domingo, 27 de febrero de 2011

MUERTE ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA (Noviembre 2009)


MUERTE ACCIDENTAL DE UN ANARQUISTA.

Teatro Auditorio Federico García Lorca de Getafe. Festival Internacional Madrid Sur.

Autor: Darío Fo.
Dirección: Esteve Ferrer.
Intérpretes: Compañía Suripanta: Pedro Rodríguez, Paco Obregón, Simón Ferrero, Rubén Martínez, María Sol López y Jesús Martín Rafael.

SIEMPRE ACTUAL A PESAR DEL EXCESO.

Sin duda estamos ante un texto por el que el tiempo no ha pasado; ante un titular de periódico que podría tener la fecha de hoy. Nos encontramos ante un clásico por su temática, por su estilo, por su capacidad para llegar al espectador a través de la realidad que representa y el modo en el que esta realidad pasa la batería para sentarse a nuestro lado. “Muerte accidental de un anarquista” es una joya teatral que siempre será necesario revisar, que siempre será necesario recordar… Para ver si con el reiterado ejercicio se nos pega algo y su demoledor discurso nos despereza… Y precisamente hoy necesitamos ese vital despertador.
Llevar a escena “Muerte accidental de un anarquista” es una apuesta segura. Siempre vamos a ganar. El mensaje, los caracteres de todos y cada uno de los personajes, las situaciones… Todo ello confluye en una capacidad inusitada para convencer a un público entregado desde el comienzo a su infalible lenguaje teatral.
La risa no como elemento alienante, sino como vehículo de denuncia.
La propuesta que lleva a cabo Suripanta Teatro bajo la dirección de Esteve Ferrer es muy sencilla. Un gris despacho policial, una mesa, un par de sillas funcionales, dos armarios móviles y un maletín que atesora los valiosos documentos que desvelarán la verdad de lo que ocurrió el día de autos en ese lugar. A todo ello se une más de un guiño lleno de ironía dirigido a una real personalidad y algo que a mi parecer resulta innecesario: La excesiva y ridícula caracterización de sus personajes, sin olvidar la pequeña descompensación en el trabajo de los actores que puede restar fuerza a la obra.
De cualquier forma prima la necesidad de revisar un texto como éste, la necesidad siempre oportuna de recordar la función del teatro y su capacidad para entretener sin perder su compromiso social…

Sofía Basalo.

domingo, 20 de febrero de 2011

CONFIDENCIAS MUY ÍNTIMAS (Julio 2010)

CONFIDENCIAS MUY ÍNTIMAS.

Teatro Bellas Artes.

Autor: Jerôme Tonnerre.
Adaptación: Juan Luis Iborra y Antonio Albert.
Director: Juan Luis Iborra.
Intérpretes: Remedios Cervantes, Manuel Tejada, Jesús Cabrero y Sole Palmero.

