viernes, 23 de diciembre de 2011

LLAMA UN INSPECTOR (Septiembre 2011)


LLAMA UN INSPECTOR.

Teatro de La Latina.

Autor: John Boynton Priestley.

Director: José María Pou.

Intérpretes: Carles Canut, Victòria Pagès, Rubén Ametllé, Paula Blanco, David Marcé y José María Pou.

LA LLAMADA DE LA CONCIENCIA.

La hipocresía se viste de gala la noche en que la hija de los Birling se comprometerá con un joven apuesto y de buena familia. La hipocresía descansa en las paredes de la elegante mansión de la adinerada familia; en la falsa tranquilidad del hombre que se preocupa de sí mismo; en la falsa solidaridad de la mujer que preside una caritativa asociación destinada a ayudar a quienes lo precisan; en la ilusoria fidelidad de un novio amante que para acallar su deslealtad le regala a su prometida el anillo que esperaba; en el doloso silencio que esconde la realidad por la que camina a trompicones el más joven de los Birling...

... Pero esa noche el rostro de la mentira, de los falsos cimientos sobre los que descansan la nueva sociedad cosida con los retales malolientes del egoísmo quedarán al descubierto... Esa noche un hombre extraño hará una visita a los Birling... Entrará en su casa sin que nadie abra la puerta y de una manera casi hipnótica, hará admitir, suave pero firme, la responsabilidad de todos y cada uno de los miembros de esa familia, en el suicidio de una joven llamada Eva Smith.

Ese hombre extraño, ese inspector que intenta encontrar el porqué de la conducta de la joven, hace su aparición en las postrimerías de una cena salpicada por las capitalistas teorías del patriarca familiar. Ese hombre, ante el que el tiempo se detiene, ante el que la voluntad se derrumba, ante el que las paredes de la inconsciencia caen, ante el que de nada vale eludir la responsabilidad de una vida que transcurre en colectividad, irá interrogando uno a uno a todos los miembros de esa familia; venciendo su débil resistencia... Hasta quedarse en el espíritu concienciado de la “prometida” que verá cómo su compromiso se diluye al igual que un papel ahogado en el agua sucia de la mentira...

... Nada será igual tras la visita de ese ser enigmático, aunque así lo pretendan dibujar el miedo y la indiferencia... Nada sería igual aunque el teléfono no hubiese sonado y una voz avisase de la próxima visita de, esta vez sí, un inspector de policía.

El Teatro de la Latina inicia su temporada con una de las obras más celebradas del autor británico J.B. Priestley, en un montaje que ha tenido ya un notable éxito en Barcelona, bajo la dirección de José María Pou, que interpreta al misterioso inspector que esa noche irrumpirá en las vidas de los Birling. El montaje es realmente sobrio y está cuidado al milímetro. Me han gustado los detalles que muestran al público, quizá más profano, “la naturaleza” de esa visita. El hecho de que cuando ese inspector entra en la casa deje de llover o que la puerta se abra y cierre sola, nos indica que el tiempo se ha parado, que lo que está ocurriendo es una especie de paréntesis en la noche, en la cena, en los postres, en la conversación de los seres que en esa velada dejarán su pasado, sus circunstancias o un capítulo de ellas, a la intemperie.

Las interpretaciones son impecables. Carles Canut está espléndido como cabeza de familia, intentando de un modo casi intransigente y dictatorial, imponer su filosofía en la juventud alocada e insegura de su hijo. Victoria Pagès es de un modo más que notable la mujer preocupada por la apariencia, por parecer digna de la asociación que preside, por mantener el buen nombre y la honorabilidad de su familia, incapaz de ver la viga que ciega sus ojos mientras señala acusadora la paja en los ajenos. José María Pou es el inspector que con una firme serenidad irá dejando al descubierto y sin más defensa que la propia responsabilidad, las conciencias de los comensales.

Rubén Ametllé, Paula Blanco y David Marcé completan un reparto sobresaliente, en un montaje magnífico.

Sofía Basalo.

viernes, 16 de diciembre de 2011

LA ALEGRÍA DE VIVIR (Octubre 2011)


LA ALEGRÍA DE VIVIR. (DESIGN FOR LIVING)

Teatro Galileo.

Autor: Noel Coward.

Versión: José Ramón Fernández.

Dirección: Francisco Vidal.

Intérpretes: Candela Serrat, Francisco Vidal, David Villanueva, Fernando Escudero y Lorena Jiménez.

LA ALEGRÍA DE SER LIBRE.

Canta Serrat “A menudo los hijos se nos parecen”... Y en este caso tiene razón. Candela Serrat, la menor de sus vástagos, ha debutado en el teatro con una comedia elegante, optimista, rompedora y absolutamente feliz. La joven actriz se ha preparado de forma concienzuda antes de dar este gran paso y el resultado ha sido más que positivo.

Candela Serrat da vida a Gilda. Una joven llena de energía. A veces seductoramente déspota, otras enigmáticamente dulce y siempre inspiradora, capaz de enamorar a todo aquel que se enfrente a sus ojos brillantes, retadores e irresistibles.

“La alegría de vivir” o “Design for Living” como la tituló su autor en 1933, es un canto a la vida, a la libertad, a la valentía de ser quienes somos independientemente de lo que puedan decir, pensar o juzgar los demás. Noel Coward se encontró con la imposibilidad de mostrar su obra en la mojigata sociedad británica de los años treinta; no pasó lo mismo en Estados Unidos, lugar donde, de la mano de Ernest Lubisch y el séptimo arte, pudo ver la luz. Los tres vértices de este atractivo triángulo fueron Gary Cooper, Fredrich March y Miriam Hopkins. Los tres nos regalaron un film inolvidable e intemporal.

