lunes, 5 de enero de 2009

EL HOMBRE ALMOHADA. (Octubre 2007)




Teatro Fernando de Rojas.

Autor: Martin McDonagh.
Versión: Isabel Montesinos.
Dirección: Denis Rafter.
Intérpretes: José Vicente Moirón, Javier Magariño, Gabriel Moreno, Lourdes Gallardo y Luis Mariano López.

INOCENTES

El condenado que no puede leer lo que se escribe en el cartel que cuelga de su cuello, que desconoce el delito que lo condujo a esa celda maloliente, que comparte pena con un asesino y un violador, al que el asesino escupe, del que unas monjas huyen, el que es objeto de la risa sarcástica de un caminante anónimo... seguramente es inocente... seguramente sobre el cartel que cuelga de su cuello se lee esa palabra... y la inocencia ya no es una presunción, y en la inocencia caben todos los delitos, y la inocencia es una conducta sospechosa, amenazante, inductora, cómplice y temeraria...
Inocente es también Katurian, el protagonista y contador de cuentos de la obra de Martin McDonagh. Inocentes son los policías, al servicio de un sistema totalitario que necesita forzosamente un culpable. Inocente es Michael, el hermano maltratado del escritor macabro e inocentes son los niños muertos y protagonistas póstumos de unas literarias torturas.
“El hombre almohada” es un magnífico texto, una elaborada y bella metáfora sobre una dramática realidad: La violencia y el maltrato infantil.
El escritor irlandés ha imaginado un estado totalitario en el que se han producido una serie de asesinatos. Se detiene a un escritor de cuentos cuyos argumentos coinciden de forma sospechosa con el modus operandi del asesino. Los policías que interrogan al escritor lo creen autor intelectual de unos delitos que estiman, ha cometido su hermano deficiente.
Estos métodos violentos, brutales, torturadores irán desvelando los fantasmas que respiran en el pasado de todos y cada uno de los personajes de este cuento para no dormir; cada palabra, cada exabrupto responde a un trauma, a una carencia, a un conflicto irresoluto que persigue a unos personajes que no dejan de ser víctimas de una sociedad maltratadora.
“El hombre almohada” es ante todo una magnífica historia que la compañía “Teatro del noctámbulo” ha desarrollado de un modo sobresaliente. Una historia que ha sido articulada escénicamente en numerosos planos, de una forma muy original, creativa, reforzando la intención con la que los hechos son narrados y que en ningún momento produce la sensación de ruptura, más bien al contrario, esas pausas, esos cambios en el ritmo, en la forma de contar, enfatizan el mensaje, la moraleja (hablando de cuentos) de una historia que se podría encuadrar dentro del teatro de la crueldad de Genet o Pinter... todo ello sin dejar de conmover, sin dejar de asombrar y sin dejar de reservar un espacio para la ternura...
Denis Rafter ha sido el encargado de dirigir esta propuesta. Lo ha hecho de un modo muy inteligente. Ha aprovechado al máximo todos los recursos y ha logrado una puesta en escena vibrante, llena de poesía y enormemente expresiva. Las diferentes atmósferas que se respiran en este montaje se dirigen sin ambages al espectador, a sus sentidos, a su conciencia, a su sensibilidad, a su capacidad para emocionarse y también para horrorizarse. A ello hay que añadir al recurso del “teatro dentro del teatro” en los momentos en los que en la acción hay un paréntesis ficticio, y el protagonista en forma de cuento, se retrotrae al pasado. Tras él, sobre un pequeño escenario, se ilustran las historias que Katurian narra. Estos cambios de tiempo, de ritmo, están sensacionalmente resueltos, potenciando el carácter denunciatorio de la propuesta y la calidad de la misma.
Todo en esta propuesta es excelente. Desde la versión llevada a cabo por Isabel Montesinos, hasta la labor los intérpretes. José Vicente Moirón como Katurian exhibe una importante gama de matices en su expresividad oral y dramática, siendo el atormentado escritor que desconoce su delito y el contador de cuentos lleno de poesía, lirismo y ternura.
Javier Magariño y Gabriel Moreno componen perfectamente sus respectivos tipos de policías, dejándonos en el último momento la incógnita de su verdadero ser, de su verdadero dolor; en otro plano y como “personajes ilustradores de cuentos” resultan impecables.
Luis Mariano López es Michael, el hermano deficiente de Katurian, un ser maltratado, indefenso, sin capacidad para distinguir el bien y el mal, su interpretación resulta convincente. Y Lourdes Gallardo, un personaje secundario, de apoyo a las ilustraciones de los cuentos que sin embargo, en su última aparición resulta ser un tanto histriónica y exagerada.
En el programa de mano Denis Rafter abre la puerta a que algún espectador no soporte la crueldad que Martin McDonagh pone sobre la mesa o sobre el escenario y abandone el patio de butacas... paradójica opción, pues la realidad nos depara infinitas dosis de crueldad y éstas verdaderas... en fin, la tarde que fui a ver esta magnífica obra de teatro, dos espectadores utilizaron esa puerta que el mismo Rafter abría...

Sofía Basalo.

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