martes, 29 de junio de 2010

VAMOS A CONTAR MENTIRAS. (Enero 2010)


VAMOS A CONTAR MENTIRAS.

Teatro Marquina.

Autor: Alfonso Paso.
Director: Mara Recatero.
Intérpretes: Ramón Langa, Pepe Carabias, Andrés Arenas, Esperanza Lemos, Antonia Paso, Carlos Urrutia, Alberto Magallares y Elena Martín.

… AHORA LES CONTAREMOS LA VERDAD.

No les voy a mentir. No les voy a decir que me sorprendió el nuevo proyecto de Gustavo Pérez Puig y Mara Recatero. No les voy a decir que ciertamente es éste La Recuperación Feliz del autor; pues hace cinco años Jaime Blanch dirigió el mismo título; con lo que “recuperación” puede, pero de ahí a que el director madrileño se alce con el título honorífico del “único empresario privado” que se ocupa de recuperar a los autores españoles de mediados del siglo XX, va un trecho considerable, sobre todo cuando habla de “rescate” y no se molesta en escoger otro de los muchas textos que según parece escribió Alfonso Paso. Si nos ponemos a “recuperar” hagámoslo de una vez y no llevemos siempre a escena el mismo título. No les voy a negar que la obra tiene “su punto” y que sobre todo, en el segundo acto, el enredo te conduce a la sonrisa, repito, sonrisa. No les voy a negar que el envoltorio de esta propuesta sin dejar de ser costumbrista no está mal; quizá porque en esta ocasión no se ha recurrido a Gil Parrondo como escenógrafo, sino a Alfonso Barajas, que le ha dado cierto estilo, cierta clase, sin dejar de ser, repito, una puesta en escena, como el mismo texto, costumbrista y claro ejemplo del teatro de evasión que se solía representar en España, en los años sesenta; justamente la época a la que como es habitual nos conducen estos empresarios. No les voy a negar que los intérpretes son buenos y que resuelven con eficacia sus personajes. Todo ello podría llevarnos a la conclusión de que estamos ante una comedia, en cierto modo divertida, que no está mal. Sin embargo, no es así. ¿Por qué? Porque partimos de algo que hoy en día resulta inadmisible. Algo que en el siglo XXI no se puede hacer o no se debe. Algo que puede resultar hasta hiriente. ¿Qué es? Se preguntarán. Un personaje femenino que resulta ser un florero; un objeto; un ser ocioso; una persona que no hace nada; un ser que está al servicio de los placeres de un marido que le aguanta sus mentiras porque claro, tiene ciertos atributos más “monos” que los de sus inseparable amigo “Lorenzo”… ¿No creen que este personaje femenino está “dibujado” por un señor un poco machista?... ¿No creen que una obra que parta de esta premisa no tiene lugar hoy día?... ¿No creen que un texto así no es necesario, incluso más, sobra y estorba? A mí me estorba, como me estorban las risas y carcajadas de un público de cierta edad… como me estorban los comportamientos machistas en la vida privada, en la vida laboral, en la vida social… como me estorban las explicaciones demagogas que intentan criticar la ley de discriminación positiva… como me estorba la incapacidad para valorar profesionalmente, y sólo profesionalmente a una mujer en un centro de trabajo… Pero claro, si se considera “cultura” un texto como éste… si se considera necesario recuperar un texto como éste… no me extraña nada.
… No hay que olvidar a los autores españoles… pero si de determinados dramaturgos no podemos encontrar un texto mejor, más valdría guardarlos en un baúl… Debemos ser conscientes de una cosa y es ésta: El éxito no implica calidad. El éxito no hace a un autor “clásico”. El éxito no conduce a la inmortalidad. En los años cincuenta y sesenta este señor tuvo mucho éxito, no sé cuántos teatros a la vez programaron sus comedias… ¿Qué teatro se hacía entonces sin contar el teatro independiente, a Buero Vallejo y por supuesto, las obras que eran censuradas y por tanto, irrepresentables?... ¿Merece ser representado ese teatro?... En fin… No nos extrañemos entonces de nada de lo que aún sigue siendo una lacra y un comportamiento execrable.

Sofía Basalo.

lunes, 14 de junio de 2010

PIEDRAS EN LOS BOLSILLOS (Enero 2010)


PIEDRAS EN LOS BOLSILLOS.

Teatro Lara.

Autor: Marie Jones.
Adaptación: Juan Cavestany.
Director: Hernán Gené.
Intérpretes: Fernando Tejero y Julián Villagrán.

EL PESO DE LA DIGNIDAD.

