sábado, 14 de marzo de 2009

CANTANDO BAJO LAS BALAS (OCTUBRE 2007)



Teatro José Monleón de Leganés. (Festival Internacional Madrid Sur)

Autor: Antonio Álamo.
Director: Álvaro Lavín.
Intérpretes: Adolfo Fernández y Mariano Marín.

MISERIAS DE ENTRE LOS MUERTOS...

El 12 de octubre de 1936, en el paraninfo de la universidad de Salamanca, tuvo lugar uno de los primeros actos públicos de aquellos que traicionando a la segunda república se autoproclamaron salvadores de la patria. Allí estuvieron presentes Miguel de Unamuno, Millán Astray, Carmen Polo, numerosos obispos, falangistas y otras fuerzas que hicieron posible la sublevación fascista. Hasta nuestros días han llegado las solemnes palabras del intelectual y rector universitario (venceréis pero no convenceréis) y los fanáticos gritos del fundador de la legión (¡Viva la muerte!), acentuados por su desprecio, demasiado patente por otro lado, hacia la inteligencia.
Esta efemérides constituye el punto de partida de “Cantando bajo las balas”; un texto narrativo, con el que Antonio Álamo consigue hacer del lisiado general un pobre hombre que arrastra a duras penas sus miserias; un esperpento, una caricatura mal hecha de un “héroe” que canta mal, pero canta; que cuenta con dudoso orgullo las veces que ha visto el rostro de una muerte que también lo ha despreciado; un ser cuya humanidad al descubierto acentúa la indignidad de una biografía marcada por un patriotismo enfermizo, excluyente y deleznable. El Millán Astray que ha retratado Antonio Álamo y que por ende interpreta Adolfo Fernández es, como bien escribe su autor, un alma herida, un ángel sin alas, un volcán repleto de palabras atroces, un amante de la muerte y los actos injustificadamente violentos, un personaje incómodo, patito feo entre los feos y oveja negra entre el ganado más ennegrecido...
Millán Astray habla en presente, pues en su regreso, en su delirio de glorias, hazañas y grandezas todo sucede en este mismo instante... Un instante eterno en el que el ruido de los bombardeos le recuerda el glorioso alzamiento nacional acaecido tan sólo hace tres meses... en el que un batiburrillo de canciones legionarias y populares amenizan el insultante y pretendidamente hiriente guión del monigote maltrecho que conserva aún la crueldad irónica y chulesca del que sabe que más tarde o más temprano “pasará”...
Adolfo Fernández interpreta al macabro general. Hubiera sido verdaderamente fácil hacer de él una caricatura sin más. Un pretexto para la burla, pero no ha sido así. Los adjetivos surgen de esa invitación a “ver más allá del chiste” y es que, ese más allá es aún más oscuro que la gris superficie en la que se escribe su historia.
La fluidez del texto y el genial trabajo de Adolfo Fernández nos conducen a través de los recovecos mentales del protagonista en una ceremonia teatral cuidada hasta el último detalle.
La puesta en escena es magnífica, la iluminación y el sonido nos introducen en ese paréntesis temporal en el que todo es posible; hasta que desde lo más alto puedan surgir aquellos que hace setenta y un años fueron testigos de uno de los debates más tensos de nuestra historia y desde todos los rincones se escuchen de nuevo las palabras del ambiguo catedrático “Venceréis pero no convenceréis”. Todo en esta propuesta está pensado para mostrarnos un tiempo y una realidad histórica. Todo en esta propuesta está elaborado con sumo cuidado, con sumo respeto y rigor. Todo en esta propuesta es acertado. Su intención, su capacidad para convencer y su inteligencia comprometidamente viva.

Sofía Basalo.

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