras elaboradas por una mujer que no ha querido herir el orgullo masculino de su marido.

A medida que la obra transcurra y vayamos descubriendo la realidad en la que sobrevive Nora, el salón donde todo tendrá lugar, irá quedando más limpio, más desierto. Las ropas de los personajes irán siendo más sencillas, más simples, más auténticas. La verdad de todos y cada uno saldrá a la luz para decirnos cómo será el tiempo que vendrá tras el milagro que espera Nora. Cristina, su amiga, viuda e independiente, encontrará a un compañero al que amar. El Doctor Rank, quizá el único hombre que ha querido bien a Nora, será el ejemplo auténtico de la dignidad, con tan sólo una carta marcada con una cruz y, por último, Krogstad, empleado de su marido y antiguo estafador, reconocerá su pasado y también su presente para decir la verdad y comenzar una nueva vida junto a la mujer que siempre amó…

Nora tendrá ante sí no el milagro que esperaba, sino la valentía marcada por la tristeza para hablar con su marido por primera vez, y marcharse de esa casa. Sin portazos. Dejando las puertas abiertas para que entre el aire de un nuevo mundo, mientras Helmer contempla atónito cómo “su muñeca” de pronto ha cobrado vida y voz.

La propuesta dirigida por Amelia Ochandiano es magnífica. Silvia Marsó es una Nora maravillosa. Niña cuando así la ve su marido y tristemente adulta cuando se dirige hacia él intentando que descubra sin éxito quien realmente es. Roberto Álvarez como Helmer también lleva a cabo un trabajo magnífico, así como Pedro Miguel Martínez, dando vida al Doctor Rank, cómplice incondicional de Nora. Todos los intérpretes están a la altura de un texto siempre actual, siempre conmovedor, más aún si cabe con ese final sin portazos, suave, casi dialogante, sutil, femenino… Quizá esa puerta abierta se escuche más y mejor que el clásico portazo…

Sofía Basalo.

sábado, 10 de septiembre de 2011

NI CON EL PÉTALO DE UNA ROSA (Abril 2011)


NI CON EL PETALO DE UNA ROSA

Teatro Lara.

Autora: Nieve de Medina.

Director: Juanfran Rodríguez.

Intérpretes: Nieve de Medina, Marta Poveda, Arantxa Aranguren y Rafael Rojas.

… AL FINAL DE LA ESCALERA…

… Al final de la escalera del Hall del Teatro Lara se oyen voces, gritos, llantos… Al final de la escalera se comienza a vivir el drama… Un drama cotidiano, reiterativo, diario… Un drama que desciende hasta llegar a los oídos de una vecina que plancha incansablemente para no escuchar una realidad ante la que no sabe cómo reaccionar… Un drama que se extiende hasta encontrar su propio eco en las formas de una hermana que no puede admitir el comportamiento aparentemente sumiso, aparentemente cobarde de una mujer que a estas alturas no se reconoce en su propio ser… Un drama que realmente desconocemos mientras lo vestimos de juicios, de opiniones, de sentimientos, que dejamos libres a partir de nuestra propia perspectiva a menudo errónea y siempre subjetiva… Un drama cuyas raíces se retrotraen hasta el mismo momento en el que la historia comenzó a ser escrita por la mano de un hombre, de muchos hombres… De los mismos que en pleno siglo XXI continúan matando los sueños, las aspiraciones, la autoestima de una mujer que simplemente lucha por ocupar un sitio en la sociedad… De las mismas féminas que se conforman con el estado actual de una sociedad todavía masculina, que osa calificar cada grito de libertad como demagogia barata, feminista y radical…

¿Por qué una mujer aguanta los malos tratos. Cómo hablar con la mujer que tras un número determinado de años ha dejado de sentirse completa. Por qué un hombre llega a convertirse en una bestia. Por qué muchas veces somos testigos mudos y sordos de la tragedia….?

Preguntas… Preguntas que Nieve de Medina ha planteado en un texto tan breve como intenso… Preguntas cuyas respuestas se hallan en las cuatro miradas, en las cuatro perspectivas, en las cuatro voces que desde este texto nos hablan, nos impelen a reflexionar antes de hablar, a ponernos en el lugar del otro antes de juzgar, a ser ellos para poder ser nosotros.

