Teatro Fernán-Gómez.
Autor: Fernando de Rojas.
Versión: Eduardo Galán.
Dirección: Mariano de Paco Serrano.
Intérpretes: Gemma Cuervo, Juan Calot, Alejandro Aréstegui,
Olalla Escribano, Santiago Nogués, Rosa Merás, Irene Aguilar, Jordi Soler,
Natalia Erice.
UN MITO EN MINÚSCULA.
Junto a Don Quijote de la Mancha y Don Juan Tenorio, La
Celestina constituye uno de los tres grandes personajes de nuestra literatura.
Fernando de Rojas la escribió a finales del siglo XV, para que fuera leída por
público universitario y culto de su época y sin afán alguno de que fuese
representada.
Quizá por ello el autor no se preocupó por la extensión de
la obra (16 ò 21 actos, según la versión)… Con lo que la labor de llevarla a
escena siempre ha sido complicada y a menudo se ha fracasado en su empeño.
La versión que ha llevado a cabo Eduardo Galán para la
propuesta que actualmente podemos ver en el Teatro Fernán-Gómez, es muy
reducida, tal vez, en algunos parlamentos, demasiado. De este modo, no llega a
adentrarse en la psicología de los personajes, en el misterio que encierra La
Celestina, en el porqué de la actitud de Calisto o en el misterioso cambio de
conducta de Melibea. Es ésta, en fin, una versión que simplifica esta obra y en
cierto modo la trivializa convirtiéndola en un folletín donde todo el mundo
muere, quizá de un modo chocante, cuando menos.
La escenografía es muy sencilla. Demasiado blanca con una
iluminación un tanto deficiente. La labor de los intérpretes es muy
hetereogénea. No me convencen los jóvenes actores que interpretan a los falsos
protagonistas (Calisto y Melibea) –Alejandro Aréstegui y Olalla Escribano,
respectivamente-, los avariciosos criados, Pármeno y Sempronio, Santiago Nogués
y Juan Calot, realizan una labor más convincente, sobre todo éste último. El
resto del elenco lleva a cabo un trabajo aceptable, si exceptuamos a Jordi
Soler, que interpreta al padre de Melibea y que aparece en escena envarado,
diciendo su texto de un modo solemne y a la antigua, con lo que definitivamente
rompe cualquier atisbo de homogeneidad ya no sólo en la calidad de la
interpretación, sino en las formas.
Detengámonos en La Celestina. Gemma Cuervo. Sin duda, es el
reclamo de esta propuesta, la razón de tal labor. Si la escenografía no nos
dice nada, no importa, tenemos a Gemma Cuervo (parece decir la productora y el
mismo director, quizá yo también lo haría…) Pero Gemma Cuervo no es del todo
una buena Celestina. No alcanza a abarcar todos los matices que tiene ese
personaje. El misterio que encierra. La sabiduría que ha atesorado a lo largo
de toda una vida. Ella afirma que ha hecho una Celestina “humana”, y lo es.
Tiene detalles verdaderamente buenos, pero también lleva su actuación en
algunos momentos a épocas pasadas, gesticula demasiado, utiliza la voz,
elevándola a tonos innecesariamente agudos… Recuerda a las veteranas actrices
de épocas pretéritas… No podemos afirmar que el reto “Celestina-Cuervo” haya
concluido con la victoria absoluta de “Celestina”, pero casi.
En general, se trata de una propuesta demasiado simplista,
que nos deja impasibles, que no nos dice nada… Una propuesta de la que no
podemos extraer el porqué del mito literario de La Celestina.
Sofía Basalo.