lunes, 30 de junio de 2014

EL BAILE. (Marzo 2014)



EL BAILE.

Centro Cultural Fernando Fernán-Gómez.
Autor: Edgar Neville.
Versión: Bernardo Sánchez.
Director: Luis Olmos.
Intérpretes: Pepe Viyuela, Susana Sánchez y Carles Moreu.

… UN SUCEDÁNEO…

Seguramente Edgar Neville escribió en los años 50 una comedia romántica deliciosa, con diálogos brillantes y personajes profundos.
Seguro, no lo niego, pero la actualización a la que se ha visto sometida, la han convertido en una comedia romántica, sin más. Bien interpretada, bien dirigida, pero nada más.
No he leído esta obra (la original), tampoco su secuela (Una segunda que el autor escribió a la vista del enorme éxito que “El Baile” obtuvo en aquel tiempo) pero sí la vi con alguien que leyó las dos y que, a la salida, me dijo que había estado bien, aunque los “corta-pega” se notaban demasiado. No tengo nada en contra de las versiones o actualizaciones, pero se han de hacer sin que la calidad quede menoscabada y aquí, creo, que se ha quedado lastimada.
No puedo decir que “El baile” sea una obra mal hecha, mal interpretada porque no es así. Incluso el personaje que interpreta Pepe Viyuela es más que entrañable por su rareza, su amor repleto de generosidad, porque no existe una persona así, en definitiva… Y sería maravilloso que existiera. Pero, a mis ojos, no tiene nada de especial, nada porqué ser recuperada. Es una comedia, en la que el amor se pasea imperturbable y eterno a lo largo de casi un siglo. Nada más.
Decir que este baile que nunca se llega a efectuar y que se divide en tres partes (tres pasos a tres) es la conjunción de las dos obras que escribió originariamente Neville. Los dos primeros se corresponden propiamente con El Baile, pero el tercero, el que se sitúa en esta época, pertenece a la secuela de la obra, donde el personaje femenino es la nieta de la protagonista que es como “una gota de agua” y que sigue siendo el eterno amor de los dos amigos.
“El baile” es una propuesta muy sencilla en la que los intérpretes se mueven de un modo muy ágil y muy cómplices. Todo parece muy fácil en ella, todo fluye con un ritmo muy suave y delicado.
Los tres actores están impecables. El único “pero” que puedo ponerle es, en este caso, una versión que ha simplificado en exceso una literatura dramática brillante e ingeniosa (según me han dicho y según he podido leer en diversos medios de comunicación)


Sofía Basalo.

miércoles, 11 de junio de 2014

LAS CHICAS DEL CALENDARIO. (Abril 2013)



LAS CHICAS DEL CALENDARIO.

Teatros del canal.

Autor: Tim Firth.
Director: Antonio Calvo.

Intérpretes: Beatriz Carvajal, María Garralón, Berta Ojea, Soledad Mallol, Asunción Balaguer, Cati Solivellas y Carmen Esteban, entre otros.

MUCHO RUIDO Y POCAS NUECES.

Estamos ante una historia conmovedora, con cierto punto reivindicativo, con bastante tono moralista, que promete mucho pero que nos deja insatisfechos.
Esta insatisfacción nos llega desde múltiples puntos de vista:
Por un lado, la escenografía, ciertamente trabajada, pero demasiado grande, demasiado pesada, ralentiza la acción y acentúa el carácter accesorio de algún que otro personaje y alguna que otra escena; con lo que el trabajo empleado en ella, resulta baldío.
Por otro lado, el trabajo de las actrices y sus diálogos son forzados y carentes de verdad. A veces, tenemos la sensación de estar ante el televisor, viendo una de las múltiples series en las que más de una han participado; las risas son falsas y a veces gratuitas. Siguiendo con el elenco, pasamos a los secundarios: Qué malos son los intérpretes que dan vida al fotógrafo del famoso calendario y a la peluquera, amante del marido de una de las chicas del calendario.
Este actor y esta actriz, hacen de sus personajes unas caricaturas, malas caricaturas, que sobran absolutamente y que, en el caso de la peluquera, forma parte de un toque moralista que resulta pasado y desagradable.
Personalmente, “Las chicas del calendario” me ha decepcionado por completo. No me conmovió nada la historia. No me pareció creíble ni convincente ese instituto femenino con tan sólo 6 integrantes, para un calendario de doce meses.
No me creí a la directora, otra caricatura de esa asociación; tampoco las diversas escenas, lentas en su sucesión y algunas, muy cortas en su ejecución, que son sketches televisivos vestidos de un humor demasiado visto.
“Las chicas del calendario” es demasiado larga para un argumento tan simplista. Sin embargo, tendrá mucho éxito. “Las chicas”, veteranas en su profesión, cuentan con numerosos fans y saben ganarse a un público sediento de risas fáciles…

Sofía Basalo.

miércoles, 4 de junio de 2014

UNA VIDA ROBADA. (Enero 2014)

UNA VIDA ROBADA. (LA MALA MEMORIA)



Centro Cultural Fernando Fernán Gómez.
Autor: Antonio Muñoz de Mesa.
Directores: Antonio Muñoz de Mesa y Julián Fuentes Reta.
Intérpretes: Carlos Álvarez Novoa, Asunción Balaguer, Liberto Rabal y Ruth Gabriel.

NI CHICHA NI LIMONÁ.

Podría ir al grano y limitarme al pensamiento que se apoderó de mi cabeza cuando comencé a ver esta función. Podría ser comedida, condescendiente e incluso aplaudir el hecho de que un tema que ha comenzado a salir a la luz hará poco más de un año, sea llevado con tal celeridad a un escenario; pero no me apetece. No me apetece porque creo que se ha querido aprovechar el “boom” que todavía existe sobre “la real y macabra historia” de los niños robados, porque se ha hecho con un texto pobre y previsible (desde un principio intuí que los dos personajes más jóvenes tenían mucho que ver genéticamente), porque esa intriga, ese suspense del que habla su autor casi no existe… Quizá  tanto cambio de escena, tanta lentitud, tanta parsimonia en la conducta de los dos jóvenes provoca que interiormente queramos darles un empujoncito, dar un empujoncito en general, a una función cuyo valor reside únicamente en Carlos Álvarez Novoa; en la fuerza y vitalidad da a su enfermo, que no desmemoriado, personaje.
Considero, pues, que “Una vida robada” es un pobre intento de llevar al escenario un tema con mucho contenido, con mucho fondo, un tema que merecía más, como quizá podría merecer más el debut teatral de Liberto Rabal.


Sofía Basalo.