sábado, 6 de junio de 2009

DÍAS DE VINO Y ROSAS (Enero 2009)


DÍAS DE VINO Y ROSAS.

Teatro Lara.


Dirección: Tamzin Towsend.
Autor: J.P. Miller’s
Versión: Owen Mcafferty.
Adaptación: David Serrano.
Intérpretes: Carmelo Gómez y Silvia Abascal.


CUANDO EL AMOR NO ES SUFICIENTE...

Pocas veces se ha retratado de una forma tan fiel el frágil universo de una persona atrapada en los engañosos brazos del alcohol.... “Días sin huella” dirigida por Billy Wilder y protagonizada por Ray Milland, actor que tuvo que sufrir las consecuencias de una magnífica interpretación, pues en la industria cinematográfica se creyó que en realidad era un alcohólico... más recientemente “Cuando un hombre ama a una mujer” con Andy García y Meg Ryan... pero ninguna ha podido superar, en mí, “Días de vino y rosas”. Recuerdo el sobrecogimiento que me invadió en la escena en la que Jack Lemmon destrozaba la casa de su suegro en busca de una botella, la última botella, escondida en una maceta de un maltrecho invernadero; la desolación de una mujer que se despide del amor porque no puede pasar más de tres días sin la sorda compañía del líquido que nos salva de las soledades y fracasos... la impotencia del hombre que ve cómo se marcha despacio, pausadamente, la sombra de la que fue su sueño. Más que acertadas contemplo la propuesta que ha dirigido Tamzin Towsend, la adaptación realizada por David Serrano y las interpretaciones, magníficas de Silvia Abascal y Carmelo Gómez, Sandra y Luis, respectivamente. Al sobrecogimiento, acompaña en esta ocasión la emoción de estar ante dos seres humanos cuya ilusión se rompe ante sus rostros, cuyo futuro cae en manos de una flor que en su camino deja tan sólo las espinas, cuyo paraíso se transforma trago a trago en un desierto angosto e inacabable. Carmelo y Silvia son dos titanes sobre el escenario. Su maravilloso mundo, su futuro envuelto en las cegadoras luces de la ciudad de Nueva York se convierte en un presente beodo y desastroso, del que somos conmovidos testigos. El frío espanto que deja el cine cede aquí el paso a la tremenda humanidad que dos grandes actores ofrecen a dos seres complejos, ricos, víctimas y, sin duda, luchadores. No son necesarios los distintos espacios que muestran su realidad en la pantalla. No es necesario salir de un apartamento que sufre en sus “carnes” el deterioro de dos seres humanos que buscan su paraíso en un lugar equivocado. No es necesario nada más que dos intérpretes que lo ponen todo al servicio de unos personajes ricos, complejos, intensos, fuertes... No es necesario nada más... y sin embargo alguna vez planea en el ambiente alcohólico de los dos protagonistas el “wonderful world” que una vez cantó El gran Satchmo... y que ellos pierden al contemplarlo a través del engañoso espejo de un vaso... Y sin embargo alguna vez suena, lejana, New York, New York en la voz de Frank Sinatra... mientras su eco se pierde en el sucio colchón que sufre las resacas de la mujer que una vez bebió batido de chocolate... Y, finalmente, todo ello logra convertir esta propuesta en esa obra de teatro que deseamos ver... esa obra de teatro que resulta ser Inolvidable...

Sofía Basalo.

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