jueves, 4 de marzo de 2010

EL PISITO. (Septiembre 2009)




EL PISITO.

Teatro Marquina.

Autor: Rafael Azcona.
Versión: Juanjo Seoane.
Director: Pedro Olea.
Intérpretes: Pepe Viyuela, Teté Delgado, Rafael Núñez, Asunción Balaguer y Bernardo Sánchez, entre otros.

… INMUEBLE SENTIMENTALMENTE INNECESARIO…

Rafael Azcona escribió el primer Pisito en la década de los cincuenta. El gran autor retrató una España gris, pobre… para los pobres… capaces de venderse por un piso, por un futuro eternamente aplazado, por una vida dependiente de la insolidaria decisión de un idiota poderoso… para los pobres… para los que nunca tuvieron derecho a vivir… para los que aún no tienen derecho a vivir… quizá por esta razón desde el patio de butacas resulta creíble este pisito, esta historia, este desenlace crudamente esperpéntico, quizá lo mejor del montaje dirigido por Pedro Olea, junto a la escenografía; paredes deformes, pisos deformes, una España deforme que pasado el tiempo no ha perdido su deformidad…
Sin embargo ello no es razón para anclarse, para repetir un esquema que huele a rancio, para quedarse en el pasado, para llevar a escena un texto, un proyecto de hace más de medio siglo y por el que han transcurridos los años sin piedad…
Si la escenografía a mi parecer es más que acertada, los personajes me resultan muy poco creíbles; los guiños que los adaptadores han incluido para favorecer la complicidad con el público que seguramente vivió esa época y sus forzosos aplazamientos, sobran, en un montaje que globalmente es innecesario…
Los intérpretes en general están bien. Teté Delgado representa fielmente a la mujer de aquella época. Ella no tiene la culpa de que la figura femenina estuviera dibujada de ese modo… No es culpa suya la incredibilidad de su comportamiento, de sus creencias, de sus exigencias, de su objetivo vital... Asunción Balaguer da una lección de veteranía y está maravillosa en la piel de la virginal Doña Martina… Rafael Núñez nos logra arrancar más de una sonrisa con su Don Dimas astuto y sagaz... Pepe Viyuela resulta encantador bajo las órdenes de su impaciente mujer, bajo la presión de unas circunstancias adversas, bajo el incipiente afecto, rendido a la bondad de una mujer que sabe perfectamente el porqué de una ficticia boda…
Es saludable recordar los paisajes que una vez fueron, pero hay que cuidar el modo con el que ejercer esa evocación…

Sofía Basalo.

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