domingo, 17 de abril de 2011

GLORIOUS, LA PEOR CANTANTE DEL MUNDO! (Octubre 2010)



GLORIOUS! LA PEOR CANTANTE DEL MUNDO.

Teatro Pequeño Gran Vía.

Autor: Meter Quilter.
Dirección: Yllana.
Intérpretes: Ángel Ruíz, Llum Barrera y Alejandra Jiménez-Cascón.

… DE CUANDO ÉRAMOS INOCENTES…

A Florence Foster Jenkins no la detuvieron la crítica, los abucheos, ni las risas… Florence Foster Jenkins tuvo el suficiente coraje y dinero, todo hay que decirlo, para cumplir su sueño, para hacer de la música, su vida; para cantar bien… o mal, en el Carneggie Hall; para que el mismísimo Cole Porter fuera uno de sus grandes seguidores; para que un pianista en un principio reacio a seguirle “el rollo” a la Gran Diva acabase rendido a sus pies, para que su nombre quedase en la historia más allá del tiempo… Florence Foster Jenkins tuvo la suerte de que los medios de comunicación existentes en aquella época no fueran lo suficientemente ágiles, no estuvieran lo suficientemente adelantados, no sufrieran la contaminación que hoy padecen… Florence Foster Jenkins tuvo la suerte de vivir ese sueño de un modo ingenuo. Ella quería cantar porque amaba la música, porque sentía que tenía algo que decirle a su público, algo que compartir con todas esas personas que, sin duda, la admiraban; amaban a la mujer que autofinanció su propia carrera musical, que empleó la cuantiosa herencia de su padre en cumplir un sueño que iba más allá de la ejecución más o menos acertada de una partitura, un sueño que pasaba por el prestigio… Porque, aunque nos parezca mentira, grandes personalidades de la música adoraban a esta mujer que paseaba su voz a través de un pentagrama haciendo añicos las notas que siglos atrás compusieron grandes artistas… Pero qué importaba todo eso si La Pasión fue el Leit Motiv de toda esta historia…
… Si cantar bien es difícil, si para cantar bien se requieren largos años de estudio, de perfeccionamiento y ensayos. Cantar mal, completamente mal, rematadamente mal, es aún más complejo. Imagino el trabajo que habrá tenido que realizar Llum Barrera para interpretar el aria de “La reina de la noche” tal y como lo hace en la piel de Florence Foster Jenkins y ante las tres mil personas que “abarrotan” el Carneggie Hall; lo imagino o al menos lo pretendo, porque el resultado no podía ser más satisfactorio. Si huían de caricaturizar a esta “artista”, si huían de hacer de ella una marioneta o una “freaky” desde luego lo han logrado; porque es muy fácil formar parte de este trío de artistas en el momento en el que Ángel Ruiz nos pide convertirnos en fervientes admiradores de Florence; es fácil seguirle el juego a una original “Carmen” que reparte flores entre el patio de butacas, para devolvérselas envueltas en una cálida ovación; cualquiera hubiera podido pronunciar las últimas palabras del entregado pianista… Sobre todo, contemplándola desde una actualidad, falta de personajes cuyo único impulso para actuar, para Ser, para hacer algo, es La Pasión… La propuesta escénica es muy sencilla, al fin y al cabo el peso y el valor de ésta se halla en unos intérpretes fantásticos. Llum Barrera está pletórica como Florence Foster Jenkins. Ángel Ruiz interpreta al músico (y narrador de la historia) en un principio reacio a prestarse al sueño de esta mujer, sobre todo cuando descubre el buen oído de la Diva, que posteriormente se rinde a su pasión, a su ingenuidad, a su inocencia; el personaje deambula acertadamente entre la ironía, la complicidad y la ternura, además de regalarnos algunas melodías compuestas por Cole Porter (personalmente me hubiera gustado que cantase un poquito más); No hemos de olvidar a Alejandra Jiménez-Cascón, que da vida a tres personajes bien distintos, con una fuerza notable. Me gustó mucho el momento en el que da voz y vida a una mujer indignada ante la ovación que un público entregado dedica a La Diva. Una mujer con un alto conocimiento musical que es capaz de subir al escenario y relatar una a una todas las “notas fallidas” en una sola actuación. El ritmo de la obra es muy ágil, los tres actores se muestran muy seguros y con una complicidad tremenda sobre el escenario. Ellos son buenos, sin duda, pero tampoco hemos de olvidar que la batuta la lleva una compañía con un dominio absoluto del género.


Sofía Basalo.

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