Teatro Arenal.
Autor: Sebastián Junyent.
Versión: Andoni Ferreño.
Dirección: Andoni Ferreño.
Intérpretes: Jorge de Juan y Luis Fernando Alvés.
DESHACER, PARA REHACER…
Dos personas se vuelven a encontrar al cabo del tiempo. Esas
dos personas son hermanos. Cada uno ha afrontado la vida de un modo distinto.
Uno de ellos, huye de un ambiente asfixiante y áspero. El otro, presa del
terror y del miedo inconsciente hacia lo que el exterior le ofrece se engaña y
cree querer quedarse en la casa paterna; cree ser pueblerino; cree estar
enamorado de su novia de toda la vida y cree, finalmente, ser feliz… Mientras
la infelicidad vestida de costumbre mina, poco a poco, su presente.
Tras la muerte de la madre, el padre falleció años antes,
estos dos hermanos se reúnen para discutir la herencia. Este motivo hará que
todo aquello adquiera un enorme valor emocional. Los reproches golpearán las
paredes de esa casa, la verdad sacará de la penumbra generosa del recuerdo, los
momentos que ambos compartieron con su padre. Un padre omnipresente en la vida
de dos seres que, a su manera, han intentado liberarse de las cadenas del
rencor, de la frustración y de la mala educación que siempre siembra la
incomprensión y la tiranía.
Sebastián Junyent escribió esta obra para dos mujeres, dos
grandes actrices (Amparo Rivelles y Lola Cardona) que, en su momento, hicieron
de ella una obra enorme.
Parece ser que el autor y Andoni Ferreño, director y
realizador de la versión que podemos ver en el Teatro Arenal, contemplaron la
posibilidad de volver a llevarla a escena y convertir a los dos protagonistas
en dos hombres.
La idea está bien y he de reconocer que, como director, el
trabajo de Ferreño es notable.
Jorge de Juan y Luis Fernando Alvés, sobre todo el primero,
llevan a cabo un trabajo más que solvente. El viaje emocional que los dos
personajes emprenden al entrar en esa casa agotaría a cualquier ser humano; los
dos intérpretes reflejan a la perfección ese trayecto lleno de baches, de
socavones, de obstáculos, de miedos y recelos... Y sin embargo encuentro
algunos aspectos que no me acaban de cuadrar. No sé si serán prejuicios o
alguna imagen que el autor pensó y dejó escrito para las dos mujeres
protagonistas, en su origen, de esta obra.
Por otro lado, considero que colocar el retrato del padre a
modo de puzle sobre las paredes de la casa ha sido un acierto; el clima de
agobio y opresión que produce, es justo lo que están viviendo las dos personas
que muy a su pesar regresan a la que fue su casa para deshacerla, no sin antes
haberse deshecho a sí mismos.
… Me pregunto cómo pasará la noche Cosme (Jorge de Juan)…
Borracho, con la única luz que le presta una lánguida vela… ¿Sobrevivirá al
peso de su propia infelicidad, de su propia impotencia, de su propia inseguridad…
Al peso de la eterna mirada de su padre…?
Sofía Basalo.
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