ELECTRA.
Teatro Español.
Autor: Benito Pérez Galdós.
Adaptador: Francisco Nieva.
Director: Ferrán Madico.
Intérpretes: Sara Casasnovas, Antonio Valero, Miguel Hermoso Arnao, Maru Valdivielso y Sergio Otegui, entre otros.
… DESDE MI PROBABLE IGNORANCIA…
Ferrán Madico manifestó en más de una ocasión que el espectador que acudiese a ver esta obra y no hubiera leído demasiado a Benito Pérez Galdós, saldría con enormes deseos de “devorar” las letras del autor canario… A mí me ocurrió. Tras ver “Electra” salí del Teatro Español deseando encontrar un ejemplar de este texto, de este magnífico texto…
… Posteriormente he leído algunas críticas en las que este montaje, así como la labor del adaptador, quedaban en entre dicho…
“… No es que Francisco Nieva haya eliminado un acto innecesario, es que ha hecho lo que le ha dado la gana, quitando de aquí, quitando de allí… No es que los personajes sean símbolos, es que se trata de un vodevil simple y llano… No es que las coreografías aporten gran cosa, es que acentúan su lentitud y resultan absurdas en un montaje absolutamente esquemático…”
… Reconozco que no he leído mucho a Galdós y que no conocía su obra “Electra”. Reconozco que los personajes no tienen demasiado conflicto interior o psicológico, salvo la protagonista; Quizá esto se deba a que el tema que trata no es psicológico y a que todo en esta obra es simbólico. Los personajes no son seres humanos. Estos seres son los estamentos de un País convulsionado, de un País que se debate entre dos corrientes de pensamiento. Un País paralizado por un ejército conservador, por una aristocracia ignorante, por un cuerpo eclesiástico irracional e hipócrita… Un País que desea apostar por un razonamiento lógico y progresista, que necesita de la libertad para crecer, para avanzar, para caminar, para Ser; que necesita inteligencia para dejar de mirarse el ombligo; que necesita menos cruces, menos rezos, menos pecados y más estudio, más cultura, más educación, más tolerancia…
Electra es una joven libre, pizpireta, traviesa y un tanto rebelde. Su madre fue una mujer de vida disoluta o eso dicen. Su padre es desconocido. La adolescente crece en el seno de una aristócrata familia que pretende someterla a unas rectas normas, a unos dogmas indiscutibles. Varios hombres, amigos de sus tutores, creen ser los progenitores de la niña; entre ellos se encuentra el consejero espiritual, Don Salvador Pantoja (Soberbio, Antonio Valero); capaz de hacer cualquier cosa por conducir y doblegar la voluntad de esta niña que huye de su irracional doctrina para cobijarse en la comprensiva mirada de Máximo (Miguel Hermoso), la mirada de la razón, de la ciencia, del progreso, de una España joven que intenta salir de su tercermundismo… Un intento perenne y doblegado en según qué época histórica.
Simbólicos son también los tres momentos en los que la danza es protagonista. Tal vez hubiese eliminado el segundo, el que se asemeja a una procesión religiosa, pero es tanto lo que dicen esos movimientos; es tan revelador su significado que me siento insegura en esta afirmación. El baile inicial, nos presenta en escasos minutos el planteamiento argumental de la obra. El segundo, la procesión religiosa, nos habla de la actitud de este estamento, de su filosofía hipócrita. El tercero es la poesía; la madre de Electra que regresa del más allá para aclarar la confusa voluntad de la joven, tras la mentira dolosa y cruel, esgrimida por Salvador Pantoja.
Sara Casasnovas lleva a cabo un gran trabajo, al igual que Miguel Hermoso y un sobresaliente Antonio Valero que es con total autoridad el eje sobre el que gira este montaje.
Me ha encantado esta propuesta. Tras ver la exposición que, sobre el autor, se había dispuesto en el Hall del teatro, tras leer algunos de los comentarios que espectadores, anónimos o no, enviaron a Galdós tras ver la obra, pensé en la valentía del dramaturgo canario, cuando en 1901 decidió exponer su pensamiento de una manera tan clara, retratar con tanta exactitud la mojigatería española, la ignorancia de un país atrapado entre los cuatro pobres dogmas de una iglesia que siempre a echado el freno al desarrollo, al progreso y a la cultura…
No sé si esa contundencia viene del adaptador o del propio autor… De cualquier modo, reitero, que desde mi ignorancia, me encantó “Electra”… y no me importaría ver nuevamente este montaje… aunque alguien me dijo una vez que en teatro, las segundas “veces” no suelen ser buenas…
Sofía Basalo.
