viernes, 26 de marzo de 2010

TOC TOC (Septiembre 2009)


TOC TOC

Teatro Príncipe Gran Vía.

Autor: Laurent Baffie.
Versión: Joaquín Quintanilla.
Director: Esteve Ferrer.
Intérpretes: Nicolás Dueñas, Gracia Olayo, Daniel Muriel, Javivi, Inge Martín, Ana María Barbany y Sara Moros

SEIS PERSONAJES EN BUSCA DE UN TOC.

Puede ser que la mayoría del público acuda a ver esta comedia por sus intérpretes, en gran medida conocidos a través de la pequeña pantalla… puede ser que la mayoría del público vaya a ver esta comedia por eso mismo, porque es una comedia y quiere reírse sin más…
No es mi caso. En primer lugar porque a casi todos los intérpretes televisivos los tengo en cuarentena, si bien de vez en cuando libero del aislamiento a alguno y en segundo lugar porque no soy de las que se ríen con cualquier cosa… Me cuesta reír y en numerosas ocasiones me quedo sola y desamparada en medio de un mar de sonoras e inexplicables carcajadas…
Con lo que, ¿por qué fui a ver “Toc Toc”?... Esencialmente porque no pierdo la esperanza de ver una comedia bien hecha, que no busque la risa en el desierto de la vulgaridad, que nos proporcione algo más y que no caiga en el narcisismo de aquellos que acentúan las partes con las que el público más se deleita… se nota tanto que espanta… es tan patente que uno llega a preguntarse por qué lo hacen, por qué lo repiten y por qué se jactan de algo que únicamente pone de manifiesto su deficiencia como intérpretes…
El planteamiento de “Toc Toc” es sencillo. Es una comedia de personajes, según me explicó Esteve Ferrer, con lo que son ellos y sólo ellos, los que generan la acción y por tanto ellos son los responsables de esta comedia.
“Toc Toc” es un éxito porque todos y cada uno de estos personajes están en su punto justo, porque todas y cada una de las circunstancias que rodean a estos seis seres que esperan su cita con el doctor son absolutamente creíbles, porque todo el público sale del teatro Príncipe Gran Vía satisfecho: Aquel que es de risa floja y aquel que sólo ríe cuando algo es gracioso, cuando algo merece esa risa…
“Toc Toc” tiene quizá un “pero” que encontramos en una vuelta de tuerca que no es tal, pues se ve venir… A medida que avanza la función y el médico no llega, intuimos que el prestigioso especialista se halla en la sala de espera, espacio donde está teniendo lugar una inesperada y sorpresiva terapia de grupo… sin embargo, esos personajes están tan bien dibujados que esa palabra, esa conjunción adversativa debe ser escrita con lápiz de punta fina para borrarla de inmediato…
Quizá el “truco” de esta comedia estriba en que cualquiera podría ser uno de estos personajes… ¿Quién no padece una manía. Quién no ha desandado el camino para asegurarse de que cerró con llave la puerta o los grifos de su casa. Quién no ha “jugado” alguna vez a no pisar las rayas porque si consigue llegar a casa de este modo “todo le saldrá bien”. Quién no, con “la pandemia de la gripe A” siente algún tipo de aprensión al escuchar toser o estornudar a alguien que está peligrosamente cerca de nosotros…?
Es tan sano reírse de todo aquello que nos pasa… Es tan sano dejar de mirarnos el ombligo, de ser tan egoístas, de observarnos y de pensar que somos el centro del universo… que no nos queda más remedio que reírnos a mandíbula batiente durante las dos horas que dura esta fantástica terapia multitudinaria en la que se convierte “Toc Toc”…


Sofía Basalo.

jueves, 4 de marzo de 2010

ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO (2005)



ALGUIEN VOLÓ SOBRE EL NIDO DEL CUCO.

TEATRO RÉPLIKA

Autor: Ken Kesey.
Versión teatral: Dale Wasserman.
Traducción y dirección: Jaroslaw Bielski.
Intérpretes: Rodrigo Poisón, Julio Mardelo, Rodrigo Ramírez, Socorro Anadón, Paloma Leal, Luis Martí, Boj Calvo, Javier Losán, Jesús Cortés, Raúl Chacón, Joaquín Abad, Pablo Chiapella, Diego Moreno, Carlos Alba, Cristina Nava y Cristina Charro.


LIBERTAD O LOCURA.


