domingo, 30 de enero de 2011

MI MADRE, SERRAT Y YO (Junio 2010)


MI MADRE, SERRAT Y YO.

Sala Plot Point.

Autor y Director: Carlos de Matteis.
Intérpretes: Maída Larraín y Marina Skell.

LA MEJOR COMPAÑÍA...


Penélope (Maída Larraín) es una mujer joven que acaba de separarse y que dentro de siete u ocho meses será madre.
Penélope nos habla mientras la banda sonora de su vida acuna sus palabras y recuerdos. Penélope nos presenta a su madre, Lucía (Marina Skell), que la ha condenado a crecer entre los pentagramas que nacieron de la mente y sensibilidad de un cantautor catalán. Lucía nos presenta, a su vez, a su marido, “Fernández”, entrenador de fútbol por lo que deducimos, entre conversación y conversación. Lucía y Penélope, madre e hija, mantienen una peculiar relación. Dos generaciones, dos formas de entender la vida complementarias que chocan a veces; que no se comprenden, a veces; que se odian, a veces; que no pueden convivir, a veces; que son inseparables… siempre.
Penélope se instala en el desorden ordenado de una mujer que siente la imperiosa obligación de contemplar el lado positivo de la vida, al fin y al cabo “hoy puede ser un gran día”… Tan sólo hay que planteárselo así.
A Penélope le cuesta reencontrarse; su marido ha escondido la vitalista vertiente que desde su más tierna infancia alimentó su madre. A Penélope le cuesta desligarse de las palabras aburridas y encorsetadas de un hombre que ha decidido romper su matrimonio porque le asusta la idea de ser padre. A Penélope le cuesta mirar a los ojos de su madre y decirle que siempre tuvo razón. A Penélope le cuesta recuperar la seguridad perdida; de todos modos, a quién no le cuesta ¿no?
Todo ello nos lo transmiten dos actrices, de una forma absolutamente hilarante y emotiva. Las canciones de Joan Manuel Serrat van marcando el camino que recorren los recuerdos de una hija que en este peculiar concierto quiere homenajear a una mujer que conoció a Serrat y que fue la hipotética destinataria de la canción que lleva su mismo nombre… Lucía.
Estamos ante un texto ágil e ingenioso, aunque el fondo esté un poquito visto. Estamos ante una propuesta absolutamente sencilla que, sin embargo, se sustenta en la estupenda labor de dos profesionales que ponen sobre este minúsculo escenario una fuerza arrolladora.
No podemos omitir los paréntesis musicales, esos puntos y aparte, que Maída Larraín llena de música, palabras y sensibilidad; la música, las palabras y la sensibilidad de un Serrat interpretado con una delicadeza exquisita…

Sofía Basalo.

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