GLENGARRY GLEN ROSS.
Teatro Español.
Autor: David Mamet.
Director: Daniel Veronese.
Intérpretes: Gonzalo de Castro, Ginés García Millán, Alberto Jiménez, Jorge Bosch y Carlos Hipólito, entre otros.
TANTO VENDES, TANTO VALES…
Tres conversaciones al calor solitario de un restaurante. Seis hombres. La realidad que a trompicones se hace sitio en un diluvio de palabras, de necesidades, de urgencias. El empleado que atraviesa una mala racha y como producto ya no vale. El superior que escucha impasible la urgencia de un subordinado ineficaz. Dos trabajadores que pretenden encontrar una luz en su cotidianidad laboral, infringiendo aquello a lo que la lealtad moral obliga. Por último, el mejor vendedor, aquel que ganará el Cadillac, el que con un discurso aprendido, ensayado e impostado “venderá la moto” al pobre dueño de un restaurante que a cada palabra se sentirá más pequeño, más sumiso, más indefenso y quizá menos convencido…
Pasamos página. Entramos de lleno en una oficina en la que alguien ha robado. El desconcierto y el caos reinan en las paredes grises de una agencia donde los contactos han volado, como lo han hecho los teléfonos. En medio de las dudas continúan las rivalidades, los engaños, las palabras que dicen aquello que ocultan, la inocencia de aquel que cree haber recuperado una técnica que con el paso del tiempo resulta caduca, la mentira del buen compañero que en realidad lo que pretende de su rival es el resultado de un producto que ha de ser satisfactorio por necesidad. Las malas artes de un superior que humilla cuando manda, a sabiendas del daño que con ello puede ocasionar a alguien que tiempo atrás colocó en primera línea la empresa que dirige de una manera sucia y engañosa. No importa la humanidad que día a día se ha podido quedar en las míseras paredes de la empresa. No importan los sueños que se han mantenido dormidos en sus austeras sillas. No importa el pasado de alguien que depositó los cimientos de un futuro en sus gigantes y luminosas letras. Hoy no vende. Hoy no ha sido capaz de distinguir la enajenación en los ojos de un futuro cliente. Hoy no ha sido capaz de ver en los signos de un contacto la trampa de alguien que sólo quiere contemplar su sombra más allá de las frías paredes del fiero mercado laboral. Hoy no será capaz de callarse, ignorando que sólo él pondrá el punto y final a su propia película.
Qué bien interpreta Carlos Hipólito al perdedor, al humillado, al que no vale nada pues nada llega a producir. Qué tristeza, qué derrota hay en su rostro, qué ingenuo triunfo llega a dibujar cuando logra hacer una venta a dos enajenados…
El texto es eficaz y contundente. La puesta en escena resulta un tanto fría; los dos espacios se abren paso de un modo cortante, sin concesión alguna. Parece que Veronese ha querido plasmar esa misma impersonalidad, esa misma inhumanidad en un trabajo que aún así resulta enérgico. Las puñaladas que nos deja el final son absolutamente letales… y sin embargo no logro descubrir porqué de vez en cuando algunos intérpretes nos dan la espalda…
Sin duda, es grande el reparto que completa este proyecto. Es grande su autor. Es tremendamente grande la realidad que nos deja, una realidad que estamos pisando, que estamos soportando dóciles, como mudos borregos... que estamos respirando sin ser conscientes de la toxicidad con la que nos ametralla el odio, la envidia, la indiferencia, el menosprecio, el superfluo brillo de la apariencia…
Nuevamente el teatro nos regala la reflexión, ¿seremos lo suficientemente valientes como para conjugar el verbo?
Sofía Basalo.
Teatro Español.
Autor: David Mamet.
Director: Daniel Veronese.
Intérpretes: Gonzalo de Castro, Ginés García Millán, Alberto Jiménez, Jorge Bosch y Carlos Hipólito, entre otros.