Una mujer maltratada (Nieve de Medina). Una mujer a punto de convertirse en una animal herido y moribundo. Una mujer salvada por la niña que fue, por la niña que desde el espejo le habla y devuelve la dignidad esparcida entre las humillaciones e insultos de un hombre que poco a poco ha ido borrando de su memoria todos sus sueños… Un hombre (Rafael Rojas) que tuvo una infancia normal, aunque se vio obligado a contemplar cómo su padre se convertía en un fracasado, en una sombra del que fue… Quizá no quiera convertirse en la penosa réplica paterna y por eso teme la figura femenina quizá más fuerte, más segura que su propia figura…

… Una joven (Marta Poveda) que aprendió a adorar a su hermana mayor … Una joven que no quiere admitir el ser en el que su hermana se ha convertido… Una joven incapaz de medir la violencia con la que pretende proteger a su hermana…

… Una vecina (Arantxa Aranguren) que escucha, que teme, que quiere, que a veces no puede y que plancha la gabardina que al final protegerá la libertad de la mujer que sobrevive en el piso de arriba.

Cuatro voces que junto a un violín nos regalan un realismo sobrecogedor. Cuatro rostros que reflejan la verdad que transmiten, la verdad que sucede al final de la escalera y sobre el suelo del Hall del Teatro Lara.

Nieve de Medina ha acertado al huir del tópico, del maltrato visual. Nieve de Medina ha acertado al permitirnos imaginar las broncas que día a día matan el alma de la mujer sin nombre, el alma de la mujer que cada jornada cae rodando por las escaleras para levantarse y caminar… Nieve de Medina ha acertado al hacer preguntas, al no plantear culpables, al invitarnos a comprender, a pensar antes de hablar, a reflexionar antes de emitir un juicio seguramente injusto. Nada surge de la noche a la mañana. Todo, hasta un maltratador necesita tiempo y dedicación… Y sobre todo, todos, absolutamente todos, podemos llegar a maltratar… aunque a veces, la violencia surja de nuestra propia rabia, de nuestra propia impotencia, de nuestro propio dolor.

Sofía Basalo.

viernes, 2 de septiembre de 2011

DAVID Y EDUARDO. (Junio 2011)


DAVID Y EDUARDO.


Teatro Lara.

Autor: Lionel Goldstein.

Versión y dirección: Ángel Fernández Montesinos.

Intérpretes: Fernando Conde y Juan Gea.


DELICIOSO ENCUENTRO

Dos hombres se conocen en el adiós de una mujer. Florence Halpern, esposa de David Halpern (Fernando Conde) ha muerto. En el momento del entierro, cuando el reciente viudo pide a su familia un momento de intimidad, se da cuenta de que no está solo ante la tumba de su esposa. Un hombre que lleva en sus manos un ramo de flores blancas se dirige hacia el lugar donde descansa “Flo” (como llamaba a su mujer). Ambos se conocerán, cruzarán unas palabras repletas de incógnitas… Más aún cuando el desconocido caballero le entregue al viudo una tarjeta y le pida, casi le exija, que vuelvan a encontrarse…

…Pasadas ocho semanas, ambos hombres se citan en Central Park. El extraño caballero, Eduardo Johnson (Juan Gea) resulta ser el primer amor de “Florence” como éste la llama. Un amor que nació antes de conocer a David, su futuro marido, y que se mantendrá a lo largo de cuarenta años. En ese segundo encuentro ambos hombres discuten, comparten la intimidad que respiraron junto a una mujer que resultó ser una desconocida para su propio esposo. Descubren que quizá una decisión errónea marcó sus vidas. David se siente traicionado, engañado… Para posteriormente reconocer que no fue del todo legal con una mujer que paradójicamente coleccionaba pares de guantes. En un momento dado comentará exaltado: “¡Habrá llegado a tener más de doscientos pares de guantes!”… Eduardo se sentirá humillado al descubrir que a finales de los años sesenta el marido del amor de su vida tuvo una amante, “la común historia entre el jefe y su secretaria”. Una historia que duraría tres años, porque ella dejó a David, quien recordará que un año más tarde regresaría para despedirse definitivamente y decirle que se casaba con otro hombre cuyas manos le recordaban a las que la amó tres días a la semana, sobre las cajas de cartón del almacén de la fábrica en la que los dos trabajaban…

