SUBPRIME.
Teatro
Fernando Fernán-Gómez.
Autor:
Fernando Ramírez Baeza.
Director:
Ricardo Campelo.
Intérpretes: Pep Munné, Chete Lera,
Federico Aguado, Daniel Huarte, Aitor Gaviria, Aure Sánchez, Antonio Salazar y
Jorge Lora.
REAL COMO LA
VIDA MISMA… Y SIN SABOREAR…
Sin duda, la
obra que acoge el Centro Cultural Fernando Fernán-Gómez es un ejemplo de un
teatro arriesgado, potente, interesante y necesario. Sin duda, un reparto tan
extenso, encabezado por dos actores más que solventes, es un ejemplo de buen
hacer en unos tiempos oscuros y difíciles.
Retratar una élite corrupta, que
camina entre escombros, que se aprovecha de una sociedad que quizá mire a otro
lado porque si mira al frente puede cegarse, es una empresa más que
sobresaliente… Y sin embargo, es triste que no se pueda saborear todo este buen
hacer. ¿Por qué?
¿Porque el
Centro Cultural Fernán-Gómez tiene una mala acústica. Porque cada vez que los
actores elevan un poco la voz el eco hace ininteligible un texto, presumo, interesante.
Porque los actores no tienen una voz adecuada a las dimensiones del teatro…?
Pues no sé
qué decir, porque el texto que defiende, y muy bien, Chete Lera (Vicepresidente
del gobierno) se entiende a la perfección; en cambio, el texto correspondiente
a Pep Munné, Daniel Huarte, etc… es casi, casi ininteligible desde mi butaca
(fila 11).
Así pues, si
fuera defecto del teatro no se les entendería a ninguno ¿no?
Siguiendo con
la puesta en escena, la considero muy potente y original. Las proyecciones audiovisuales
potencian la agilidad de la acción y la rapidez de lo que ocurre en el despacho
de ese empresario que siempre resulta atractivo ante las cámaras, aunque su
trabajo conduzca a la quiebra la empresa que maldirige; ese empresario que nos
recuerda a muchos de los que han conducido hacia un presente ruin y
desesperanzador, este mundo en el que sobrevivimos a duras penas.
He de
reconocer que en cierto momento me aburrí, no pude seguir la acción de esta
obra, tal vez la palabrería económica que velozmente declama Pep Munné, el eco
que me hacía perderme entre sonidos que no lograba entender, el ir y venir de
actores cuyas palabras tampoco lograba digerir… Una pena que espero se
solvente… Colocando unos microfonillos, cambiando de teatro o de actores… A
saber.
Sofía Basalo.