sábado, 19 de noviembre de 2011

OJOS VERDES. MIGUEL DE MOLINA, IN MEMORIAM. (Septiembre 2011)


OJOS VERDES. MIGUEL DE MOLINA IN MEMORIAM.

Teatro Fernán Gómez.

Dramaturgia y dirección: Marc Vilavella.

Dirección musical: Marc Sambola.

Intérpretes: Marc Vilavella, Gracia Fernández, Anaïs López y Nacho Melús.

Guitarra y Oboe: Marc Sambola.

Piano: Gerard Alonso.

... SIN RECOMPENSA...

Más de dos años de gira. Más de dos años reivindicando el nombre y la figura de uno de los grandes de la copla. Más de dos años liberando de políticos prejuicios a un género mal ligado al franquismo. Más de dos años recordando a Miguel de Molina “¡El que tuvo que marcharse!”. Más de dos años haciendo memoria histórica conjugada en una primera persona a la que se quiso resarcir de la humillación, del exilio, de la vejación, del olvido... “con una simple medallita”...

Más de dos años caminando por la historia de un país en cuyo suelo quedaron grabadas las huellas de unas canciones capaces de hacer olvidar las heridas de la guerra, a las tropas de un determinado bando, en este caso, el republicano. Más de dos años vistiendo la piel de un malagueño que nacía el 10 de abril de 1908; la piel de un niño que se crió entre mujeres, que fue a un colegio de curas, que emigró a Madrid, que pudo ponerle un pisito a su madre, que descubrió el teatro y que jamás pudo separarse de su magia... Aunque le obligaron a separarse de su patria, una patria que aún en el exilio alargaría sus brazos prolongando la sombra de la humillación y la crueldad...

Marc Vilavella, director y protagonista de este musical, es también Miguel de Molina. Lo es, con una autoridad absoluta. Canta, adopta el acento andaluz, se mueve sobre el escenario y todo lo hace siguiendo fiel la sombra luminosa del artista. De hecho es el actor catalán el autor de una dramaturgia que hila inteligentemente la música y la biografía del personaje.

A Vilavella lo acompañan Gracia Fernández, Anaïs López y Nacho Melús, quienes a lo largo de la hora y cuarenta minutos que dura el espectáculo, darán voz a las personas que fueron importantes y formaron parte de la vida de Miguel.

Podemos decir que la propuesta tiene dos partes, emocionalmente hablando. La primera, hasta que comienza la guerra. Ésta transcurre con alegría, con optimismo, con la fuerza y el ímpetu de un joven lleno de energía y ganas de aprender, de descubrir el mundo, de descubrirse a sí mismo en la intimidad y sobre las tablas. En la segunda parte la contienda ha teñido de un color gris la vida de este hombre incapaz de disparar un fusil, de tomar parte activa en una lucha entre hermanos. Los cuatro intérpretes sobre el escenario, la España en guerra, cantan “¡Ay Carmela!” mientras van cayendo y dejando desolada sobre el suelo la bandera de la España republicana. Las tropas franquistas han vencido. Y la carrera de Miguel de Molina está sujeta a un contrato injusto del que sólo podrá librarse pagando con su vida y su integridad. Esto nos es explicado utilizando unos títeres, mientras un oficial franquista nos habla de la homosexualidad, enfermedad indigna y que debe ser erradicada de la España grande y libre del Caudillo. Miguel de Molina paga el precio de su libertad: El exilio. Las melodías de “Suspiros de España” y “El Emigrante” sobrecogen al público que llena la Sala II del Centro Cultural Fernán Gómez... Como lo hace el último acto de rebeldía que, en forma de canción, lleva a cabo este hombre, cuyos restos descansan en Argentina. En esta propuesta “La bien Pagá” es España, el pueblo, sus autoridades... que olvidaron a una gran figura de la copla, cuyas canciones le fueron adjudicadas a Concha Piquer, Doña Concha Piquer... Un país, como lo definía Camus “donde los hombres aprendieron que es posible tener razón y, a pesar de ello, sufrir la derrota; donde la fuerza puede vencer al espíritu y donde hay momentos en que el coraje no tiene recompensa...”

... Son hermosos estos Ojos Verdes que nos ayudan a mirar desde el punto de vista correcto, justo y ecuánime un pasado... Nuestro propio pasado... Si miramos y logramos ver, ésta será sin duda la única recompensa.

Sofía Basalo.

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