… EL AMOR COMO TERAPEUTA…

El origen de esta pieza lo encontramos en el cine. Jerôme Tonnerre y Patrice Leconte escribieron un guión que se llevó a la gran pantalla en 2004. Ni qué decir tiene que el éxito fue inmediato. Un guión repleto de matices; unos personajes en los que el espectador podía mirarse y descubrirse… Y el amor. El amor como verdadero y único terapeuta. El amor como fuerza vital que nos empuja a abrir las puertas, las cajas, los baúles tras los cuales encerramos nuestro corazón y nuestros deseos. El amor que causalmente nos conduce hacia la puerta equivocada y hacia unos oídos equivocados y certeramente prestos a escuchar…
El estreno teatral en nuestro país tuvo lugar en Alicante con la adaptación de Juan Luis Iborra, también director, y Antonio Albert. Las artífices del proyecto y e intérpretes, fueron Remedios Cervantes y Sole Palmero. La solvente veteranía sobre las tablas llegó de la mano de Manuel Tejada y “el cuarto en discordia” y a la postre, verdadero psicoanalista, fue Juan Fernández, que en el camino dejó su sitio para que lo ocupase un Jesús Cabrero que ha introducido un ritmo demasiado rápido a su labor que no casa del todo bien con el que "suponemos" propio de la función.
Es cierto que el error de confundir a una persona por otra, una situación por otra, es algo recurrente; pero si lo obviamos y nos adentramos en lo que poco a poco se crea entre las dos personas que la causalidad ha unido, podremos llegar a ver aquello que el autor ha querido mostrarnos, con un lenguaje lleno de dobles intenciones, de diversos significados, de interesantes símbolos: Una realidad que nos está deshumanizando; una necesidad que nos hace más infelices e incompletos.
El Poder de la Palabra emitida desde dentro. El Don de una escucha libre de juicios previos y consejos gratuitos. La necesidad de una compañía que no nos ahogue, que no nos anule. La necesidad de tener al lado a un ser humano real y tangible que se atreva a caminar en la cotidianidad ajena sin quedarse en la comodidad de la superficie.
Todo ello tiene lugar en el despacho de un asesor financiero que ve pasar la vida abrazado a una corbata, mientras encierra sus sentimientos en infinitas cajas de música. La llegada de Ana (Remedios Cervantes) una mujer insatisfecha y anulada por la indiferencia egoísta de su marido, romperá los esquemas del Sr. Cuadrado (Manuel Tejada)-quizá el apellido del personaje, tenga también un doble sentido- abriendo poco a poco las ventanas de su despacho, las cajas de música coleccionadas, y olvidando apretar el nudo de una corbata que desaparecerá finalmente.
Además de los dos personajes centrales, tenemos a la ex novia del falso psicoanalista, interpretada por Sole Palmero y al verdadero médico, Jesús Cabrero, que paradójicamente no escucha, no se para a mirar a los ojos de quien le cuenta su vida, sus preocupaciones, sus problemas… Quizá, esa rapidez en la conducta, esa superficialidad en sus movimientos, haya sido acentuada para poner de manifiesto tal paradoja: Quien profesionalmente trata las enfermedades del alma no es capaz de escuchar sin que el dinero sea la recompensa. No es capaz de mirar a los ojos. No es capaz de tratar como una persona, a quien se sienta en el diván. No sabe escuchar, no quiere escuchar, sólo oye…
Estamos ante una buena propuesta teatral, una propuesta que nos invita a descubrir esos símbolos, esas dobles intenciones, ese lenguaje equívoco e inteligente, así como un elemento muy sutil, que también nos habla: El vestuario. En un principio vemos a Ana enfundada en un abrigo y en unas botas altas. A medida que las visitas al desconocido se sucedan, veremos cómo la ropa irá siendo más ligera: una chaqueta más o menos gruesa, un vestido más colorido, unas playeras… El pelo inicialmente recogido, finalmente irá suelto e incluso con un cierto toque sensual… Al igual que la chaqueta y la corbata en el personaje del asesor fiscal nos habla de esos sentimientos encerrados en numerosas vitrinas y cajas de música; la ropa y el peinado, en Ana, nos dice que esa mujer está reconociéndose cada vez que habla con ese hombre. Finalmente, no sabemos quién “cura” a quién… En cualquier caso, es el amor…
De igual modo, no podemos omitir que hay algo que impide que la función sea redonda… No sabría decir qué es, y sin embargo, salimos del teatro con la sensación de que algo le falta a esa historia de intimidades y confesiones…

Sofía Basalo.

domingo, 6 de febrero de 2011

PEGADOS (Mayo 2010)


PEGADOS.

Teatro Arenal.

Intérpretes: Ferrán González, Alicia Serrat y Gemma Martínez.
Músico: Joan Miquel Pérez.
Director: Víctor Conde.


NI TANTO, NI TAN CALVO.

