martes, 9 de diciembre de 2008

AGNES DE DIOS (Diciembre 2007)




Autor: John Pielmeier.
Versión y dirección: Fernando Méndez-Leite.
Intérpretes: Cristina Higueras, Fiorella Faltoyano y Ruth Salas.

LA NECESIDAD DE CREER. (Teatro Albéniz)

Escribe Fernando Méndez-Leite que un día el dramaturgo norteamericano John Pielmeier leyó en un periódico la noticia de una monja que había asesinado en su propia celda a su bebé recién nacido. Añade que el hecho en sí no llamó su atención; lo que llegó a conmoverlo fueron las posibilidades de reflexión que podía suscitar. Lo que quizá podía haber, lo que quizá se podía respirar más allá del “simple” homicidio.
Tal vez lo más interesante del planteamiento, del texto, de la misma historia sea la complejidad de la relación que se llega a establecer entre dos mujeres aparentemente antagonistas. Dos mujeres que han recibido la misma educación y que han tomado dos rumbos vitales, quizá, diversos.
“Agnes de Dios” es un enfrentamiento dialéctico entre la razón y la fe. El afán por explicar lo que ocurre, por descubrir cómo ocurre, por hallar las causas, todas las causas, por hallar los porqué, todos los porqué... frente a la incontestable realidad de que el ser humano es tan sólo una partícula dentro de la inmensidad del universo, del mundo y que, obviamente, no tiene todas las respuestas... y que al necesitarlas ha de sostenerse en una fe, en una creencia, en una esperanza que le permita continuar caminando en medio de un sendero del que desconocemos su final.
La razón y la fe... y no la ciencia y la religión... aunque una de las protagonistas sea una psiquiatra aferrada a las teorías freudianas y la segunda sea la madre superiora de un convento... el agnosticismo doloroso y traumático junto a la fragilidad de una creencia repleta de dudas, escondida en un hábito y mantenida frente a otros hábitos.
Las dos protagonistas necesitan creer, quieren creer, creen al querer... las dos protagonistas han atravesado la máscara de las instituciones, la barrera de una religión alejada del ser humano, de las necesidades del ser humano y de la humanidad del mismo fiel que busca ansioso un refugio acogedor y cálido... las dos protagonistas saben que la razón nos deja solos en medio de un desierto repleto de preguntas, que la razón exige responsabilidad y fortaleza... y es muy difícil ser fuerte y responsable sin tener al lado un salvavidas...
Cristina Higueras interpreta a la doctora Livinsgtone; Fiorella Faltoyano es la Madre Miriam. Entre ellas, la hermana Agnes, interpretada por Ruth Salas. La casi adolescente desequilibrada, dolorida y traumatizada joven que siente con firmeza que todo en ella es un error condenado a repetirse inevitablemente.
La puesta en escena dirigida por Fernando Méndez Leite es quizá demasiado fría, aunque favorablemente imparcial. El color gris es el fondo sobre el que se debate, se habla, se grita, se decide y sobre todo, se investiga un crimen. Los cambios de escena, los flashback son marcados con un simple cambio de iluminación. Todo correcto. Según me han comentado, el texto se ha reducido sobre todo en los monólogos (reflexiones) de la doctora Livinsgtone. Repito me lo han comentado, no lo puedo asegurar. Pero aunque la puesta en escena es correcta, las actuaciones de Fiorella Faltoyano como la madre superiora irónica, crítica, llena de dudas y secretos inconfesables es realmente buena y el trabajo de Ruth Salas es magnífico... Esta puesta en escena se queda en el hecho, en el asesinato de un bebé recién nacido, en quién pudo cometer el crimen y en quién pudo violar a la hermana Agnes... tal vez sea porque Cristina Higueras no llega a reflejar esa “lucha constante consigo misma”... tal vez porque no se ha mostrado de una forma gradual y detallada el cambio de posturas, el progresivo acercamiento entre las dos mujeres, las confidencias plasmadas de un modo un tanto abrupto, la diferenciación entre “la iglesia” como institución y la conciencia de una monja que anteriormente se casó, tuvo hijos, enviudó y fuma a solas en su celda... ese debate es mantenido de un modo accesorio, de un modo ligero y en todo momento es la obra que se queda y de un modo notable, todo hay que decirlo, en la intriga por descubrir qué pasó “la noche de autos” en la celda de la Hermana Agnes... Se nota, en cierta medida, que ésa y no otra ha sido la intención.
El final casi nos conmueve, esa necesidad por creer, ese misterio, ese posible milagro, esa esperanza echada abajo por la curiosidad... pero esa conclusión, esa emotividad bien contenida... demasiado en Cristina Higueras, es tan fugaz ... como el comienzo... visto y no visto...

Sofía Basalo.

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