Tras desencuentros verbales y emocionales, ambos hombres terminan admitiendo sus errores… Quizá el amor los visitó, quizá les dio la mano durante un momento, pero ninguno de ellos siguió sus huellas… Tal vez la costumbre, las normas sociales y familiares, las convenciones, el qué dirán... Obligaron a que los dos protagonistas y el nombre que planea durante toda la obra optaran por llevar una vida repleta de insatisfacciones y sueños incumplidos…

“David y Eduardo” es una obra deliciosa… Una obra que está impregnada de un humor sutil y absolutamente tierno. A lo largo del texto el autor deja sueltos ciertos detalles que nos revelan los sentimientos del tercer personaje, mientras David y Eduardo hablan de sus propias emociones. En un momento David, el marido “ultrajado” dice algo que quizá teme, y es que lo que hubo entre su mujer y Eduardo no fue una amistad incondicional, fue Amor… por parte de Eduardo está claro, pero ¿qué sentía Florence?... En ningún momento se nos dice de una forma clara y diáfana… Pero es el Amor el que hace que una pareja o dos parejas tengan su canción… es el Amor el que de una forma platónica o no, hace posible que una “amistad” perdure durante cuarenta años, con seis encuentros cada trescientos sesenta y cinco días…

Lionel Goldstein sí nos dice lo que sentía Florence por Eduardo… Pero, es el espectador el que tiene que atar cabos para descubrirlo… ¿Era la fallecida una caprichosa porque “coleccionaba” guantes?... ¿Qué tenían de particular los guantes?... Según le confiesa Eduardo a David, tras su matrimonio, ella no le permitió más que besarle la mano “enguantada”… Ése y no otro era su contacto físico… Y el beso se lo llevaba el guante… El guante que seguramente tras el encuentro, guardaba celosamente en su caja… atesorando así el beso del amor de su vida… Seguramente no volvía a ponerse ese guante… para no borrar las huellas del único contacto físico que se permitía con el hombre al que siempre amó…

Fernando Conde y Juan Gea hacen magia sobre un escenario casi desierto. Una pantalla donde se proyectan las imágenes de un cementerio y posteriormente de Central Park. Un banco, una mesa, unas sillas… Y para terminar una lápida con la forma habitual porque su marido no encontró una con forma de guante… No es necesario nada más, nunca se necesita más cuando el texto, los actores y el director son de tanta calidad.

Sin duda, “David y Eduardo” es una obra deliciosa, una joya que la compañía de Fernando Conde ha sabido cuidar eligiendo lo mejor para llevarla a escena…

Sofía Basalo.

jueves, 4 de agosto de 2011

FRANKENSTEIN (Marzo 2010)

FRANKENSTEIN O EL MODERNO PROMETEO.

Teatros del Canal.

Autora: Mary Shelley.

Dirección: Gustavo Tambascio.

Versión: Sarah Wallace.

Intérpretes: Raúl Peña, José Luís Salcedo, Javier Botet, Natalia Hernández, Eduardo Casanova, Nerea Moreno, Javier Ibarz, Emilio Gavira y Mario Sánchez.

Músico: Álvaro Alvarado.

… CUANDO LOS ERRORES SON EVITABLES…

Como le pasó al Conde Drácula, Frankenstein también fue víctima de la vulgarización y la simplicidad. Las películas de los años treinta y cuarenta, protagonizadas por Boris Karloff o la rematadamente disparatada y más reciente “El jovencito Frankenstein” interpretada por Gene Wilder, distan mucho de lo que quiso contarnos Mary Shelley. Tal vez la única muestra cinematográfica realmente fiel al texto original haya sido la que nos mostraba a una criatura a la que daba vida Robert de Niro y a un joven y apasionado estudiante de medicina interpretado por Kenneth Branagh; corría el año 1994. Esa película sí se adentraba en la ciencia, en los debates morales, en los límites de la práctica de la medicina, en la posibilidad de dar vida a una materia inerte. En la lucha por la supervivencia, en la soledad, en la indefensión de una criatura que ve la luz y cómo su padre rechaza su presencia, la desolación de una criatura que a través de los libros comprende al ser humano y se desilusiona al descubrir su incongruencia… La adaptación realizada por Sarah Wallace y dirigida por Gustavo Tambascio es fiel al espíritu original de la novela y aún más, al introducir debates filosóficos, académicos, políticos incluso, que se mantienen en nuestros días y que resultarían sumamente interesantes sino fuese por la duración excesiva de un montaje que podría haberse abordado de otro modo.

