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domingo, 15 de mayo de 2011

DIVORCIADAS, EVANGÉLICAS Y VEGETARIANAS. (Julio 2010)


DIVORCIADAS, EVANGÉLICAS Y VEGETARIANAS.

Teatro Pequeño Gran Vía.

Autor: Gustavo Ott.
Director: Gustavo Ott
Intérpretes: Blanca Rodríguez, Carmen Sánchez y Yanet Sierra.

ÉRANSE UNA VEZ… TRES HORTERAS.

Si nos adentramos en la página web de “Profetas de mueble bar” podremos leer lo siguiente: Estamos ante “el éxito de la temporada”. Un texto lleno de ternura, un canto a la amistad, a las realidades humildes, a las grandezas minúsculas… Un espectáculo que va directo al corazón por el continuo y muchas veces ácido análisis que se hace de los múltiples sentimientos humanos… en fin… De nuevo, me sorprenden las evaluaciones que, de según qué espectáculos, se llevan a cabo; aunque, claro, si las extraemos de una productora o entidad parecida que ha apostado por dicho espectáculo qué vamos a esperar ¿no?
“Divorciadas, evangélicas y vegetarianas” es una horterada. Una horterada en toda su extensión: En el contenido, en el continente, en el texto, en el vestuario realizado por León Revuelta “una figura clave del cine y el teatro español” y que parece ser, en este proyecto se ha tomado unas vacaciones, en las intérpretes (no es que yo tenga nada en contra, pero vamos, que intenten aparentar 38 años, señoras que “me da” pasan de los cincuenta…), en el humor empleado, en la temática… en todo. Una horterada absoluta, porqué quedarse a medias.
Cuando me encuentro ante estos casos (intérpretes que intentan aparentar o ser alguien objetivamente “imposible”) me pregunto: ¿Es que no hay actrices capaces de ser una de estas tres “Marías”; es que en Canarias no hay más materia prima que estas tres actrices que no son malas, simplemente intentan adaptarse a un esquema que no les va… a un texto que vale nada y menos, a unas situaciones que son absurdas… a unos personajes arquetípicos, fáciles, reiterativos, simplones… a un proyecto más que malo?
Quizá esté siendo demasiado “cáustica”. No esperaba gran cosa, la verdad. Pero tampoco me esperaba este “cuadro”…
Una hora y veinte minutos de historias sabidas que, en esta ocasión, están contadas de una manera absurda, poco elaborada y sin imaginación.
¿Qué más puedo decir?... Mejor, corto y cambio.

Sofía Basalo.