martes, 7 de diciembre de 2010

EL AMANTE (Julio 2010)


EL AMANTE.

Teatro Réplika.

Autor: Harold Pinter.
Director: Fernando Sansegundo.
Intérpretes: Eva Higueras y Alberto Maneiro.

CUANDO EL PERSONAJE DEVORA A LA PERSONA…

Una pareja intenta mantener vivo un amor agonizante; una convivencia autómata, vestida de rutina y cansancio. Dos jóvenes intentan crear una realidad paralela, con el fin de encender una llama que se apagó hace tiempo. Dos jóvenes intentan ser otras personas y amar de otra forma. Dos seres intentan vivir, mientras la vida se viste de aburrimiento y monotonía. Él será el ordenado marido que cada día acude a su trabajo y regresa tarde a causa de las consabidas reuniones laborales. Ella será la esposa infiel y leal que cada tarde espera a su amante, para recibirlo con las persianas bajadas; que cada tarde mira los ojos de su marido y descubre a otro hombre, otros deseos y otro sabor; que cada tarde, al concluir la cita, vuelve a vestirse de “leal esposa” para recibir a su cónyuge, prepararle una cena fría y sentarse a su lado frente al televisor...
Poco a poco, los personajes que ambos interpretan cada día, se apoderarán del ser que los acogió imprudente. Poco a poco, la sombra de los celos irá haciendo mella en una relación muerta, que únicamente se hace tangible al anochecer, cuando los dos “actores” se sientan frente al televisor y diversos mensajes equívocos alimentan una historia que se irá tiñendo de tragedia paso a paso.
La quebradiza línea que separa la persona del personaje se romperá cuando el deseo dé paso a la humillación gratuita y encendida. Cuando el amante quiera acallar los celos poniendo fin a una aventura que no existe, y esa conclusión quede sellada por un insulto doloroso y ruin.
Los personajes han devorado a las personas. El juego se ha adueñado de la vida.
El amante esposo no sabe bien si eliminar a su amante huesuda o a su esposa insatisfecha, de cualquier modo la muerte no es capaz de distinguir entre ambas imágenes…
La puesta en escena dirigida por Fernando Sansegundo, cumple perfectamente las expectativas del texto. Un corto relato, muy bien escrito por Harold Pinter, que paso a paso va desconcertando al espectador, creando preguntas y ambigüedades que le invitan y animan a descubrir qué pasa en la habitación en la que dos personas se evitan, se miran con recelo, se preguntan… y no logran responderse; qué ocurre en la habitación de persianas bajadas en donde un matrimonio se encuentra sin reconocerse intentando vivir lo que no es capaz de hacer con la luz encendida…
Me han gustado los dos jóvenes intérpretes; me ha gustado, sobre todo la respuesta decidida a la necesidad de los personajes, a la intensidad que exige el texto en su fatal resolución.
Ni que decir tiene que todo resulta más fácil cuando entre las manos poseemos un texto de tanta calidad, pero no siempre el resultado es tan satisfactorio.

Sofía Basalo.

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