sábado, 25 de junio de 2011

LOS OCHENTA SON NUESTROS (Diciembre 2010)


LOS OCHENTA SON NUESTROS.

Teatro Haagen Dazs Calderón.

Autor: Ana Diosdado.

Director: Antonio del Real.

Intérpretes: Antonio Hortelano, Álex Barahona, Natalia Sánchez, Blanca Jara, Claudia Molina, Juan Luís Peinado, Borja Voces y Gonzalo Ramos.

… NOMBRES CRIADOS EN LA TELE…

“…Otros tiempos, la misma ira” he leído en algún reportaje… Quizá sí. Quizá los jóvenes de hoy en día sientan la misma ira, la misma incertidumbre, la misma inquietud, los mismos deseos, las mismas ganas de hacer cosas y cambiar con los tiempos… Otros tiempos y, no se equivoquen, la misma calidad de un texto joven como sus personajes; inquieto como ellos; ansioso como alguna de las chicas que en sus páginas siente que algo está cambiando y quiere participar de ello… Otros tiempos y otros nombres, populares nombres, televisivos nombres que juegan al teatro… Ahí nos detenemos. Ahí nos indignamos. Ahí ponemos el “cero” a esta recuperación teatral.

Los nombres (me resisto a calificarlos como actores) que sobre el escenario dan vida a las voces creadas por Ana Diosdado no sienten ira, no sienten inquietud, no sienten pasión. Sienten Nada … Dicen que lo sienten, dicen el texto, pero lo hacen desde fuera, desde una pasividad que se parece mucho al carácter “plano” de las series a través de las que han alcanzado la fama… Y esto no es “Física y química” aunque algunos de estos nombres encabecen el reparto de esa serie… Esto no es “Los Serrano” aunque “la protagonista” interpretase a la frágil “Teté”… Esto no es “la tele” y me parece que nadie se lo ha recordado a unos nombres que pretenden ser actores y sólo son “rostros” más o menos monos en el “prime time” del medio audiovisual por excelencia.

“Los 80 son nuestros” se convierte en algo plomizo por obra y gracia de estos nombres (sí, algunos de ellos han hecho más “cositas” en el teatro… Peor aún, porque todavía no han aprendido a dar cuerpo, entidad y fuerza a un personaje)… “Los 80 son nuestros” se convierte en algo sin vida por el “mal hacer” de sus protagonistas, porque hablan rápido, porque no interpretan, en una palabra… se limitan a moverse, a decir una frase tras otra, a trasladar su trabajo de la pequeña pantalla a un escenario. Y eso no es teatro, no lo es.

Sin embargo, sí es un producto. Un producto de escasa calidad que seguramente proporcionará considerables beneficios a los productores, a los agentes, al teatro Haagen Dazs Calderón, más pendiente de los helados y las coca colas que de la calidad de lo que aquí se hace…
No me opongo al rendimiento económico que de algo se pueda obtener, sí me opongo al modo en el que ese rendimiento tiene lugar. No me gusta la filosofía del todo vale. No me gusta que a cualquier cosa se le llame teatro, cine, música... Porque con ello se degrada al teatro, al cine y a la música…

Seguramente si a estos nombres se les aconseja bien, lleguen a ser aceptables e incluso buenos actores, pero ahora no lo son. Y eso lo sabe quien los ha dirigido, quien ha producido el espectáculo e incluso quien escribió el texto… ¿Por qué se acepta?... .

Vi la función el 6 de diciembre. A mi lado había dos críticos (lo sé porque en el descanso ambos se marcharon “echando pestes” de la obra y afirmando que iban a dar leña) Espero que la den, aunque creo que en estos casos la respuesta es el silencio… Y por otra parte, me parece muy poco profesional que alguien “eche pestes” o no, de algo que no vio en su integridad. Yo lo vi, lo padecí… Y en fin, de todo se aprende ¿verdad?

Sofía Basalo.

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