TANTO VENDES, TANTO VALES…
Tres conversaciones al calor solitario de un restaurante. Seis hombres. La realidad que a trompicones se hace sitio en un diluvio de palabras, de necesidades, de urgencias. El empleado que atraviesa una mala racha y como producto ya no vale. El superior que escucha impasible la urgencia de un subordinado ineficaz. Dos trabajadores que pretenden encontrar una luz en su cotidianidad laboral, infringiendo aquello a lo que la lealtad moral obliga. Por último, el mejor vendedor, aquel que ganará el Cadillac, el que con un discurso aprendido, ensayado e impostado “venderá la moto” al pobre dueño de un restaurante que a cada palabra se sentirá más pequeño, más sumiso, más indefenso y quizá menos convencido…
Pasamos página. Entramos de lleno en una oficina en la que alguien ha robado. El desconcierto y el caos reinan en las paredes grises de una agencia donde los contactos han volado, como lo han hecho los teléfonos. En medio de las dudas continúan las rivalidades, los engaños, las palabras que dicen aquello que ocultan, la inocencia de aquel que cree haber recuperado una técnica que con el paso del tiempo resulta caduca, la mentira del buen compañero que en realidad lo que pretende de su rival es el resultado de un producto que ha de ser satisfactorio por necesidad. Las malas artes de un superior que humilla cuando manda, a sabiendas del daño que con ello puede ocasionar a alguien que tiempo atrás colocó en primera línea la empresa que dirige de una manera sucia y engañosa. No importa la humanidad que día a día se ha podido quedar en las míseras paredes de la empresa. No importan los sueños que se han mantenido dormidos en sus austeras sillas. No importa el pasado de alguien que depositó los cimientos de un futuro en sus gigantes y luminosas letras. Hoy no vende. Hoy no ha sido capaz de distinguir la enajenación en los ojos de un futuro cliente. Hoy no ha sido capaz de ver en los signos de un contacto la trampa de alguien que sólo quiere contemplar su sombra más allá de las frías paredes del fiero mercado laboral. Hoy no será capaz de callarse, ignorando que sólo él pondrá el punto y final a su propia película.
Qué bien interpreta Carlos Hipólito al perdedor, al humillado, al que no vale nada pues nada llega a producir. Qué tristeza, qué derrota hay en su rostro, qué ingenuo triunfo llega a dibujar cuando logra hacer una venta a dos enajenados…
El texto es eficaz y contundente. La puesta en escena resulta un tanto fría; los dos espacios se abren paso de un modo cortante, sin concesión alguna. Parece que Veronese ha querido plasmar esa misma impersonalidad, esa misma inhumanidad en un trabajo que aún así resulta enérgico. Las puñaladas que nos deja el final son absolutamente letales… y sin embargo no logro descubrir porqué de vez en cuando algunos intérpretes nos dan la espalda…
Sin duda, es grande el reparto que completa este proyecto. Es grande su autor. Es tremendamente grande la realidad que nos deja, una realidad que estamos pisando, que estamos soportando dóciles, como mudos borregos... que estamos respirando sin ser conscientes de la toxicidad con la que nos ametralla el odio, la envidia, la indiferencia, el menosprecio, el superfluo brillo de la apariencia…
Nuevamente el teatro nos regala la reflexión, ¿seremos lo suficientemente valientes como para conjugar el verbo?
Sofía Basalo.
1 comentario:
Estimada señorita:
Es nuestra ilusión que eche una ojeada a la última entrada del blog. En ella se dan diversos argumentos a favor la huelga general del 29 de septiembre. Los trabajadores se juegan en ella mucho, y es algo doloroso comprobar como muchísima gente, sobre todo entre los más jóvenes esto parece no importarle. También nos llenaría de alegría, si ese es su deseo, que dejase su opinión personal en relación a las opiniones vertidas en nuestra humilde web.
Un saludo afectuoso desde tierras canarias.
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