lunes, 20 de octubre de 2014

ENFRENTADOS. (Octubre 2014)



ENFRENTADOS.

Teatro Amaya.

Director: Arturo Fernández.
Intérpretes: Arturo Fernández y David Boceta.
Autor: Bill C. Davis.

DOS PUNTOS DE PARTIDA Y UNA MISMA COMUNIÓN.

Dos hombres de la Iglesia.
Un joven a punto de hacer sus votos y cantar misa. Un joven lleno de ideas y ganas de cambiar el mundo y su mundo. Un joven que pretende llevar a cabo su ministerio hacia fuera, hacia el exterior, mirando la realidad desde ella misma… Y un párroco, quizá cansado, quizá acomodado, quizá adormecido como lo están su espíritu, como lo está aquello en lo que creyó, abrazado a unos fieles, creyentes por costumbre, piadosos en la apariencia, cristianos sin conciencia…
Sí, este planteamiento resulta atrayente y, tal vez, alejado del costumbrismo al que nos tiene acostumbrados la Marca ARTURO FERNÁNDEZ.
He de decir que en un principio y antes de fijarme, me dejé de llevar por el prejuicio y pensé “ENFRENTADOS… por una mujer, sin duda”… Y tengo que confesar que me ha alegrado equivocarme.
ENFRENTADOS es una obra interesante, su contenido es interesante y los personajes son ricos, complejos y llenos de matices.
En esta ocasión Arturo Fernández no está mal como actor. Es cierto que una vez más se ha esmerado en la escenografía, si bien y como corresponde, adopta un tono más sobrio. Su “pareja de baile” es, al igual que el personaje a interpretar, un joven, tal vez debutante… En todo caso primerizo en estas lides… Y se nota un poquito… Con lo que, en este aspecto le vamos a poner “falta” “al maestro” que, como casi todos, demanda “Todos los focos hacia mi persona”.
De cualquier forma, como he dicho antes, no está mal el veterano hombre de teatro. Hay escenas en las que, incluso diría, deja entrever al ACTOR que, según los entendidos, fue una vez; eso sí, no estaría de más que prescindiese de algunas notas de humor fácil, algunas “morcillas” para hacer “risa”… Quizá conoce a su público y sabe que no le permitirían ciertas cosas, ciertas profundidades de conciencia… Quizá lo sabe y lo hace a propósito…
Y, en fin… Supongo que el asunto “pinganillo” es irremediable y eso no lo soluciona ni el bótox… (Vale, sí… Va con segundas… Lo siento… Una pequeña maldad, sin importancia)


Sofía Basalo.

domingo, 19 de octubre de 2014

EL HIJO DE LA NOVIA (Octubre 2014)



EL HIJO DE LA NOVIA.

Teatro Bellas Artes.
Autores: Fernando Castets y Juan J. Campanella.
Director: Garbi Losada.
Intérpretes: Tina Sáinz, Juanjo Artero y Álvaro de Luna, entre otros.


EMOCIÓN Y TERNURA MÁS ALLÁ DE LA CRISIS.


Quién no recuerda el entrañable film, interpretado por Héctor Alterio, Norma Aleandro y Roberto Darín. Quién no se ha emocionado con la eterna historia de amor de Nino Belbedere, con el amor teñido de culpabilidad y frustración de ese hijo, incapaz de mirar a su madre de frente porque cree que no cumplió sus expectativas.

Quién no sonrió ante los escasos episodios lúcidos de una enfermedad que borra lentamente la figura del ser humano al que osa abrazar.

Llevar esta  historia al escenario es, a un tiempo, jugar con ventaja y un reto enorme. La ventaja la porta la historia y los sentimientos que viajan con ella. El reto, el paso del cine al teatro, la gran labor de los actores cinematográficos, el buen hacer del oficio argentino…

Ambos aspectos han sido aprovechados desde el momento en que se ha dispuesto una banda sonora maravillosa y conmovedora, hasta la elección de un decorado vestido de nostalgia y presidido por una fotografía de una joven y sonriente Norma (Tina Sáinz).

Esta puesta en escena rebosa ternura, amor y buen hacer. Juanjo Artero es un intérprete muy veraz, con una enorme capacidad para comunicar con el espectador y transmitir la emociones; la pareja de veteranos novios, formada por Álvaro de Luna y Tina Sáinz, caminan por el restaurante de su hijo con una facilidad asombrosa. Todo funciona como un reloj en el que, y desde una perspectiva personal, me agradó Mikel Laskaurain, un papel secundario repleto de vitalidad, de ganas de vivir frente a la adversidad, de ganas de sentir la vida, el amor, la alegría… frente a la desolación.

Un papel secundario que pone un broche dorado a una función maravillosa, en la que una amalgama de sentimientos deambulan del escenario al patio de butacas y de un rendido patio de butacas al escenario donde cinco grandes reciben una prolongada y merecida ovación.

Sofía Basalo.