sábado, 7 de marzo de 2009

EL GUÍA DEL HERMITAGE (Febrero 2008)



Teatro Bellas Artes.

Autor: Herbert Morote.
Director: Jorge Eines.
Intérpretes: Federico Luppi, Manuel Callau y Ana Labordeta.

EL PRIVILEGIO DE LOS SUEÑOS.

Federico Luppi estima que soñar no es un privilegio de unos cuantos, que todos tenemos esa facultad, que todos podemos soñar, imaginar la realidad en su auténtica dimensión... Quizá el privilegio sea la fortaleza para vivir por esa realidad soñada que no es más que una realidad en potencia... Pavel, el guía del Hermitage, ve cuadros en donde sólo hay paredes desoladamente desnudas. Pavel ve y habla para unos seres anónimos que varias veces al día acuden al museo más grande del mundo para disfrutar de los colores y de las formas de unos cuadros que, gracias a las palabras del anciano guía, son una realidad más fuerte aún que la misma cotidianidad en la que transcurren nuestras vidas... pero además, este viejo soñador nos invita a soñar, nos invita a descubrir el valor de los sueños, el valor de la imaginación y la fantasía... el valor de sobrevivir con dignidad aún en las circunstancias más tristes y lamentables... nos invita a reconocer la fuerza de los sueños más poderosos que el arma más ruidosa... nos invita a reconocer su valor de construcción en un mundo que se afana en destruir.
En “El guía del Hermitage” encontramos a tres vencedores dentro de un oasis al que rodea un mar de muerte... Tres personas que intentan reconstruir la vida en medio de las ruinas; rescatar la luz, rescatándose a sí mismos...
He leído y he escuchado que el texto de Herbert Morote no tiene un gran valor. Que no deja de ser un texto previsible y con poca consistencia... Que partiendo de una buena historia, se queda ahí, no avanza e incluso introduce un tercer personaje que rompe en cierto sentido la acción, introduciendo datos innecesarios. En esto último puedo estar de acuerdo y lo primero... puede ser... aunque quizá me he dejado llevar por los sueños de ese hermoso personaje... quizá me he dejado llevar por las palabras descriptivas de unos cuadros que incluso llegué a ver antes de que unas gráficas proyecciones revelasen su identidad... quizá me he dejado llevar por dos actores magníficos que llenan el escenario haciendo magia con las palabras, con las emociones, con la posibilidad de lo imposible... quizá me he dejado llevar por los valores que subyacen en este texto, en esta aventura teatral para mí verdaderamente hermosa... y para qué negarlo, tras leer lo que he leído y escuchar lo que he escuchado... me sigo dejando llevar por este guía, quizá porque me resulta gratificante soportar mis sueños y los sueños que me invitan a soñar... y porque cada vez que la realidad me ahoga... recuerdo el final de esta obra; el momento en el que Igor (Manuel Callau) sueña con innumerables espectadores dispuestos a ver unos cuadros que no existen y las luces del patio de butacas se encienden y los ve... son reales en la realidad presente de un teatro repleto de ojos expectantes y, por una vez, prestos a imaginar... Todo puede ser... para quien comete la osadía de soñar.

Sofía Basalo.









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