Hace bastante tiempo, alguien me dijo, que debía tener cuidado con los adjetivos que otorgaba a todo aquello que veía, que debía tener cuidado con las estrellas con las que “premiaba” los espectáculos que me disponía a enjuiciar, que debía tener cuidado con la escala de valores, pues no habría puntuación posible para mí, si en una ocasión determinada, cruzaba “la frontera” y acudía a un teatro alemán, inglés, incluso norteamericano. Tengo la impresión de que la escala de valores que impera en nuestros días es muy corta, muy flexible, muy poco fiable… Tengo la impresión de que cualquier cosa es inmensa, inconmensurable, genial o sublime… Que algo esté bien es una cosa, que algo sea estupendo, magnífico, de lo mejor que se ha visto (esto obviamente no es un adjetivo pero funciona como tal) es otra cosa distinta. Que algo sea original es una cosa, que algo sea ingenioso e inteligente, es otra. Que algo cumpla con la expectativa es una cosa, que algo lo tenga todo, es otra.
Hoy en día se echa por tierra a quien tiene cierto espíritu crítico, y digo “cierto”… en cambio cuando se leen comentarios o críticas exageradas hasta el extremo, en lo positivo no pasa nada, se acepta de buen grado… ¿por qué?... No lo sé… y perdónenme si ante tanta crítica positiva en extremo he sentido, en el caso que nos ocupa, la necesidad de centrar la visión o perspectiva. Ese alguien que hace bastante tiempo puso el freno a mi entusiasmo, me ayudó mucho.
Si decimos que Gemma Martínez en “Pegados” es sublime… ¿Qué diremos de Elena Roger en su interpretación de “Piaf”?... Ya, ya estoy viendo sus comentarios “son dos musicales distintos en todos los aspectos” sin duda, pero centrémonos en los trabajos de cada una, saquémoslos, observémoslos independientemente… No habría adjetivos para calificar a la segunda.
Si decimos que este musical “lo tiene todo”… ¿qué diremos pues de “Sweeney Todd”. Qué es “todo” en un musical?... sí, ya estoy escuchando sus comentarios, “Pegados” es un musical de pequeño formato y “Sweeney Todd” no.
Analicemos: Música en directo, claro; una buena historia, unos intérpretes que actúen y canten bien y en directo claro; lo de la escenografía no lo sé, a mi parecer no es tan importante… ¿qué más?... No lo sé, estoy abierta a todo tipo de sugerencias al respecto.
Tras esta pequeña introducción procederemos al análisis: (tono irónico, no me malinterpreten)
“Chico encuentra chica” historia común. Historia trillada. Historia más que conocida porque siempre el final tiene que ser feliz sino, no tiene gracia. Es cierto que este musical da una “vueltita” de tuerca. Aquí, el chico no encuentra chica sino que, en un principio lo que encuentra es “cacho”. Tenemos pues, que el chico encuentra ligue y lógicamente, se enrollan, pero se enrollan del todo, tanto que acaban pegados. Él no puede “salir” de ella. Ante tan surrealista situación y la imposibilidad de solución, lo único que estos dos jóvenes pueden hacer es acudir a un hospital para que un profesional “deslíe el lío”… Al final y tras una noche llena de presencias curiosas, de situaciones semiabsurdas y ciertamente hilarantes, todo se resuelve para bien y el chico ve más allá del “cacho”, triunfando el amor. Si algo del “todo” que debe tener todo musical es la historia, una buena historia, éste no la tiene, seamos objetivos. Sí posee la particularidad que la hace “aparentemente” distinta. Sí tiene un guión divertido, hasta cierto punto y que roza peligrosamente la grosería, sin llegar a serlo. Los personajes están más o menos bien dibujados aunque del único que podemos sacar “chicha” es de la enfermera que “muy bien” interpreta Gemma Martínez. En su personaje, en su trabajo se asienta todo el ingenio de un guión normalito, no exageremos. La música, es pegadiza pero personalmente a un musical le pido más; como les pido más a unos intérpretes que cantan bien, que interpretan bien (aunque sus personajes, vuelvo a repetir no tienen gran dificultad, salvo la física para moverse y mantenerse pegaditos), pero tampoco son poseedores de una gran voz; volvemos a ser objetivos.
¿En qué radica la “diferencia” de este musical? No lo sé, la verdad… No lo sé. ¿En su pequeño formato? No es el único y ni tan siquiera es el primero, sinceramente. ¿En la vuelta de tuerca del tema? Es lo mínimo cuando se aborda un argumento tan común…
En fin, ni tanto ni tan calvo. No está mal, pero tampoco es para echar cohetes.

Sofía Basalo.