Teatro Español.
Autor: Benito Pérez Galdós.
Adaptador: Francisco Nieva.
Director: Ferrán Madico.
Intérpretes: Sara Casasnovas, Antonio Valero, Miguel Hermoso Arnao, Maru Valdivielso y Sergio Otegui, entre otros.
… DESDE MI PROBABLE IGNORANCIA…
Ferrán Madico manifestó en más de una ocasión que el espectador que acudiese a ver esta obra y no hubiera leído demasiado a Benito Pérez Galdós, saldría con enormes deseos de “devorar” las letras del autor canario… A mí me ocurrió. Tras ver “Electra” salí del Teatro Español deseando encontrar un ejemplar de este texto, de este magnífico texto…
… Posteriormente he leído algunas críticas en las que este montaje, así como la labor del adaptador, quedaban en entre dicho…
“… No es que Francisco Nieva haya eliminado un acto innecesario, es que ha hecho lo que le ha dado la gana, quitando de aquí, quitando de allí… No es que los personajes sean símbolos, es que se trata de un vodevil simple y llano… No es que las coreografías aporten gran cosa, es que acentúan su lentitud y resultan absurdas en un montaje absolutamente esquemático…”
… Reconozco que no he leído mucho a Galdós y que no conocía su obra “Electra”. Reconozco que los personajes no tienen demasiado conflicto interior o psicológico, salvo la protagonista; Quizá esto se deba a que el tema que trata no es psicológico y a que todo en esta obra es simbólico. Los personajes no son seres humanos. Estos seres son los estamentos de un País convulsionado, de un País que se debate entre dos corrientes de pensamiento. Un País paralizado por un ejército conservador, por una aristocracia ignorante, por un cuerpo eclesiástico irracional e hipócrita… Un País que desea apostar por un razonamiento lógico y progresista, que necesita de la libertad para crecer, para avanzar, para caminar, para Ser; que necesita inteligencia para dejar de mirarse el ombligo; que necesita menos cruces, menos rezos, menos pecados y más estudio, más cultura, más educación, más tolerancia…
Electra es una joven libre, pizpireta, traviesa y un tanto rebelde. Su madre fue una mujer de vida disoluta o eso dicen. Su padre es desconocido. La adolescente crece en el seno de una aristócrata familia que pretende someterla a unas rectas normas, a unos dogmas indiscutibles. Varios hombres, amigos de sus tutores, creen ser los progenitores de la niña; entre ellos se encuentra el consejero espiritual, Don Salvador Pantoja (Soberbio, Antonio Valero); capaz de hacer cualquier cosa por conducir y doblegar la voluntad de esta niña que huye de su irracional doctrina para cobijarse en la comprensiva mirada de Máximo (Miguel Hermoso), la mirada de la razón, de la ciencia, del progreso, de una España joven que intenta salir de su tercermundismo… Un intento perenne y doblegado en según qué época histórica.
Simbólicos son también los tres momentos en los que la danza es protagonista. Tal vez hubiese eliminado el segundo, el que se asemeja a una procesión religiosa, pero es tanto lo que dicen esos movimientos; es tan revelador su significado que me siento insegura en esta afirmación. El baile inicial, nos presenta en escasos minutos el planteamiento argumental de la obra. El segundo, la procesión religiosa, nos habla de la actitud de este estamento, de su filosofía hipócrita. El tercero es la poesía; la madre de Electra que regresa del más allá para aclarar la confusa voluntad de la joven, tras la mentira dolosa y cruel, esgrimida por Salvador Pantoja.
Sara Casasnovas lleva a cabo un gran trabajo, al igual que Miguel Hermoso y un sobresaliente Antonio Valero que es con total autoridad el eje sobre el que gira este montaje.
Me ha encantado esta propuesta. Tras ver la exposición que, sobre el autor, se había dispuesto en el Hall del teatro, tras leer algunos de los comentarios que espectadores, anónimos o no, enviaron a Galdós tras ver la obra, pensé en la valentía del dramaturgo canario, cuando en 1901 decidió exponer su pensamiento de una manera tan clara, retratar con tanta exactitud la mojigatería española, la ignorancia de un país atrapado entre los cuatro pobres dogmas de una iglesia que siempre a echado el freno al desarrollo, al progreso y a la cultura…
No sé si esa contundencia viene del adaptador o del propio autor… De cualquier modo, reitero, que desde mi ignorancia, me encantó “Electra”… y no me importaría ver nuevamente este montaje… aunque alguien me dijo una vez que en teatro, las segundas “veces” no suelen ser buenas…
Sofía Basalo.