sábado, 29 de mayo de 2010

LA VENGANZA DE DON MENDO (Noviembre 2009)



LA VENGANZA DE DON MENDO.

Teatro Muñoz Seca.

Autor: Pedro Muñoz Seca.
Director: José Luís Matrán.
Intérpretes: José Luís Matrán, José Manuel Matrán, Raúl Rodríguez, Ana Torrens, Toni Tapia, Javier Páez y Ana María Mascarós, entre otros.

SI MUÑOZ SECA LEVANTASE LA CABEZA…

Soy una persona que duda. Soy una persona que pregunta y se pregunta… y estas cuestiones en según qué situaciones luchan denodadamente por salir, por recibir su correspondiente respuesta. Sin resultado. ¿Por qué algunas obras llegan a Madrid y otras no. Qué parámetros sigue un programador para elaborar la temporada de un teatro. Qué se entiende por comedia. Quién les dice a según qué actores que realmente lo son?
… Estas preguntas me asaltaban mientras la versión de “La venganza de Don Mendo” que perpetraba la compañía que dirige José Luis Matrán, me dejaba “ojiplática”… Si es complicado que algo salga perfecto, que alguien otorgue cinco estrellas a un espectáculo, hemos de reconocer que también es realmente difícil que todo, absolutamente todo, se confabule para que algo sea literalmente una BAZOFIA.
Escribe el director de esta compañía, director de esta propuesta y por último, Don Mendo, lo siguiente: “Cuando recibí el encargo de poner en pie “La Venganza de Don Mendo” sentí una gran alegría a la par que me inundaba un fuerte sentimiento de responsabilidad; no en vano esta obra, viene a ser la más representativa del “astracán”: género creado por el célebre autor gaditano, fundamentado en el disparate y la caricatura, y que a tenor de los estudiosos, consistió en el arte de hacer reír a toda costa de lo que fuera, con habilidad y finura…”
No sé en qué pensaba este señor al poner en pie con absoluta alegría y ¿responsabilidad? Esta obra… Aunque lo que no sé todavía es quién le encargaría tal empresa… ¿Pensaba quizá que su hijo en las comidas familiares imita la mar de bien a José Luís López Vázquez y por ello se pasa las dos horas haciendo el tonto y de paso “homenajeando” al gran intérprete. Pensaba que hacer reír a toda costa es meter morcillas sin parar, intentar colar en un verso a Jesús Mariñas (eso sí, rimando). Pensaba que hacer reír es dibujar personajes ridículos, exagerando sin límite las formas, los ademanes. Pensaba que con “La Bomba” estaba todo hecho. Pensaba que cualquiera se sube al escenario y hace arte. Pensaba que la gente se ríe con cualquier cosa? Realmente en esto último sí tiene razón. La gente se ríe y se pone en pie. (Claro que si se pone en pie la sobrina de aquel que se pasa las dos horas “homenajeando” a José Luis López Vázquez, no cuenta ¿no?) con lo que, disculpen, pero no creo en la inteligencia de la gente. Creo que el público quiere reírse y lo hace de cualquier cosa hasta de lo más soez, de lo más fácil, de lo más evidente… porque en esta propuesta hay bastantes risas… aunque desde luego, habilidad, inteligencia y “finura” es precisamente lo que no hay.
Y es que no sé si alguien le ha dicho a José Luis Matrán que la comedia y más “la astracanada” se han de hacer muy en serio. Porque la risa, las situaciones increíbles y absurdas, la ridiculez de un personaje están en el texto… no es necesario que una actriz de tres al cuarto ande como si pisara huevos contoneándose exageradamente y poniendo una voz nasal insoportable para que reconozcamos en ella a una mujer interesada, hipócrita y manipuladora. No es necesario que Raúl Rodríguez que interpreta al Duque de Toro se pase las dos horas bufando como tal animalito y el resto del reparto haciéndole pases de pecho. No es necesario que se busque la risa metiendo morcillas y en esas morcillas se encuentren tacos, y expresiones tan actuales como “estar sobao”… por favor, al menos que ese “delicioso” alimento sea discretito… No es necesario que quien no es catalana intente adoptar un acento que no sabe hacer y que extrema. No es necesario que quien no sabe hablar con el acento madrileño lo intente, convirtiendo a su personaje en un chulo hortera y barriobajero. No son necesarios las lentejuelas, los brillos, la imitación al terciopelo, cuando se falla en la talla de unas mallas, en las babuchas de un personaje que teóricamente las elabora y camina con unas “pantuflas” gastadas de andar por casa y en los escudos más desteñidos que la casulla del obispo que casó a Magdalena… No es necesario nada, nada más que el buen hacer, la profesionalidad, el respeto y la responsabilidad bien sabida y asumida.
Esta compañía o grupo de amigos, no sé bien cómo catalogarlos, están pasando el rato y se nota sobre todo al final, cuando algún que otro personaje no acierta a envainar la espada y ¡¡mete una morcilla para hacer de ello un chiste!!...
Nunca he recomendado negativamente algo. Pero vamos, pagar 24 euros por esto me parece un delito…

Sofía Basalo.

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