jueves, 17 de abril de 2014

Desaparecer (Marzo 2012)

DESAPARECER.



Autor: Julio Cortázar (basado en los cuentos de Edgar Allan Poe)
Dirección: Calixto Bieito.
Intérpretes: Juan Echanove y Maika Makovski.

… HACIA LA NADA…

“Desaparecer” no es una obra de teatro al uso. Tampoco es un concierto, ni un recital. Si tenemos en cuenta la personalidad de quien dirige esta propuesta, si nos guiamos por su trayectoria profesional, acudiremos al teatro con la mente abierta y el espíritu presto a recibir todo aquello que la originalidad y la osadía de este director coloca sobre las tablas; en este caso un espectáculo lleno de belleza y sugestión. Un espectáculo que nos conduce hacia un lugar aséptico, hacia un lugar de color blanco sumamente atractivo, hacia un lugar cuyas paredes podrían asfixiarnos y sin embargo nos acogen generosas…  Como si su aislamiento nos protegiese de los miedos, de las imágenes tenebrosas que las palabras crean en la mente del protagonista…  Del hombre que vaga en ese espacio cuadrado, de la mujer que canta sin mirar a un público absorto en la verdad que sobre el escenario queda derramada en cada cuento, en cada capítulo vital, en cada recuerdo doloroso, en cada sentencia condenatoria…
Juan Echanove demuestra que es un actor enorme, con una voz perfectamente modulada, dando a cada frase el matiz preciso, la intensidad necesaria, el dramatismo justo.
Maika Makovski, es la segunda protagonista de este espectáculo. Una compositora muy conocida en el mundo indie, pero que no había experimentado el mundo de la interpretación. Su debut no puede ser mejor. Posee una voz hermosa y una tremenda capacidad para transmitir la oscuridad que todos llevamos dentro, consciente o inconscientemente. Makovski ha compuesto unos inquietantes temas que arropan la puesta en escena de esta propuesta.
El proyecto del director catalán toma forma a partir de diferentes textos de Edgar Allan Poe, a los que se han unido las diferentes vivencias del escritor Robert Walser, que murió mientras paseaba por la nieve próximo al manicomio en el que estaba internado. Juan Echanove nos transmite ese deseo de huida, ese miedo de ignorar hacia dónde caminar, hacia dónde avanzar… El vacío de no saber qué camino tomar, ni si tan siquiera hay un camino que tomar… Y todo lo hace sin un ápice de sobreactuación. Pasa de la indiferencia al terror, de la ira al arrepentimiento, de la lágrima más sentida a la risa más histérica… Y todo ello con la medida exacta de emoción, de visceralidad, de pasión…
La perversidad es intrínseca al ser humano, nos repite el autor, que añade, que sólo alguien inocente puede cometer una maldad… Y en toda su extensión nos la muestra Juan Echanove… Acompañado por una imagen fantasmagórica, silenciosa a veces y siempre hipnotizadora… La imagen de Maika Makovski… Quien nos observa desde un lugar que ignoramos (desde la nada quizá)… Un lugar que nos atrapa como lo hace la niebla que en todo momento cubre el suelo del escenario del Teatro de La Latina… Si en otros espectáculos resulta molesta, en éste experimentamos una rara sensación de cercanía, de magnetismo, es humo frío nos atrapa y nos empuja hacia el lugar desde donde nos habla el gran actor…

Sofía Basalo.


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