jueves, 21 de enero de 2010

LA CASA DE BERNARDA ALBA. (Septiembre 2009)


LA CASA DE BERNARDA ALBA.

Las Naves del Español.

Autor: Federico García Lorca.
Director: Lluis Pasqual.
Intépretes: Nuria Espert, Rosa María Sardá, Marta Marco, Teresa Lozano y Rebeca Valls, entre otras.


BERNARDA TAMBIÉN FUE MADRE.

Más allá de la masculina imagen del personaje lorquiano por excelencia, de la dureza de un alma abrazada eternamente a un bastón de mando, al poder de una sombra firme, dura, impasible… Más allá de las distintas miradas hacia Bernarda Alba, pasadas todas ellas por un tamiz inflexible. Más allá de las múltiples interpretaciones, de las numerosas actrices que han prestado su voz y su figura a este personaje, más allá de Ismael Merlo según dicen “La mejor Bernarda”, más allá de Irene Gutiérrez Caba y la magnífica película dirigida por Mario Camus, más allá de lo que siempre hemos visto, oído e imaginado tras las paredes blancas de una casa condenada a “algo terrible”, quizá siempre ha habido una mujer, una madre rota por sus palabras, por sus prejuicios, por un masculino espectro que en un momento dado cae al suelo, se derrumba y llora y se dice a sí misma: “Silencio. A callar he dicho. Nos hundiremos en un mar de luto” Seguramente, a Bernarda le duele ese mar de luto mucho más que a todas y cada una de sus hijas. Lluis Pasqual así lo cree y por ello nos ha mostrado a una madre que se ha de enfrentar a la frase que anteriormente dijo a una vecina: “Una hija que no obedece no es una hija, es una enemiga”. Pasqual nos ha enseñado un nuevo rostro de Bernarda. El rostro que nos habla de la humanidad de una mujer ahogada por los convencionalismos de una sociedad castrante.
Creo que ése es el valor de una propuesta, hecha con una verdad sobrecogedora. Una verdad que se cuela a través de las inexistentes paredes de una casa a la que observan la historia, los años, los ojos de un público que sabe qué va a pasar tras sus blancos muros, un público que está muy cerca de esas mujeres que sienten, lloran, gimen en silencio, luchan por un hombre que siempre fue ajeno, y que ansían una libertad que se evapora entre los días de un verano sofocante… Si Pasqual ha mirado a este personaje desde la humanidad, no menos han hecho las intérpretes que nos hablan desde las palabras de García Lorca. Sobresaliente para todas ellas y aún más, si cabe, para una Poncia-Sardá, soberbia.


Sofía Basalo.

domingo, 17 de enero de 2010

MUERTE DE UN VIAJANTE (Junio 2009)


MUERTE DE UN VIAJANTE.

Teatro Español.

Autor: Arthur Miller.
Traducción: Eduardo Mendoza.
Dirección: Mario Gas.
Intérpretes: Jordi Boixaderas, Víctor Valverde, Camilo García, Oriol Vila, Pablo Derqui y Rosa Renom.