Alguien dijo: “Tal vez, la locura no sea más que la misma inteligencia que, cansada de contemplar las miserias del mundo, ha tomado la sabia resolución de volverse loca.”
McMurphy es un ser sumamente inteligente. Sabe que si simula estar loco, la cárcel no será su estación termini. Ante todo, Randle P. McMurphy es un ser libre; contempla las reglas, las normas, los usos y las costumbres de una sociedad enmohecida. Es capaz de imaginar esa realidad sin los corsés que la inmovilizan, sin los dogmas que la configuran como una habitación inhóspita, incolora, inodora e insípida.
McMurphy es un atrevido malabarista. Salta sin red sobre un vacío que lo atrapará en sus garras oscuras, en sus pasillos angostos, en la tentadora y muda invitación a un paraíso artificial para el que no hay retorno.
“Alguien voló sobre el nido del cuco” es una canción de libertad.
Escrita por Ken Kersey, ha pasado, para su versión teatral, por el magnífico tamiz de Dale Wasserman. En 2004 el Teatro Réplika nos regalaba la versión española de la mano de su director, Jaroslaw Bielski.
Se ha recuperado de este modo y tras su paso por el séptimo arte, la mirada inicial que le otorgó su autor; es el Jefe Bromden quien reflexiona, quien observa. Es suyo el juicio lógico y espiritual; es suya la espera que culmina con la llegada al centro hospitalario del alma libre, revolucionaria, rebelde y oxigenante de McMurphy. Es entonces, cuando el Jefe Bromden (Rodrigo Poisón) decide abandonar el mutismo que lo ha caracterizado; es entonces cuando rompe su aislamiento e incomunicación. “El Padre” ha escuchado al indio. Su libertad lo espera tras la ventana.
El Teatro Réplika se ha convertido en un centro psiquiátrico. Una gráfica parábola de una sociedad cuyos órganos vitales funcionan regularmente bajo los dictámenes autoritarios de quienes detentan el poder. El espectador rodea el escenario; la sala principal en la que se desarrollarán los hechos más relevantes de la breve estancia de McMurphy en ese “manicomio”. El espectador es, casi, uno de ellos.Uno de esos locos que acatan las normas por el terror a una dolorosa sesión de electroshock, que ingieren dócilmente sus dosis de tranquilizantes por el temor a la severa mirada de la enfermera Ratched (Socorro Anadón), que son libres una vez, tan sólo una vez, cuando imaginan ver, a través de un monitor televisivo apagado, un partido de béisbol.
El Jefe Bromden ha estado esperando a alguien. Alguien que se atreva a volar bajo la amenaza del “cuco”; alguien que intente levantar una pesada fuente; alguien que le diga que es grande; alguien que le haga grande con su fe. Ese alguien, aparentemente vencido, es McMurphy (Pablo Chiapella); ese alguien le regalará su vida y su fuerza con su entrega.
Volará libre, más allá de los bisturíes hambrientos y egoístas y le enseñará al Jefe Bromden que, tal vez, no es tan importante ser grande; sino intentar serlo y atreverse a ser libre y a decidir por uno mismo.
La Sala Réplika nos regala tres horas de un Teatro Grande. Bien dirigido y soberbiamente interpretado. Un juego teatral coral que, surge a partir de unas genialidades individuales que nos hacen partícipe en primera persona, de un vuelo que muy pocos se atreven a llevar a cabo. Este recinto teatral, de tan sólo un año de vida, ha apostado por otro teatro. Un teatro auténtico, comprometido y a pie de calle. Un teatro de ideas vivas, de propuestas arriesgadas por el que vale la pena luchar.
Tras el éxito obtenido la pasada temporada y la gira realizada por España, han regresado a Madrid. La sala se ha vuelto a llenar. El público pide otro teatro. El público demanda compromiso, profesionalidad, ideas nuevas y sobre todo, buen hacer.
La Sala Réplika lo tiene todo; ha jugado con un póquer de ases y Todos hemos ganado.
Sofía Basalo.

EL PISITO. (Septiembre 2009)




EL PISITO.

Teatro Marquina.

Autor: Rafael Azcona.
Versión: Juanjo Seoane.
Director: Pedro Olea.
Intérpretes: Pepe Viyuela, Teté Delgado, Rafael Núñez, Asunción Balaguer y Bernardo Sánchez, entre otros.

… INMUEBLE SENTIMENTALMENTE INNECESARIO…

Rafael Azcona escribió el primer Pisito en la década de los cincuenta. El gran autor retrató una España gris, pobre… para los pobres… capaces de venderse por un piso, por un futuro eternamente aplazado, por una vida dependiente de la insolidaria decisión de un idiota poderoso… para los pobres… para los que nunca tuvieron derecho a vivir… para los que aún no tienen derecho a vivir… quizá por esta razón desde el patio de butacas resulta creíble este pisito, esta historia, este desenlace crudamente esperpéntico, quizá lo mejor del montaje dirigido por Pedro Olea, junto a la escenografía; paredes deformes, pisos deformes, una España deforme que pasado el tiempo no ha perdido su deformidad…
Sin embargo ello no es razón para anclarse, para repetir un esquema que huele a rancio, para quedarse en el pasado, para llevar a escena un texto, un proyecto de hace más de medio siglo y por el que han transcurridos los años sin piedad…
Si la escenografía a mi parecer es más que acertada, los personajes me resultan muy poco creíbles; los guiños que los adaptadores han incluido para favorecer la complicidad con el público que seguramente vivió esa época y sus forzosos aplazamientos, sobran, en un montaje que globalmente es innecesario…
Los intérpretes en general están bien. Teté Delgado representa fielmente a la mujer de aquella época. Ella no tiene la culpa de que la figura femenina estuviera dibujada de ese modo… No es culpa suya la incredibilidad de su comportamiento, de sus creencias, de sus exigencias, de su objetivo vital... Asunción Balaguer da una lección de veteranía y está maravillosa en la piel de la virginal Doña Martina… Rafael Núñez nos logra arrancar más de una sonrisa con su Don Dimas astuto y sagaz... Pepe Viyuela resulta encantador bajo las órdenes de su impaciente mujer, bajo la presión de unas circunstancias adversas, bajo el incipiente afecto, rendido a la bondad de una mujer que sabe perfectamente el porqué de una ficticia boda…
Es saludable recordar los paisajes que una vez fueron, pero hay que cuidar el modo con el que ejercer esa evocación…

Sofía Basalo.