El director argentino ha dispuesto el escenario en el centro de la sala verde de los Teatros del Canal. El público rodea ese espacio de tal modo que la acción, desarrollada de forma independiente en los distintos rincones de ese cuadrilátero, no se ve ni se oye igual si te sitúas en un lado o en otro; con lo que según dónde te sientes, verás perfectamente por ejemplo, la resucitación de la criatura y a duras penas, los momentos en familia de los Frankenstein. De igual modo, como en alguna ocasión tenemos al músico al lado, tampoco se llega a escuchar del todo lo que dicen los intérpretes… En definitiva, la forma de concebir la escenografía, el modo de contar esta novela es muy deficiente; algo que acentúa su excesiva duración, convirtiendo en un elemento más que accesorio, la recreación de una película o algunos de los filosóficos debates, sobre todo en la segunda parte.

“Frankenstein o el moderno Prometeo” tiene escenas memorables, como la inicial aparición de la escuálida criatura, desnuda, frágil, gigantesca, interpretada por Javier Botet. Esta escena es verdaderamente impresionante, sin embargo la recreación de su huida, su alfabetización nos queda lejos y aún así también son escenas muy logradas. A la inversa les resultaría a aquellos que se situasen en la grada contraria, no verían cómo esa criatura intenta ponerse en pie a duras penas, sus primeros y tambaleantes pasos, la expresión de su rostro ante la marcha de su creador… Verdaderamente, la concepción formal supone un craso error, en un montaje que, en el fondo, está lleno de aciertos. Aciertos que provienen del buen trabajo de la mayoría de sus intérpretes.

El desdoblamiento del protagonista es sobresaliente. Ambos llevan a cabo el mejor trabajo interpretativo de la obra. Raúl Peña resulta demasiado exaltado, demasiado apasionado, debe acabar exhausto tras las tres horas de duración del espectáculo. El resto del elenco es notable… si bien, la nota global no supera el cinco.

Sofía Basalo.

viernes, 29 de julio de 2011

IRREDENTAS (Febrero 2010)


IRREDENTAS. (COMPAÑÍA TEATRAL QUENOSETEOLVIDE)

Teatro Auditorio Federico García Lorca de Getafe.

Autora: Victoria Herrera.

Director: Maximiliano Prioriello.

Intérpretes: Lara Belenguer, Rebeka Biguria, Miriam Correa, Victoria Herrera y Gloria Villalba.

FALLIDA HISTORIA DE MUJERES.

Es hermoso presenciar un proyecto elaborado con pasión, ilusión y entrega. Es admirable la labor de alguien que se esfuerza por hacer realidad un sueño dedicado a todos aquellos que no pudieron soñar, a todos aquellos a los que impidieron soñar… Aún así, no debemos dejarnos llevar por la emoción, por lo que puede haber detrás de un trabajo, detrás de unas palabras, detrás de un hecho que tuvo lugar en la España de 1939. Cuando la guerra civil terminó y las cárceles comenzaron a llenarse de seres humanos sin redención alguna…

Cinco mujeres protagonizan esta función. Tres de ellas encarceladas; sometidas a las torturas de una monja y de una funcionaria de prisiones, ambas con sus contradicciones, traumas y debilidades. Éste quizá es un punto más que interesante. La autora nos ayuda a comprender a estas dos mujeres. A una monja cuya vocación nace del hambre, de la escasez, de la necesidad, de la miseria, cómo no entender que una niña hambrienta y medio abandonada viese a Dios en los hábitos de una “Sor” que le dio la vida por segunda vez al acogerla en su convento… De igual manera comprendemos a una funcionaria de prisiones llena de resentimiento, de odio, de miedo hacia sí misma y sus sentimientos. Llena de presión por parte de unos padres que desoyeron sus deseos; traumatizada por las risas burlonas y crueles de unas compañeras indeseables… Una mujer que no sabe por qué siente atracción por una niña, por una presa a la que cuida con esmero, a la que evita torturar, a la que evita más dolor en una cárcel que ella contempla como su pasada prisión colegial…

