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lunes, 26 de mayo de 2014

LA CELESTINA. (Octubre 2012)

LA CELESTINA.



Teatro Fernán-Gómez.
Autor: Fernando de Rojas.
Versión: Eduardo Galán.
Dirección: Mariano de Paco Serrano.
Intérpretes: Gemma Cuervo, Juan Calot, Alejandro Aréstegui, Olalla Escribano, Santiago Nogués, Rosa Merás, Irene Aguilar, Jordi Soler, Natalia Erice.

UN MITO EN MINÚSCULA.

Junto a Don Quijote de la Mancha y Don Juan Tenorio, La Celestina constituye uno de los tres grandes personajes de nuestra literatura. Fernando de Rojas la escribió a finales del siglo XV, para que fuera leída por público universitario y culto de su época y sin afán alguno de que fuese representada.
Quizá por ello el autor no se preocupó por la extensión de la obra (16 ò 21 actos, según la versión)… Con lo que la labor de llevarla a escena siempre ha sido complicada y a menudo se ha fracasado en su empeño.
La versión que ha llevado a cabo Eduardo Galán para la propuesta que actualmente podemos ver en el Teatro Fernán-Gómez, es muy reducida, tal vez, en algunos parlamentos, demasiado. De este modo, no llega a adentrarse en la psicología de los personajes, en el misterio que encierra La Celestina, en el porqué de la actitud de Calisto o en el misterioso cambio de conducta de Melibea. Es ésta, en fin, una versión que simplifica esta obra y en cierto modo la trivializa convirtiéndola en un folletín donde todo el mundo muere, quizá de un modo chocante, cuando menos.
La escenografía es muy sencilla. Demasiado blanca con una iluminación un tanto deficiente. La labor de los intérpretes es muy hetereogénea. No me convencen los jóvenes actores que interpretan a los falsos protagonistas (Calisto y Melibea) –Alejandro Aréstegui y Olalla Escribano, respectivamente-, los avariciosos criados, Pármeno y Sempronio, Santiago Nogués y Juan Calot, realizan una labor más convincente, sobre todo éste último. El resto del elenco lleva a cabo un trabajo aceptable, si exceptuamos a Jordi Soler, que interpreta al padre de Melibea y que aparece en escena envarado, diciendo su texto de un modo solemne y a la antigua, con lo que definitivamente rompe cualquier atisbo de homogeneidad ya no sólo en la calidad de la interpretación, sino en las formas.
Detengámonos en La Celestina. Gemma Cuervo. Sin duda, es el reclamo de esta propuesta, la razón de tal labor. Si la escenografía no nos dice nada, no importa, tenemos a Gemma Cuervo (parece decir la productora y el mismo director, quizá yo también lo haría…) Pero Gemma Cuervo no es del todo una buena Celestina. No alcanza a abarcar todos los matices que tiene ese personaje. El misterio que encierra. La sabiduría que ha atesorado a lo largo de toda una vida. Ella afirma que ha hecho una Celestina “humana”, y lo es. Tiene detalles verdaderamente buenos, pero también lleva su actuación en algunos momentos a épocas pasadas, gesticula demasiado, utiliza la voz, elevándola a tonos innecesariamente agudos… Recuerda a las veteranas actrices de épocas pretéritas… No podemos afirmar que el reto “Celestina-Cuervo” haya concluido con la victoria absoluta de “Celestina”, pero casi.
En general, se trata de una propuesta demasiado simplista, que nos deja impasibles, que no nos dice nada… Una propuesta de la que no podemos extraer el porqué del mito literario de La Celestina.


Sofía Basalo.