Dicen que quienes ponen reglas al juego del amor es porque no se han atrevido a jugar. Francisco Vidal, recordando que el teatro es también un juego, ha decidido llevar a escena este clásico de Noel Coward, con la versión de un autor más que solvente, José Ramón Fernández.

El resultado es sobresaliente. Si Candela Serrat nos muestra todo lo que puede llegar a ser, no son menos los jóvenes que la acompañan en este recorrido emocionalmente vital, David Villanueva y Fernando Escudero. Los tres intérpretes llenan con su energía y vitalidad un escenario dispuesto en tres partes, en tres momentos, en tres etapas, que quizá nos habla de cada una de las partes de este triángulo, de cada una de las fases que va recorriendo una mujer que quiere ser “normal” dentro de una sociedad “aburridamente costumbrista” y que al final de este camino descubrirá que ser así no es ser mejor, que amar a dos hombres al mismo tiempo no es ningún error si este amor la hace crecer, la hace mejor persona, y a un tiempo hace grandes a aquellos a quienes ama; que el verdadero error es pretender ser aquellos que no somos a sabiendas, pretender actuar como quieren que lo hagamos, pretender adaptarnos a unas normas que no nos hacen felices...

“La alegría de vivir” es un canto a la vida, a la felicidad, a la libertad... Y así lo ha transmitido una compañía que ha respetado en todo momento la clase y la elegancia que caminan de la mano de la alta comedia.

Sí, desde luego, la única regla que pone Coward y que reflejan los artífices de este proyecto la dice el personaje de Gilda, interpretado por Candela Serrat: “Ese juego me tiene que hacer mejor”. Ahí está la sabiduría del autor inglés. Ahí está la sabiduría del ser humano que de un modo valiente y decidido es él mismo y no lo que pretenden los demás, anclados en unos usos rancios... respetables sí, pero nunca obligatorios.

Sofía Basalo.

lunes, 5 de diciembre de 2011

CRIMEN PERFECTO (Septiembre 2011)

CRIMEN PERFECTO.

Teatro Reina Victoria.

Autor: Frederick Knott.

Director: Víctor Conde.

Intérpretes: María Castro, Jorge Sanz, Pablo Puyol y Antonio Albella, entre otros.

Escenografía: Ana Garay.

... ESCENOGRÁFICO HOMENAJE AL CINE...

No podemos negar que el homenaje al cine está logrado. Sobre todo si nos quedamos en lo accesorio, en lo que para quien escribe es accesorio: La escenografía, la puesta en escena. El público asiste al rodaje de una película. El público es testigo de la creación de cada escena, de la preparación de los personajes, de lo que se respira entre las bambalinas de un estudio cinematográfico. Nada podemos objetar a este planteamiento, original, bien trabajado y estéticamente impecable. Aunque en alguna ocasión los diversos paneles que recrean las paredes del apartamento de los “Wendice” sean un poco pesados y “chirríen” (literalmente) dificultando la audición en algunos momentos; (pocos momentos, la verdad).

Sin duda, el valor de esta propuesta es la admiración que el conductor de este montaje siente por el director de la genial película, Alfred Hitchcock.

Pero, si nos introducimos en el aspecto verdaderamente importante de una obra de teatro, aparte del texto, la valoración es un poco distinta.

No sé si la iniciativa de “imitar” a los intérpretes de la película ha sido del director, o de los propios actores. De cualquier forma, considero que ha sido un auténtico error.

María Castro, no me gustó en La Ratonera, y ahora sigue sin gustarme. Me parece absurdo pretender emular a Grace Kelly en “su dulzura y elegancia al caminar”, como ella misma ha admitido en algún medio de comunicación, entre otras cosas porque no logra ser ni un poquito dulce y mucho menos elegante.

Me parece absurdo que Pablo Puyol, admita en el mismo medio de comunicación que al ver la película tomó la decisión de interpretar a un “Tony” diferente, porque el actor original le pareció un poco soso. Me parece absurdo porque entre otras cosas, Pablo Puyol (al menos en esta obra) resulta precisamente insípido.

En la pareja clandestina de “Crimen Perfecto” no hay pasión, no hay verdad, no hay atracción, no hay feeling... Pero seamos sinceros, tampoco lo hay con Jorge Sanz, quien se ha afanado sobremanera en “imitar” en todo, absolutamente en todo, a Ray Milland. Vuelvo a reiterar el error que me parece esta opción, aunque en el trabajo de Jorge Sanz hay algo de calidad. El actor tiene cierta presencia sobre el escenario y defiende de una forma aceptable el rol del marido que pretende eliminar a su mujer para hacerse con su fortuna.

El primer acto, se hace largo, pesado, aburrido... Características que desaparecen casi por completo en una segunda parte que levanta de una forma notable la intervención de Antonio Albella, recreando a un inspector de policía, agudo, perspicaz, con un humor ácido e inteligente. Este actor ha huido de la imitación, creando un personaje nuevo, con total acierto.

No podemos echar por tierra esta propuesta, seríamos injustos. Sin embargo, nuevamente, echamos de menos la materia prima, la presencia actoral, el buen hacer de unos intérpretes que quizá pretende quedar “oculto” tras una puesta en escena elaborada, original y estéticamente perfecta.

Sofía Basalo.