Maximiliano Prioriello ha hecho un buen trabajo de dirección. Las intérpretes no realizan mal su trabajo, sin embargo su capacidad vocal es deficiente… el espectador tiene que hacer un denodado esfuerzo por escuchar las voces, las palabras, el texto de una obra que cuenta con un valor sentimental inmenso…

Si más de una vez hemos experimentado la mala acústica del Teatro de la ciudad de Getafe, en esta ocasión ha sido algo tremendamente desagradable. Si ya oíamos poco a las intérpretes, que por cierto, actuaban con micrófonos de ambiente, el sábado 13 de febrero, con el desfile de las carrozas carnavaleras pasando al lado del recinto… fue algo esperpéntico… mientras en el interior mataban a inocentes presas por pensar diferente… al lado se escuchaba la música alegre y festiva de la fiesta de Don Carnal y Doña Cuaresma… No estaría mal, que cuidaran este aspecto o que al menos, ese día no hubiera habido función.

… Por último reiterar que nada debe hacerse sin pasión, sin implicación emocional, sin corazón, sin alma… pero tampoco hemos de emprender una aventura movidos, exclusivamente, por la fe…

Sofía Basalo.

viernes, 22 de julio de 2011

CONTRAACCIONES. (Marzo 2011)


CONTRAACCIONES.

Teatro Lara.

Autor: Mike Bartlett

Traducción y versión: Lucy Collin.

Dirección: Pilar Massa.

Intérpretes: Pilar Massa y Goizalde Núñez.

EL PRECIO MÁS ALTO…

El teatro tiene una función; una función esencial que pasa por mostrarnos la realidad, por introducirnos de lleno en un espejo cuyos cristales nos traspasen y nos hagan daño, si es preciso.

“Contraacciones” nos hace daño, nos asfixia, nos ahoga como lo hace el sistema que hemos creado concienzudamente con el único fin de destruirnos, de ahogar nuestra maltrecha humanidad entre las garras de unos contratos leoninos redactados por nuestra inconsciencia…

Mike Bartlett, autor británico de tan sólo 30 años, ha escrito un texto de una eficacia absoluta. Cada palabra implica una contradicción, un paso más hacia la deshumanización de Emma (Goizalde Núñez), empleada imprescindible para la empresa que dirige el personaje interpretado por Pilar Massa. En cada reunión, el bisturí verbal de la impersonal jefa va incidiendo sutilmente en la intimidad de Emma. Quiénes son sus amigos, sus compañeros, cómo su carácter es capaz de fomentar un debate o discusión en el seno de la empresa, los actos que puede “perpetrar” con el fin de avanzar en una situación amorosa o sexual, el deseo de respirar el aire que circula más allá de las paredes de la compañía…

La impersonal jefa repite una y otra vez que su único empeño consiste en cuidar de los empleados. La impersonal jefa con una sonrisa neutra, aprendida, casi encajada en cada uno de los rasgos de su cara, repite una y otra vez la pregunta “Hola ¿Cómo estás. Todo bien?”…

La impersonal jefa seguramente una vez fue “Emma”; seguramente una vez quiso “apostar”, “jugar”, “amar”, “vivir”…; seguramente una vez se atrevió a respirar el aire que circula más allá de las paredes de la empresa que en ese momento dirige; seguramente olvidó su nombre y también “qué más había”…

Pilar Massa ha dirigido la puesta en escena de este genial texto. Un despacho impersonal. Una mesa rectangular. Dos sillas y 14 escenas rápidas, como cuchillos, como descargas eléctricas, como disparos de una realidad que mata lentamente el hálito de vida de la joven empleada. Creo que el lenguaje de gestos es algo que la actriz y directora ha tenido muy en cuenta en este trabajo. Los movimientos de cada uno de los personajes. Su sonrisa calculada mientras su cuerpo siempre está echado hacia atrás o con los brazos cruzados sobre el pecho (contradicción absoluta) y sin embargo, cuando pretende convencer a Emma o cuando pretende que demuestre la muerte de su hijo, su cuerpo se acerca, casi como una serpiente, a ella, que ante todo y en ese instante es una madre desolada… Algo que la empresa no puede admitir.

