LAS NOVIAS DE TRAVOLTA.
Teatro Arenal.
Autor: Andrés Tulipano.
Adaptación: Paloma Ulloa.
Dirección: Josu Ormaetxe.
Intérpretes: Beatriz Rico, Carla Hidalgo, Elena Martín E Isabel Pintor.
CUARENTAÑERAS.
El uruguayo Andrés Tulipano lleva más de 25 años escribiendo para TV y acaba de cumplir 50, edad que, según él, le permite pasar a ser un autor de larga trayectoria, iniciando así una nueva etapa en la que “me he propuesto no escribir por encargo, sino sobre lo que me dé la gana”.
Esta libertad le ha llevado a escribir sobre mujeres, aunque muchos le advirtieron de que no lo hiciera porque “es un tema muy trillado”. Él no estuvo de acuerdo y escribió la obra que actualmente podemos ver en el Teatro Arenal y que, por lo que parece, ha sido “multipremiada”.
Habría que decirle a este autor de larga trayectoria que un tema nunca está trillado si se tiene la suficiente inteligencia y buen gusto como para abordarlo de un modo original. Quizá, éste sea el “problema” de “Las novias de Travolta”... O el “problema” de la adaptación realizada por Paloma Ulloa. (Cuando algo se ha adaptado no se llega a saber del todo, dónde acaba el texto original y dónde comienza la labor del adaptador)
Según Andrés Tulipano, todas, las cuatro, tienen algo que decir y de hecho, todas, las cuatro, hacen una especie de monólogo al estilo de “El club de la comedia” (Algo “trillado” no por el tema en sí, sino por el modo en el que dicho monólogo se desarrolla).
La obra nos cuenta la reunión de cuatro amigas de la infancia que se reúnen con motivo del cuarenta y dos cumpleaños de una de ellas. No hay más. Tampoco hay una verdad que nos invite a esa reunión, a creernos esa reunión. Los personajes son arquetípicos, sus diálogos y monólogos están llenos de chistes vulgares, conocidos y poco innovadores. Entre la maraña de irrelevancia en la que se desarrolla “la noche de autos” se introducen algunas frases que en cierto modo pueden llegar a conmovernos, pero son frases sueltas entre un diálogo intrascendente y poco veraz que incluso llega a romper la “posible” emoción.
Las actrices poco pueden hacer en unos personajes tan superficiales... Pues cuando alguno de ellos parece mostrar un rostro más o menos profundo, rápidamente emerge hacia la superficie alejándose de lo que quizá sí pudiese llegar a ser interesante.
Esta obra se queda en lo anecdótico de una edad, de una etapa, de una psicología que puede dar mucho de sí, aunque su tema sea recurrente... Pero claro, ese “dar mucho de sí” no puede ser si nos quedamos en lo “trillado”, en personajes planos e incapaces de avanzar en una dimensión nueva, profunda y seria. Un chiste está bien, una sucesión de chistes triviales en menos de una hora y veinte minutos... chirría... Cuando menos.
Sofía Basalo.
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