¿Hasta dónde nos pueden llevar los sueños. Hasta dónde podemos llegar con la única carta de presentación que nos proporciona nuestro talento. Hasta cuándo podemos aguantar la indiferencia, el menosprecio, la burla, la humillación?
Dos extras intentan mostrar su talento; luchan cada día por hacer realidad un sueño que les acompaña desde su niñez; intentan que se escuchen sus proyectos, sus deseos… poco a poco esa capa de ensoñación se irá diluyendo, hasta permitirles ver que sólo son una pieza de un gigantesco engranaje, movido por los intereses económicos… Que sólo son un número dentro de un gráfico inhumano y gris… Que no son nadie, dentro de un universo en el que sólo Es quien más tiene, da igual el modo en el que lo haya conseguido…
Estos dos personajes, estos dos extras interpretados por Julián Villagrán y Fernando Tejero, se irán desdoblando hasta llegar a ser todas y cada una de las piezas que hacen posible una película. 16 personajes en total. Dos personas armadas para tal efecto con el talento, el trabajo y el auténtico valor del teatro: El actor.
“El cine sale malparado” asegura Fernando Tejero. El cine, como reflejo de una sociedad que sobrevive alimentada de la apariencia, de un materialismo que desoye los sueños, que desoye la humanidad doliente, que desoye la verdad ataviada de un oropel a veces humillante, que desoye el valor, la autenticidad, el esfuerzo, el talento, la verdad.
Una sociedad en la que aquel que soñó una vez con ser una estrella sólo ha podido acumular numerosas piedras en unos bolsillos gastados, en unos bolsillos raídos, en unos bolsillos llenos de heridas, en unos bolsillos manchados, en unos bolsillos rotos, en unos bolsillos rebosantes de dignidad.
Una sociedad en la que aquel que siendo un niño descubrió la magia del cine, sólo puede resistir las tempestades de los años apoyado en la muleta más frágil, más endeble y más engañosa.
Una sociedad que nos dice que la fama no proporciona la felicidad, que el éxito no es sinónimo de risa y aún así somos capaces de vendernos por un minuto repleto de gloria.
Una sociedad que acoge a quien menos lo merece, que acuna al más ingrato, que mece al más egoísta.
Una sociedad que se engaña y nos engaña, mientras caemos en la trampa una y otra vez.
La actriz Marie Jones atravesaba una mala racha profesional cuando decidió escribir Piedras en los bolsillos. Una radiografía extraordinaria de un mundo capaz de atravesar la gran pantalla. Una radiografía exacta del ser humano en todos sus estratos sociales. Un paisaje que nos hace reír, que nos deja helados y que nos conmueve hasta el punto de querer rescatar a aquel que decidió partir con piedras en el alma…
El trabajo realizado por Hernán Gené dirigiendo a Fernando Tejero y Julián Villagrán ha sido excelente. Ha sacado lo mejor de dos actores magníficos, justo es decir que si lo ha sacado es porque ellos ya lo llevaban en sí, desde luego.
Ellos son todos y cada uno de los personajes; Ellos junto a un atrezzo más que minimalista son los artífices de la magia que provoca que ante nuestros ojos aparezcan todos y cada uno de los espacios en los que la acción se desarrolla. Es ésta pues, una propuesta tan sobresaliente, como la dignidad que guardan sus bolsillos.

Sofía Basalo.

martes, 8 de junio de 2010

CABARET LÍQUIDO (Julio 2009)


CABARET LÍQUIDO.

Teatro Marquina.
Compañía: Laví e Bel.

Director y creador: Emilio Goyanes.
Intérpretes: Javi Parra, Piñaki Gómez, Camino Miñana, Nerea Cordero y Larisa Ramos.
Banda: Oriol Boixader, Javier Viana, Miguel Pérez y Morten Jespersen.

REVALORIZANDO LA TRADICIÓN…

El Cabaret y el Teatro sin duda tienen un lenguaje común y quizá, hasta cierto punto, también comparten un fin: Conectar con el público y hacer que éste se sumerja en todas y cada una de las historias que sobre el escenario se desarrollan. La, por el momento, última propuesta de la compañía “Laví e Bel” lo consigue y además, con creces.
Esta travesía comenzaba en la Expo de Zaragoza 2008, proseguía feliz con la consecución del Premio Max al mejor espectáculo musical y, finalmente, ha arribado en Madrid con una unanimidad de crítica y público que nos sorprende.
Estamos pues, ante uno de los grandes éxitos de los últimos años.
“Cabaret Líquido” es un viaje por Oriente, durante el cual visitamos París, Berlín, Latinoamérica y el inquietante Egipto, un viaje por el tiempo en el que saboreamos la tradición del cabaret, del teatro artesanal, aquel en el que la pasión es el ingrediente sin el cual no hay espectáculo, no hay “continuidad”, no hay magia… “Cabaret Líquido” es un viaje eminentemente musical, donde las risas actúan como un ligero bálsamo que anexionan los diferentes gags que forman este homenaje al teatro de variedades.
Es muy fácil entregarse al buen hacer de los profesionales que sobre el escenario interpretan, bailan, cantan, tocan instrumentos… Su calidad es incuestionable. Sin embargo, el espectáculo no es completo, pues no hay en él una historia que lo vertebre. Es una travesía que no sabemos dónde comienza, dónde acaba ni porqué se inicia. Por otro lado, algunos de los gags resultan muy poco trabajados, no ya en su ejecución que es perfecta, sino en su concepción… pues, sin centrarnos en la cierta vulgaridad que marca su desarrollo, sí traen a nuestra memoria las voces, los ademanes, los giros, de algunos de los gags que más risas nos han arrancado y que, a la postre, forman parte del repertorio de algunos de los dúos cómicos más populares de este país…
Sinceramente, creo que “Laví e Bel” y su director poseen la suficiente calidad como para hacer otro humor, de hecho algunos de los sketches que componen este cabaret requieren la amplia formación que poseen estos artistas, con lo que excluiría alguno de los números que provocan el peligro de naufragio en algún que otro momento…
“Cabaret Líquido” es un bonito homenaje a la tradición, sin embargo, no creo que mereciese el Max al mejor espectáculo musical… pues le falta algo indispensable en teatro: La historia, el eje vertebrador… y los Max son premios teatrales, no lo olvidemos.

Sofía Basalo.