Goizalde Núñez está más que perfecta en la piel de Emma. En cada reunión más apagada, más indefensa, con el alma despedazada… En el camino se ha quedado el pañuelo de color azul que osó mostrar a su jefa en una de sus reuniones, no se dio cuenta de que quizá ese color era sinónimo de vida e indicativo de que algo estaba a punto de “perpetrarse”… Hasta concluir en la más absoluta anestesia… Seguramente, pronto olvidaría su nombre, sus ganas de jugar, a su hijo… Olvidaría lo que hay más allá de los libros de contabilidad…

Tal vez en algún punto sintamos que Mike Bartlett exagera. Sin embargo, no es así. Mike nos avisa. Nos alerta sobre lo que puede ocurrirnos como olvidemos que para ser libres hemos de rebelarnos; como olvidemos el valor que tiene la vida; como olvidemos quiénes somos, como no sepamos ver qué hay más allá de una sonrisa siempre igual y siempre inexpresiva, qué hay más allá de una palabra amable o del ánimo falsamente solidario de un compañero, de cualquier compañero… Mike Bartlett coloca ante nuestros ojos el precio, el alto precio, que casi sin darse cuenta termina pagando Emma… En nuestras manos está cambiar el rumbo de esta deshumanizada realidad…

Sofía Basalo.

viernes, 8 de julio de 2011

SE INFIEL Y NO MIRES CON QUIÉN (Junio 2009)


SE INFIEL Y NO MIRES CON QUIÉN.

Teatro Rialto.

Autores: Ray Cooney y John Chapman.

Dirección: Pilar Massa.

Intérpretes: Jesús Cisneros, Fernando Albizu, Yolanda Aréstegui y Antonio Vico, entre otros.

... NO ES FÁCIL HACER COMEDIA...

Hace treinta y siete años, este vodevil fue estrenado en el antiguo Teatro Maravillas; Pedro Osinaga fue su protagonista durante más de una década, algo impensable, quizá, en nuestros días.

Jesús Cisneros vuelve a recuperar esta comedia cuando se cumplen veinte años de su debut en el Teatro Albéniz con la obra “Con la mosca tras la oreja”. La compañía que dirige el actor ha llevado a cabo una adaptación del texto escrito por Ray Cooney y John Chapman en la que su actualización no se nota tanto en el lenguaje utilizado que, tal vez, sino en diversos comportamientos, diversos gags que si bien provocan la carcajada, no dejan de ser vulgares y carentes de originalidad...

Fernando Albizu me ha comentado que hacer bien la comedia es algo complicado y comparto esta afirmación... Sin embargo, esta compañía consigue hacerla más o menos bien en el segundo acto, justamente cuando el ritmo se acelera, cuando las entradas y salidas de las distintas habitaciones se hacen continuas y los equívocos se alzan como auténticos protagonistas... Mientras tanto, el primer acto es flojo, muy flojo diría. A los intérpretes les cuesta entrar en unos personajes sin energía que, a la postre, en sus respectivas pieles, resultan inanes...

Fernando Albizu es el mejor, con diferencia, dentro de un reparto mediocre y una dirección que sólo adquiere sentido en la segunda parte de una obra dividida en dos actos de forma innecesaria pues nada cambia en el decorado... Nada cambia en los actores que sin interpretar con demasiado entusiasmo sí adquieren el ritmo necesario para levantar una adaptación sin más objetivo que el de pasar el rato y echar unas risas... Objetivos, estos, que están más que cumplidos no ya por el vodevil propiamente dicho que perfectamente podría ser, sino por lo antes apuntado, una actualización que según en qué aspectos raya lo vulgar y en unas caracterizaciones que, sobre todo en el personaje de la asistenta, chirrían... ¿Por qué han dibujado un personaje así? Más que un ser humano del país que sea, se asemeja a un robot... tal es la inverosimilitud que lo determina y lo forzado del trabajo de una actriz que, sinceramente, si disfruta... lo disimula de mil amores.

La maquinaria teatral de la obra es impecable, su construcción infalible, el riesgo abordado por Jesús Cisneros y su compañía, loable... sin embargo, la adaptación es mediocre... se deja ver, a veces... pero nada más...

Sofía Basalo.