martes, 9 de diciembre de 2008

CYRANO DE BERGERAC (Octubre 2007)





Teatro Español.

Autor: Edmond Rostand.
Dirección: John Strasberg.
Intérpretes: José Pedro Carrión, Lucía Quintana, Cristóbal Suárez, Ricardo Moya, Miguel Esteve, Alberto Iglesias, Román S. Gregory, Francisco Hidalgo, Nacho Aldaguer, Isabel Ávila, Paloma Rojas, Antonio Gómez y Adán Llorca.


... A LA MEDIDA DE SU NARIZ.

Es inevitable reiterar una vez más los conceptos que sobre este texto se han ido vertiendo en los diferentes montajes que se han realizado; en los diferentes rostros que han lucido con mayor o menor acierto la nariz de Cyrano de Bergerac; en las diferentes voces que han renunciado a amar, amando a través de un físico más afortunado... es agradablemente inevitable comprobar que una de las obras más bellas del teatro universal sigue conmoviéndonos... el amor por el amor mismo, sin más interés que el de comprobar que estamos vivos amando... la integridad de un hombre honesto cuyo valor va más allá de unas letras doradas en las que se puede leer su nombre... Cyrano... la generosidad sobre cualquier norma moral, sobre cualquier impostura arbitraria... la lealtad como opción libre... la integridad de la independencia sin más ataduras que la propia conciencia... y volar y poder contemplar el mundo tal y como es... ajeno a los valores que el Caballero de Bergerac rescata con la valentía y quizá, la esperanza, de hacernos despertar para hallarnos en sus dialécticas batallas... y volar y poder contemplar la realidad tal y como podría ser, tal y como debería ser... si algún día tuviésemos el valor de ver más allá de nuestras narices...
La historia está muy bien contada, el texto es de suma belleza... sólo hay que dejarlo fluir sobre el escenario, comenzando por una escenografía sugerente, como la creada para la ocasión por Daniel Bianco, capaz de introducirnos en los diferentes espacios con tan sólo ligera sucesión de telones...
Tenemos, pues, el espacio... nos queda ahora quizá, lo más importante: Aquel o aquellos que han de contarnos la historia... y también los tenemos.
Sólo los muy grandes son capaces de soñar con un personaje como Cyrano de Bergerac... y José Pedro Carrión acariciaba este sueño desde hacía algunos años. Julio Núñez, Josep María Flotats, Manuel Galiana... “han calzado”, de forma inolvidable, la nariz más famosa del teatro... y el actor vallisoletano no ha sido menos.
Carrión y “su” Cyrano hacen su aparición desde el patio de butacas en busca de un público despierto, implicado, activo, buen degustador de la palabra y su sentido. La nueva visión que el multipremiado John Strasberg nos ofrece de este héroe deja al descubierto su faceta más humana y en ella cada palabra adquiere una mayor relevancia, porque no son simplemente brillantes recitados, simples fragmentos escritos para lucimiento de un personaje con una elocuencia especial, dichos en este caso por un actor con una técnica y un dominio impecables, sino que llevan en sí la fuerza activa que irradia el sentido mismo de la vida... el valor que empuja a Roxana a un campo de batalla para mirarse en el figurado rostro de unas palabras que la han enamorado, liberándola de la segura condena a ser una nueva Penélope a la espera de su amor... la palabra consigue despertar aquello que la sangre deja dormir... la palabra y sus imágenes consiguen alimentar aquello que los ojos contemplan pasivos... la palabra es acción... y eso es, sin duda, el teatro y su valor...
José Pedro Carrión es un Cyrano de auténtico lujo. Da muestra de una versatilidad extraordinaria, tanto en su arrogancia como en su elegante expresión. Es irónico, cínico, soberbio, apasionado... entregado... en las dos horas y cuarto que dura la obra, ofrece una lección interpretativa inmejorable. Él es sin duda este Cyrano de Bergerac. En él reside el valor de esta propuesta. Él lleva en sí el peso de esta obra de teatro y lo hace casi sin esfuerzo, con una energía y un entusiasmo enormes.
Lucía Quintana como Roxana y Cristóbal Suárez como Cristián están correctos, más que correcto encontramos a Ricardo Moya como De Guiche. Hemos de destacar la importancia que se ha dado al personaje de Roxana en este montaje, colocándola en el centro del escenario en la insuperable escena de la declaración de amor bajo la luz de la luna, el acierto de su efusividad y emotividad en diversos momentos y por el contrario la lejanía, la frialdad en la última escena, cuando es ahí donde Roxana, tras conocer la identidad de la persona a la que ha amado siempre, tras ver en Cyrano el amor que ha esperado toda su vida, tras no distinguir la fealdad vestida del ciego sentimiento, debería mostrar todo aquello que ha atesorado en una carta de despedida.
Esta obra tiene unas enormes exigencias y la presente propuesta logra salvarlas bastante bien, aunque en los primeros instantes, cuando los cambios escénicos son más numerosos, más rápidos y los personajes son también variados y nutridos... queda patente la carencia personal, aunque el reparto esté compuesto por trece personas... por otro lado, en algunos momentos, podría sobrar la música compuesta por Mariano Díaz...
De cualquier manera, la presencia de José Pedro Carrión, luminosa como no podría ser de otro modo, borra cualquier pequeño lastre de un montaje que es él... y él, como este sueño, es muy Grande.

Sofía Basalo.








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