… A VECES UNA PESADILLA…

… No era habitual que una persona que no fuera “de color” protagonizase la crónica de un fracaso… No era habitual que un correcto padre de familia se mostrase desnudo y desangelado ante el rostro de un público incapaz de mirarse a sí mismo, por más que el espejo le hablase directamente a su subconsciente, manchado por un orgullo absurdo y sordo… No era habitual, pero Arthur Miller lo hizo; retrató las carencias de un sistema que convertía personas en aves de rapiña, que desplazaba la esencia del ser humano al plástico maloliente de un patrimonio más o menos extenso, que mentía felicidad tras la luminaria de una sociedad agonizante, de una sociedad enferma… de una sociedad que décadas después no ha hecho nada por sanar…
La pesadilla americana con el paso del tiempo se ha visto globalizada… todas las sociedades han caído en la trampa de la palabrería que nos condena a tener para ser alguien… que nos asfixia sin darnos tregua… que nos ata indefectiblemente a una serie determinada de números cuyo fin será producir… si éste no resulta satisfactorio, el número que nos identifique será borrado de la base de datos y no existiremos… y no importará nuestro futuro, y no importará nuestro dolor, y no importará aquello que seamos, nuestra esencia, nuestro valor… pues éstos no interesarán si a su derecha no hay escrito un número de ceros considerable…
La humanidad se ahoga… lo sabemos, al tiempo que hemos olvidado quiénes somos… y nos da igual… Con crisis o sin ella… los sueños caen sobre nuestros hombros convertidos en viles pesadillas y lo único de lo que somos capaces de hacer es afanarnos por reconstruirlas, aunque sea nuestro propio ser, el sufrido cimiento de unos castillos tan gigantescos como ajenos…
Siempre es oportuno poner en marcha el despertador para ver si por fin nuestros ojos y nuestro corazón se abren… siempre es oportuno abrir el libro que hace sesenta años escribió Arthur Miller…
En esta ocasión ha sido Mario Gas el que ha ido poniendo en pie cada palabra que el gran autor americano dejó para la posteridad… y el resultado ha sido una Joya como hacía mucho tiempo no tenía la oportunidad de ver y de sentir…
Una interminable carretera constituye el suelo, quebradizo suelo, sobre el que Willy Loman (Jordi Boixaderas) deposita sus sueños rotos… sus esperanzas malheridas, sus recuerdos convenientemente edulcorados por un deseo casi enfermizo, casi inevitable… vivir sin ellos sería morir… vivir escuchando las palabras de su mujer sería morir… despertar a la realidad que va carcomiendo las paredes de su casa sería peor que caminar sobre las nubes, sobre la inseguridad que marcan los consejos que le da a su hijo, sobre un recuerdo que ha pretendido encerrar tras las paredes oscuras de un lejano hotel… donde el amor filial se detuvo, donde su inocente admiración se hizo adulta… donde espera eternamente el corazón de un hombre que se ha entregado a un sistema que siempre lo consideró un producto “de usar y tirar”…
No sobra nada, ni una palabra ni un gesto, en este enorme proyecto… enorme en extensión, en calidad y en la exigencia hacia un espectador que ha de estar atento a todo aquello que se dice y se hace sobre el mundo irreal de un pobre hombre que busca lo que únicamente fue en la mágica irrealidad de su mentira, de unos sueños que le reiteran la hazaña de un hermano que pudo existir o no y que aparece justo cuando la realidad le duele, cuando la realidad quiere abrirle los ojos, cuando las palabras de su único amigo le dañan un orgullo acostumbrado a arrastrarse por la limosna que cada semana llega a su casa en forma de salario… cuando las voces de sus hijos descienden hacia una cocina que de forma nocturna y alevosa recoge el delirio de un pobre hombre… de nosotros mismos…
Qué gran montaje ha hecho Mario Gas y qué grandes interpretaciones nos regalan todos y cada uno de los protagonistas de este despertar hacia la luctuosa libertad del viajante…Me maravilló el tránsito hacia el pasado, conseguido con la magnífica voz de Jordi Boixaderas. Ésta camina gradualmente hacia la joven madurez de Willy Loman, hacia la época en la que todo podía ser posible… en la que sus hijos podían conseguir todo aquello que a él se le quedó perdido en una angosta carretera… Ésta se traslada presurosa hacia el lóbrego presente de un hombre moribundo que sólo encuentra consuelo en un fantasma que viene a visitarlo de vez en cuando…
Me maravilló todo lo que encierran las palabras de Arthur Miller, magníficamente traducidas por Eduardo Mendoza… me maravilló la insistencia en los sueños de aquel que ha triunfado… me maravilló la obstinación por conocer quiénes somos verdaderamente del hijo mayor del fracasado… me maravilló aquello que latía en su reiteración… No fracasa quien no consigue triunfar, sino quien no sabe quién es…

Sofía Basalo.