Autora: Lot Vekemans.
Dirección: Miguel Ángel Solá.
Intérpretes: Sergio Otegui y Blanca Oteyza.
CUANDO ERA SENCILLO SONREÍR…
Enfrentarse al dolor es complicado. Quizá sea éste el auténtico
reto de un ser humano que vive con la espada de damocles a su lado sin ver
cuándo lo mirará de frente y se hundirá en su pecho doliéndole, matándolo,
frenando su paso, impidiendo su crecimiento… O haciéndole más fuerte, nunca se
sabe… Nunca podremos saber cómo reaccionaremos ante su manotazo hasta que se
produce… No podremos saber si optaremos por huir hacia un futuro lejos de
aquello que nos hace daño o si permaneceremos en él, saboreándolo, negándonos
la vida y por tanto, la posibilidad de ser felices… No podemos evaluar qué es
mejor, qué es lo correcto, qué es lo acertado, porque no podemos elegir, porque
la realidad nos sorprende y nos descubre, porque realmente nos desconocemos y
sólo ante la adversidad revelamos nuestra identidad… Aquello que éramos,
Aquello que podíamos ser, Aquello que somos mientras sobrevivimos...
Dos personas han de enfrentarse a un hecho impensado. Cada
una opta por un modo de encarar el dolor. Él teme ese sufrimiento, teme esa
ausencia, teme la presencia de su rostro en el rostro de la mujer que una vez
amó y huye hacia el futuro… Ella también lo teme pero lo afronta, lo conjuga en
presente… Quizá, en un presente eterno que le impide ver más allá de sí misma,
del momento en el que el adiós se apoderó del ser que más quiso… Ella deja de
ser quién fue, deja de reírse, deja de vivir… Para subsistir, para engañarse y
caminar a través de los días sin pisar demasiado fuerte para que sus huellas no
borrasen la imagen perenne del ayer…
Ella y Él se reencuentran doce años después en una cita que
busca ella, que necesita ella, que pide ella… Para decirse aquello que quedó
pendiente… Para responder a todos los “porqué” que quedaron suspendidos una
nochevieja doce años antes… Para romper la barrera de defensa que la acompaña a
cada paso… Para volver a ser agradable siempre… Para recuperar su sonrisa… Para
volver a pasear bajo la lluvia…
A Miguel Ángel Solá le gusta el teatro sencillo, el teatro
que va directo al corazón, el teatro que nos habla de seres humanos, el teatro
que habla del amor, del miedo… El teatro que no juzga… El teatro que nos hace
crecer y creer en nosotros mismos… El teatro como catarsis, como elemento
curativo… El arte que nos hace mejores…
“Antes te gustaba la lluvia” no juzga. “Antes te gustaba la
lluvia” expone dos formas de sobrevivir al dolor, dos sentimientos, dos seres
incapaces de volver a ser quiénes fueron por miedo a que el ayer distorsione
aquello que continúan sintiendo…
“Antes te gustaba la lluvia” contiene el agridulce sabor del
amor incapaz de conjugarse, el trabajo repleto de verdad de dos actores
impecables: Sergio Otegui y Blanza Oteyza. Ellos son los padres de Jacobo. Los
dos seres que una vez se amaron. Los dos seres que olvidaron el amor. Los dos
seres incapaces de volver a mirar juntos en la misma dirección aunque es eso
mismo lo que interiormente desean…
“Antes te gustaba la lluvia” contiene la imperceptible y segura labor de Miguel
Ángel Solá, en la que es su primera incursión como director de escena; la mano
repleta de sensibilidad y buen gusto de un hombre que hace del teatro un
refugio para el alma; el sello que hace de la sencillez algo mágico.
… Y es que a veces la salvación del ser humano pasa por
pasear bajo la lluvia aunque sonreír por cualquier cosa vaya siendo algo más
difícil…
Sofía Basalo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario