domingo, 16 de enero de 2011

DRÁCULA. (Diciembre 2009)


DRÁCULA.

Teatro Valle Inclán.

Autor: Bram Stoker
Adaptador y director: Ignacio García May.
Intérpretes: José Luís Alcobendas, Xenia Sevillano, José Luis Patiño, Rosa Savoini, Iñaki Rikarte y Rocío León, entre otros.

LA LENTITUD MUERDE AL VAMPIRO…

Aunque no es la primera vez que Drácula pisa las tablas, sí resulta sorprendente leer este nombre en la cartelera madrileña; quizá el mito ha ido creciendo con el tiempo, quizá le han nacido accesorios que en nada tienen que ver con aquello que escribió Bram Stoker; quizá tras el vampiro, tras su capa, tras su eternidad se esconde un drama atroz que hemos ido olvidando para quedarnos con la historia tremebunda de aquel que sobrevive de un modo sangriento, la inmortalidad oscura de quien está condenado a vagar por el mundo de las sombras…
Me encanta el terror, me atrae lo que habrá más allá de esta realidad irreal que contemplan mis ojos y si no he visto todas las películas en las que este personaje ha dejado su huella, pocas me faltan… Excluyendo, claro, a los vampiros de nueva hornada, adolescentes, pijos, que explotan un nombre, olvidando lo que de romanticismo y profundad encierra el largo camino de aquel que nació hace mucho, mucho tiempo…
Quizá el Centro Dramático Nacional debiera dedicarse a producir obras escritas por jóvenes escritores españoles, que buscan una oportunidad… pero, por qué no investigar qué hay de filosófico en Drácula, en un personaje que ha trascendido más allá de las décadas, de los siglos; un nombre que ha ido creciendo… Por qué no buscar su rostro más humano, el rostro dolorido de un hombre que está condenado a transitar por una sociedad que no cambia, que no se cansa de cometer los mismos errores, que no aprende a comprender, que envidia la inmortalidad de quien mira a su alrededor con unos ojos muertos, que le echa en cara su incapacidad de amar, a pesar de unos gritos que pretenden aferrarse de una forma desesperada a un pasado en el que amó del modo más arrebatado… Drácula es el miedo. Drácula es el más allá en el más acá. Drácula es nuestra parte más oscura. La parte irracional de algo que se cobija en nuestra inseguridad; en nuestra cobardía; en el temor a ser quiénes somos, de actuar como debemos…
La puesta en escena y adaptación realizada por Ignacio García May se aleja de la grandilocuencia de Enrique Rambal quien en los años treinta llevó a las tablas la historia del Conde Transilvano. Se aleja de las muertes sangrientas, de los colmillos afilados, de los efectos especiales que caracterizan al cine de género, de la superficialidad fácil y recurrente. Ignacio García May acentúa el romanticismo en un montaje ceremonioso, casi ritual, que comienza con una partitura emocionante y sobrecogedora. El efecto anímico está más que logrado para cuando se hace la luz en un escenario cuyas formas se adivinan a través de las luces y sombras, a través de unas capas que según transcurre la acción irán abriéndose, dando paso a su vez al desenlace feliz de una pesadilla…
La sobriedad, el buen gusto, la dosis perfecta de tensión y emoción, están más que logrados para que el público sea quién, con su imaginación, lleve al escenario la muerte de Lucy, para que el público dibuje en las manos de Mina la cicatriz al coger el cáliz, para que el público haga de un contenido José Luís Alcobendas, el fiero vampiro deseoso de llevar a su oscuro orbe a la inocente joven.
Todo transcurre de un modo lento y solemne, quizá en cierto momento esa falta de ritmo va en contra de un montaje casi perfecto y sin embargo al concluir, tenemos la impresión de haber presenciado algo magnífico… Pues es sobrecogedora la muerte que da la bienvenida a la sufriente alma de Drácula, un alivio para el Noble centenario, comprendido al fin por un Van Helsin casi amigo.
Xenia Sevillano ha sido un auténtico hallazgo, está magnífica en el papel de Mina, la única que desde un principio comprende la mirada sin reflejo de Drácula. José Luís Patiño también responde a la perfección al científico Van Helsin. José Luís Alcobendas es un perfecto Conde Drácula, sobrecogiendo en sus exclamaciones más desgarradoras, cuando afirma que está muerto; en el momento en el que espeta a sus “concubinas” que él también amó hace mucho tiempo… o ya, al final, más calmado, casi como en suspiro, afirmando que la muerte sería la luz para un caminante en las tinieblas…
He de reconocer que me gustó este Drácula, aunque he de reiterar que a veces resulta un tanto complicado ver más allá cuando el más acá ha transcurrido con tanta lentitud…

Sofía Basalo.

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